jueves, 18 abril 2024

Genomas para el bien común

El autor ensalza a Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier, que han ganado el premio Nobel de Química por desarrollar un método para editar el genoma de cualquier célula viva. A partir de este logro, muestra la importancia que dicho avance tiene en el ámbito de la bioinnovación.


Pamplona - 12 octubre, 2020 - 01:31

Juanjo Rubio. (Foto: Unai Beroiz)

Juanjo Rubio. (Foto: Unai Beroiz)

La naturaleza ha desarrollado tecnologías muy precisas para escribir genomas, con nanomáquinas que copian, cortan y pegan código genético en el lugar adecuado. Francis Mojica, biólogo alicantino, publicó en 1993 que las células sin núcleo guardan en un clúster de su genoma una biblioteca con códigos de distintos virus, separados por segmentos palíndromos regularmente espaciados que funcionan como marcadores; acuñó el acrónimo CRISPR para designarlo; y comprendió que las arqueas y bacterias los utilizan como un hashtag, etiquetando información útil para defenderse de ataques virales.

Las mujeres premiadas con el Nobel de Química fueron las primeras en aprovechar este mecanismo natural, convirtiéndolo en 2013 en una tecnología que permite editar cualquier genoma, programando proteínas naturales como CAS9 con ARN artificial fabricado en un laboratorio. Desde entonces se están desarrollando diferentes tecnologías, cada vez más precisas, rápidas y baratas, que pronto harán posible diseñar y escribir cualquier genoma. #GPwrite es el proyecto de colaboración internacional que pretende que lo consigamos antes de 2030.

Escribir genomas es clave para bioinnovar impulsando el bioemprendimiento y la bioeconomia con soluciones disruptivas, social, económica y medioambientalmente sostenibles. En menos de 25 años, el conocimiento generado por la investigación en ciencia básica se ha transformado en tecnología exponencial, generando empresas transformadoras lideradas por visionarios como el doctor George Church, pionero en genética y biología sintética.

«Navarra está bien posicionada para ser protagonista en el (bio)ecosistema global, afrontando con imaginación y resiliencia la triple pandemia de desigualdad, enfermedad y emergencia climática».

Francis Mojica debería ganar el Nobel en Biología, y probablemente lo recibirá algún día Church en Medicina. Merecen además este reconocimiento las personas que están haciendo posible la nueva (bio)revolución. Navarra está bien posicionada para ser también protagonista en el (bio)ecosistema global, afrontando con imaginación, resiliencia y audacia la triple pandemia de desigualdad, enfermedad y emergencia climática.

Por eso, es hora de actuar, reforzando nuestro sistema educativo, investigador y emprendedor con las capacidades que están emergiendo en la intersección de la ingeniería y la biología. En este sentido, la creación de la primera biofoundry del sur de Europa en el polo europeo de innovación digital de Navarra potenciaría el sistema navarro de innovación y emprendimiento con biotecnología digital al servicio de la universidad; las empresas; la bioincubadora de CEIN; el hub de bioinformática NABIODATALAB, que forma parte de la Estrategia Digital Navarra 2030; y proyectos estratégicos financiados con Next Generation Europe como Ebro Food Valley.

Conscientes del impacto del ser humano en el planeta, llamamos antropoceno a nuestra era geológica. Ojalá seamos capaces de aprovechar sabia y éticamente nuestro nuevo (bio)poder escribiendo genomas para el bien común.

Juanjo Rubio

Ingeniero biomédico

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