jueves, 28 marzo 2024

andres-herreraQue el centro de poder y crecimiento económico mundial se ha trasladado desde el Atlántico al Pacífico es un hecho que especialistas en geopolítica, relaciones internacionales o estudios asiáticos venimos repitiendo desde los primeros años del siglo XXI. De ese desplazamiento de poder (y consecuente riesgo de marginalidad europea) es, en gran medida, responsable la emergencia de la República Popular China (RPCh). Este país ha pasado en cinco décadas de la periferia del sistema a ser declarado por el FIM la mayor economía del mundo (se estima que llegará a un 28 por ciento del PIB mundial en 2050) lo que evidencia que estamos acercándonos al final de la gran divergencia Oriente-Occidente abierta en las primeras décadas del siglo XIX.  

Por tanto, puede ser que como indica Tanguy Jocopin en la próxima década haya países como Bangladesh o Vietnam que crezcan más que China, pero todo parece indicar que serán EE.UU. y la RPCh los que, desde sus respectivas orillas del antaño llamado “lago español”, marcarán el ritmo de la economía planetaria. De esto son muy conscientes nuestros vecinos europeos por eso, con un mayor conocimiento de la realidad china, desde mediados de los años noventa llevan realizando inversiones y esfuerzos por posicionarse económica y culturalmente en el gigante asiático. En este proceso destaca, sin duda alguna, Alemania. Acompañando su capacidad industrial y comercial de habilidad política y unidad empresarial, los alemanes lideran la penetración europea en el siempre complicado mercado chino.

En vista de la moderación de los datos de crecimiento o de las turbulencias financieras que han sacudido la República Popular citar hoy a Jacques Martin y su “Cuando China gobierne el mundo” puede parecer una excentricidad, o peor aún comentario interesado. Sin embargo, los directivos empresariales y los decisores públicos saben que tomar decisiones a golpe de titulares periodísticos es una práctica arriesgada. Por tanto más allá del sensacionalismo conviene preguntarse ¿Qué está pasando en China? Para, a continuación, reflexionar como esto afecta a mi empresa o territorio.

Resumidamente en China estamos asistiendo a un cambio de modelo de desarrollo. De una economía cuyo crecimiento se basaba principalmente en la inversión (y también dando a las exportaciones un papel relevante) a otro fundamentado en el consumo y la demanda interna.

Como saben muy bien los economistas, un modelo altamente dependiente de la inversión estimula burbujas y agujeros financieros. En ese sentido, el giro al modelo de crecimiento, es una decisión positiva. Ahora bien, no debemos olvidar la escala continental que tiene la República Popular y, consecuentemente, tenemos que estar preparados para la “montaña rusa” que los ajustes van a provocar en la economía mundial.

Por otro lado, la decisión de transformar el modelo de desarrollo trae consigo importantes oportunidades para Navarra y sus empresas. El camino que ha emprendido China hacia una economía orientada a los servicios y el consumo conlleva también cambios en los objetivos chinos de salida al exterior. En pocas palabras, si en el pasado China ofrecía incentivos para la inversión y la implantación industrial (que muchas veces se traducía en deslocalización en origen) actualmente se busca otro tipo de relación con las empresas extranjeras: transferencia tecnológica (patentes, know how, licencias…), apertura a nuevos mercados (y upgrade de su marca teniendo un pie en Europa), “plataformas” (para entrar en Europa, América Latina, etc.) y productos europeos para su comercialización online. Todo ello con una mayor protección de la propiedad industrial e intelectual auspiciada desde las autoridades centrales y con la participación de entidades internacionales de certificación y acreditación.

Sin duda son numerosas las empresas navarras que pueden sacar provecho de estos cambios (y de la competencia existente entre las ciudades chinas para lograr acuerdos con empresas occidentales tecnológicamente más avanzadas) para ello es necesario, en primer lugar, dejar de percibir la República Popular únicamente como un mercado donde vender o donde comprar barato. China es mucho más.

El Arte de la Guerra, uno de los libros más citados y seguramente menos leídos, comienza con la siguiente afirmación: “La guerra es el asunto más importante para el Estado. Es el terreno de la vida y de la muerte, la vía que conduce a la supervivencia o a la aniquilación. No puede ser ignorada”. Me atrevería a decir que para un territorio como Navarra o para cualquiera de sus empresas China es hoy el “asunto” más importante o, al menos, un “asunto” importante.

La entrada de China en la Organización Mundial de Comercio supuso un cambio de reglas de juego en el que nada volverá a ser como antes. Desde entonces, para una empresa europea China puede ser una gran oportunidad o una tremenda amenaza. Quizás, la empresa, no necesite ir a China, ni relacionarse con la República Popular; pero puede encontrarse con la competencia china en sus mercados granero. Las acerías vascas pueden, como otros tantos, hablar sobre ello. Todo apunta a que, en el mundo del capitalismo global en el que nos encontramos, es necesario un “plan China” o un “plan Asia” para competir con posibilidades.

Por otro lado, no puede haber plan estratégico gubernamental que no contemple el ascenso chino en sus líneas de desarrollo económico y, más importante aún, como aprovechar las oportunidades de esa emergencia (para proyectar el territorio, captar inversiones, dar acompañamiento institucional al sector privado…) y minimizar sus daños, sobre todo, en términos de empleo y tejido industrial.

2016 será un año crucial en el proceso chino y, en muchos aspectos, ocupará el centro de la atención económica internacional. Seguramente pondrá a prueba la habilidad de la dirigencia china para lidiar con los problemas derivados del cambio de modelo. En marzo conoceremos más detalles del XIII Plan Quinquenal que deberá lograr el difícil objetivo trazado por el PCCh para 2020 (duplicar el valor del PIB y de la renta per cápita en relación al 2010). En paralelo, seguiremos viendo una mayor presencia china en el exterior con proyectos como el de la Nueva Ruta de la Seda, el BAII (Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras) o la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por siglas en inglés) en respuesta al TPP estadounidense.

En Navarra podemos seguir ignorando este proceso y mirar hacia China con extrañeza o asumir el reto chino para colocar nuestro territorio y nuestras empresas en el centro de la economía global. 

Andrés Herrera-Feligreras
Sinólogo; Consultor Senior de Emergia Partners


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