Las estimaciones más recientes cifran en torno a un 53% el número de trabajadores que realizan en España algún tipo de actividad física de forma habitual. Dentro de este grupo, además, los estudios confirman que los más constantes y numerosos en este hábito saludable son los empleados más jóvenes, con edades comprendidas entre los 20 y los 29 años, fundamentalmente.
Son cifras que describen una realidad -cada vez más extendida- sobre los beneficios que el cuidado de la salud aporta a nuestro organismo así como a nuestras capacidades para ser más productivos y eficientes en el trabajo.
Todos ellos comparten tal poder de atracción que lleva a muchos de los que, hasta ahora, permanecían ajenos a este tipo de corrientes a convertirse en verdaderos fanáticos del culto al cuerpo y la vida saludable, algo que, por cierto, no resulta nada recomendable.
Porque, como todo fenómeno que alcanza una enorme popularidad en un corto espacio de tiempo, son muchas las ‘malas prácticas’ que se han instalado en el acervo más popular.
Ahí está el caso del running que, sin quererlo, se ha convertido en un ejemplo paradigmático al respecto. Como denuncia el preparador físico Miguel Crespo, «somos capaces de gastarnos 160 euros en unas zapatillas y no destinamos el mismo cariño a una prueba de esfuerzo que cuesta 80 y que puede ser válida para 2 ó 3 años«.
«NO EXISTEN SOLUCIONES ESTANDAR»
Por lo tanto, ¿dónde está el punto medio? ¿Qué factores debemos tener en cuenta para hacer una práctica deportiva adaptada a nuestras verdaderas necesidades y que nos ayude, efectivamente, a mejorar nuestra calidad de vida a través de un estado de forma más saludable?
«Lo mejor es elegir el deporte que más disfrutes y practicarlo con cabeza y paciencia».
Crespo lo tiene claro. «Lo primero que hay que hacer es pararse a pensar: cuál es mi objetivo; por qué hago deporte y para qué», señala. Una meta que, añade, «tiene que ser clara y que marcará nuestra hoja de ruta. Sin esta base, estamos actuando sin lógica, poniendo en riesgo nuestra salud y eso es muy serio».
El segundo paso, siempre según este experto, sería marcarse ‘micro-objetivos’ sin obsesionarse y, apunta, «que nos permitan ir progresando poco a poco según nuestras capacidades». Es aquí donde Miguel Crespo también es claro al aconsejar «no dejarse llevar por modas ni por lo que diga el de al lado. Hay tanta información a nuestro alcance que puede ser contraproducente si no lo sabemos interpretar bien». 
A este respecto, recomienda que, a la hora de elegir, «busquemos el deporte con el que más disfrutes» y, sobre todo, «encontrar el profesional, bien formado, con experiencia y sentido común, que te asesore y ayude en tu progresión».
Finalmente, un reconocimiento médico completado con una mínima prueba de esfuerzo resultan dos acciones imprescindibles antes de calzarse las zapatillas para este experto quien, además, suele realizar el test PARK-Q para obtener la máxima información posible «ya que no caben soluciones estándar», explica.
La información recabada permitirá al entrenador establecer una programación que irá de menos a más. Así, se irá de forma progresiva de unas primeras adaptaciones básicas a unos objetivos más ambiciosos en un período de tiempo denominado «macrociclo» y que suele extenderse, de media, entre septiembre y junio.
BENEFICIOS
No obstante, en una buena planificación deportiva tan importante es el seguimiento como la necesidad de establecer períodos de recuperación y descanso. 
A este respecto, Miguel Crespo recuerda que un error habitual -y poco comentado- es que se suele copiar la tabla de ejercicios del profesional pero se omite sus períodos de desconexión cuando «no debemos olvidar que también debemos disfrutar de la vida», comenta.
«Nos jugamos nuestra salud, algo muy serio. Pararse y pensar por qué y para qué hago deporte es clave».
Si nos aplicamos razonablemente, «con cabeza y paciencia», matiza Miguel Crespo, la meta no solo está al alcance de cualquiera. También disfrutaremos de una serie de mejoras muy importantes a nivel cardiovascular, metabólicas, de carácter social y mentales. En definitiva, un cuerpo entrenado, más eficiente y preparado para experimentar al máximo todo lo que nos espera en nuestra vida cotidiana.
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