El cierre del centro de idiomas donde trabajaban y su posterior despido el pasado 13 de julio las agarró totalmente “desprevenidas”. Con el verano ya entrado, las opciones de encontrar un empleo eran “muy pocas”. Pero Mirabela Pop, Vesselina Garcheva y Diana Jiménez cerraron ese episodio de su vida convencidas de que debían reinventarse una vez más.

“Somos examinadoras de Cambridge, preparadoras con décadas de experiencia y títulos de máximos niveles. No nos conocíamos mucho entre nosotras pero, como veíamos que trabajábamos bien y éramos muy valoradas por nuestros alumnos, sabíamos que juntas íbamos a conseguir mucho más que cada una por su lado”, explica la primera a Navarra Capital.

Tenían dos grandes obstáculos: el tiempo y el desconocimiento sobre cómo crear un negocio. Pero se pusieron manos a la obra con el apoyo de sus familias, de instituciones y la promesa de algunos antiguos alumnos, que les garantizaron seguir en sus clases. Con ese respaldo, al menos podrían “pagar el local y los gastos”.

“Somos madres y nos ha costado dejar nuestra casa para estar aquí. Pero ahora, donde quiera que miremos, conocemos todos los tornillos y clavos de este local”.

Mirabela, rumana de 36 años que llegó hace dieciocho a la Comunidad foral, se dedicó a estudiar cursos de contabilidad y emprendimiento en CEIN. Compatibilizaba esta formación con su vida familiar en Corella.

“Antes de instalarme de forma definitiva en Navarra, venía los veranos para trabajar en la hostelería o cuidando a niños porque mi prima me había animado a dar el paso. Así me pude pagar la universidad. Después me quedé porque me enamoré de mi marido”, rememora.

De la documentación se encargó Vesselina, de 40 años, que ya sabía manejarse con la administración debido a su experiencia como periodista en Bulgaria. Un oficio que abandonó hace doce años para emigrar a España: “Empecé una relación con un ciudadano español a quien conocí en mi país, concretamente en una discoteca que se llamaba Amor. ‘Do you speak English?’, me preguntó. Al responderle que sí, bromeó replicándome que él no. Pero yo sí sabía algo de español. Y, tras unos años saliendo en la distancia, decidí venir para estar con él. Además, ya estaba quemada del periodismo“.

Diana, tudelana de 34 años, creó el primer logo de la empresa, entre otras tareas creativas. “Había estudiado Gráfica Publicitaria, Comercio y Marketing, y dejé Informática a medias. Cuando llegó mi momento de salir a trabajar, ya había empezado la crisis y no encontraba un empleo. Entonces, una profesora muy querida me pidió que diese clases particulares de inglés a sus hijos, porque contaba con toda la formación reglamentaria. Así comencé en este sector, que me ha llevado a graduarme en Filología Inglesa”, relata. Además, ejerció como “gancho con la zona”.

Varios meses después, las tres emprendedoras abren a este medio la puerta de WayUp English School, que ellas mismas han lijado “cuadradito a cuadradito”. Un proyecto que ha supuesto un “sacrificio personal muy grande”, apunta Mirabela: “Somos madres y nos ha costado dejar nuestra casa para estar aquí pintando, cambiando rodapiés y montando muebles. Pero ahora, donde quiera que miremos, conocemos todos los tornillos y clavos de este local. Lo hemos hecho nuestro”.

La inauguración de la empresa contó con la presencia del alcalde de la ciudad y varios ediles.

La inauguración oficial de la academia se celebró a finales de octubre, al mes siguiente de la apertura.

Actualmente, acuden por las mañanas a varias empresas para impartir talleres de inglés a sus empleados. Por las tardes, atienden en su local a “decenas de alumnos” en formato presencial y online. Sus clientes “aumentan todas las semanas”.

Vesselina señala que el foco de negocio es diferente a la concepción popular de las academias: “Las personas que acuden a nuestro centro son sobre todo adolescentes, adultos, empleados y empresarios que necesitan formación en inglés para avanzar en su carrera. También atendemos a niños, pero nos queremos especializar en ese otro ámbito”.

