viernes, 29 marzo 2024

Uno frente a 27

Aquellos que en su día gritaban a los cuatro vientos “estaremos mejor sin la Unión Europea” para arengar a las masas a que votaran a favor del Brexit hoy bajan la voz.


27 noviembre, 2017 - 10:00

Obviamente todavía hay quien defiende esa postura, pero lo cierto es que casi año y medio después del referéndum ya nada hay blanco o negro. El gris, tan habitual en Reino Unido, ha inundado la política y las relaciones institucionales.

Una de las primeras piedras que ha encontrado Reino Unido en la negociación para lograr sus objetivos ha sido, sorprendentemente, la unidad de los países miembros de la UE. Pocos hubieran dicho hace unos años que los 27 Estados iban a ir de la mano y sin fisuras, al menos de momento. Tampoco Reino Unido se esperaba esa reacción, que, sin duda, ha condicionado su forma de negociar. El ‘de tú a tú’ tan habitual ha dado paso a un ‘de tú a nosotros’; un nosotros, además, regido por unas directrices claras que todos siguen a rajatabla. Para empezar, la interlocución. Poco tienen que decirse, por ejemplo, la premier británica Theresa May y la alemana Angela Merkel. Tampoco existe un diálogo fluido con el francés Emmanuel Macron. Las conversaciones se alejan de los despachos políticos y se centran en despachos técnicos, donde las filias y las fobias poco tienen que decir.

Y es precisamente ahí donde Reino Unido está encontrando un hueso duro de roer. Una y otra vez, Theresa May ha pedido no distinguir dos fases en la negociación sino hablar en conjunto de cómo salir de la UE y qué relación mantener después. Pero una y otra vez se ha encontrado con el no rotundo de la Unión. Y en ese ‘ahora sí ahora no’ los tiempos se han dilatado y el ambiente se ha enrarecido, sobre todo, dentro de Reino Unido.

londres-3La premier intentó reforzar su postura ante el Brexit con unas elecciones anticipadas, el pasado 8 de junio, pero el resultado no fue el esperado. Ganó, pero perdió escaños y se quedó a ocho de la mayoría absoluta, frente al aumento de los laboristas. May se vio obligada a formar un gobierno en minoría con el apoyo del partido conservador unionista de Irlanda del Norte (DUP). Pero todo ello, le ha debilitado tanto dentro como fuera.

El DUP se comprometió, en un escueto acuerdo de dos páginas, a apoyar a May en la legislación perteneciente a la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Pero, como contrapartida, exigió que las políticas sobre el sector agrícola en Irlanda del Norte sean consideradas clave en las negociaciones del Brexit, además de una inversión de 1.000 millones de libras en la región en los próximos dos años.

Precio de la factura
El acuerdo no agradó a buena parte del arco parlamentario, como tampoco la forma de llevar las negociaciones del Brexit por parte de la primera ministra, que se ve en la obligación de rendir cuentas constantemente y nadar entre dos aguas. Una de las mayores polémicas dentro y fuera gira en torno a cuánto deberá pagar Reino Unido por abandonar la UE. Sus únicas palabras públicas habían sido: “Reino Unido cumplirá con sus compromisos”, sin detallar qué cuantía estaría dispuesta a aportar. Sin embargo, la pasada semana finalmente Reino Unido puso una cifra sobre la mesa: 40.000 millones de libras. Eso sí, siempre y cuando, la UE se comprometa a poner en marcha las negociaciones paralelas para un futuro acuerdo comercial.

Dos tercios de los británicos no quieren pagar más de 10.000 M de libras

Habrá que ver si la propuesta es suficiente, aunque, a priori, está aún lejos de los 75.000 millones de euros que pide la UE. No obstante, es un paso hacia adelante en un momento en el que la Unión había dado un ultimátum a los ingleses: para primeros de diciembre debe haber “avances considerables” (incluida la factura), si no, no se pasará a negociar el acuerdo entre Reino Unido y la UE tras el 29 de marzo de 2019, cuando se produzca oficialmente el Brexit.

La cuantía ofertada, sin embargo, ha levantado ampollas en las islas. Una gran parte de la población no entiende por qué deben pagar a la UE y menos aún esas cantidades. Según Financial Times, dos tercios del electorado se opone a pagar más de 10.000 millones. Además, en los Presupuestos británicos, presentados esta semana pasada, se ha habilitado una partida de 3.000 millones de libras para los dos próximos años para afrontar las consecuencias del Brexit.

A todo ello se une la ya perceptible depreciación de libra, que ha mermado el poder adquisitivo de los británicos en alrededor de 800 libras al año por familia, según los últimos estudios. En el plano educativo, por ejemplo, las universidades y organizaciones miran con temor el futuro. Sin una política clara en torno a la movilidad de ciudadanos entre Reino Unido y la UE prevén un éxodo masivo no sólo de estudiantes, sino también de profesores y personal investigador. Muchos proyectos de I+D pueden quedar en nada si decaen los fondos europeos para llevarlos a cabo, en un país que es el principal receptor de ayudas de este tipo.

Leer más sobre el Brexit

Éstos y otros aspectos hacen que el apoyo al Brexit no sea tan abierto. Las voces críticas se han levantado en distintos sectores. Muchos británicos han comenzado a pensar que quizás la salida de la UE no era todo lo buena que les prometieron. En la campaña por el referéndum, les hablaron de controlar la inmigración, de crecimiento económico y de más presupuesto para el Sistema Sanitario Nacional (NHS). Ahora los expertos prevén un 2018 duro, en el que a medida que avancen las negociaciones, el escepticismo también irá en aumento.

Todo depende, en buena medida, de los acuerdos que se alcancen. Si son más o menos positivos para Reino Unido. Pero Theresa May ha repetido hasta la saciedad que antes que un mal acuerdo para su país, prefiere que no haya acuerdo. El tiempo lo dirá.

Archivado en:

Jata · Economía navarra · Brexit ·


To Top