LAS LÍNEAS DE NEGOCIO

En este sentido y aunque sus actividades abarcan todas las edades, WayUp tiene tres líneas de negocio principales. La primera está compuesta por las clases que imparten en las propias compañías. “Por ejemplo, aquí hay mucha industria y esto convierte a esta zona en privilegiada para nuestro sector. Las empresas demandan más y más estos servicios porque están más internacionalizadas, y no solos lo necesitan los oficinistas. Hay más responsables de líneas e ingenieros que deben comunicarse en inglés con proveedores de otros países”, agrega Vesselina.

Los clientes que acuden a WayUp son, sobre todo, adolescentes, adultos, empleados y empresarios que “necesitan formación en inglés para avanzar en su carrera”.

Así mismo, la irrupción del Covid-19 “ha forzado a muchos profesionales a revisar y mejorar sus currículos con nuevas titulaciones”, comenta Mirabela.

De hecho, España ocupó este año el puesto número 33 de 112 en la clasificación mundial de países con mejor nivel de inglés, de acuerdo al informe EF English Proficiency Index 2021.

Así, el estudio destaca la “tendencia a la baja” del país desde 2014. Y, a pesar de estar por encima de la media española, la Comunidad foral se situó en la sexta posición a nivel nacional. “Tenemos muchos alumnos que buscan hacer intensivos para sacarse la titulación Cambridge y poder ascender u optar a mejores cargos”, concreta Mirabela. Se trata de una formación por la que ella misma optó cuando estudiaba para ser inspectora medioambiental en Rumanía, y la principal razón por la que posee los títulos que le permitieron convertirse en profesora de inglés.

Las tres profesoras de inglés ya atienden a “alrededor de setenta” alumnos en su local.

Por último, también quieren dar respuesta a la creciente demanda por parte de estudiantes y maestros que necesitan reforzar sus conocimientos ante el auge de este idioma en la educación. No obstante, las tres comparten una crítica común: a su juicio, esta forma de estudiar “genera discriminación” entre los alumnos.

“Algunos padres podemos ayudar a nuestros hijos con ciertas materias en inglés. De hecho, si yo no me pongo con mi hijo y le traduzco los contenidos, no hay manera de que entienda lo que se le enseña. Pero, ¿cuántos padres pueden hacer esto? Es un sistema que no solo crea niños que se aprenden de memoria los temas, sino que también les genera traumas porque no entienden lo que dan, no se desempeñan bien y sacan malas notas”, argumenta Vesselina fundamentándose en su experiencia como madre de un niño de 9 años.

Un análisis que completa Jiménez: “También se pone mucha presión sobre los profesores porque necesitan un nivel de inglés para mantener sus trabajos. Se dan situaciones en que los alumnos llegan a la ESO con el mismo nivel de idioma que sus maestros”. Por eso, la academia atiende a “muchos docentes que quieren sacarse los títulos”.

EL FUTURO

De cara al futuro, las socias de WayUp concentrarán sus esfuerzos “en crecer y poder vivir del negocio, así como en dar trabajo si surge la oportunidad en algún momento”. Además, desean convertirse en un centro examinador de Cambridge “muy a largo plazo”. “La institución es muy exquisita y necesitamos miles de requisitos. Para poder entablar una conversación con ellos, hacen falta números más bonitos. Pero lo tenemos en mente”, incide Mirabela.

Las tres socias de WayUp desean convertirse en un centro examinador de Cambridge a “muy largo plazo”.

Pero, por encima de todo, están los estudiantes. “Nunca he sido empresaria, pero siempre he sido profesora. Y para mí, lo más importante es que mis alumnos alcancen sus metas. WayUp significa camino hacia arriba en inglés. Somos conscientes de la importancia del inglés para sus carreras. Y queremos ser ese apoyo que les lleve más arriba”, apostilla Vesselina.

Eso sí, ahora no solo disfrutan de la pasión común a la que llegaron desde caminos distintos, sino también de los resultados de su trabajo. “Éramos profesoras de inglés, nada más. Y ahora somos mujeres de negocios, que facturamos y sabemos de asesorías, de contabilidad… En tan poco tiempo, parece otra vida”, remata Mirabela.