Álvaro Astiz enseña orgulloso cada rincón de su versátil espacio de trabajo a ValoresTOP. En él dice perder la noción del tiempo. Ubicado en la buhardilla de su casa, es un gran baúl donde guarda numerosos enseres que dan pistas sobre sus dos pasiones: una nutrida colección de bajos y guitarras, un pequeño estudio de grabación y grandes mesas con sillas frente una enorme pizarra que ocupa toda una pared. Recuerda a una aquellas habitaciones donde se reunían los científicos de la serie The Big Bang Theory. «Me encantan la docencia y los problemas matemáticos desde que era un niño. Durante la carrera, empecé a impartir clases y llegó un momento en el que me di cuenta de que podía ir a más», explica Astiz.

A su vocación de maestro le acompaña una gran afición por la música. De hecho, hasta 2018 formó parte de la banda navarra Brigada Improductiva y, en la actualidad, produce sus propias canciones y sigue formándose. Estudió guitarra clásica y eléctrica, bajo eléctrico, piano… «Creamos el grupo en el colegio con quince años. Parecía que sonábamos a algo, así que seguimos componiendo», explica entre risas. El grupo ha lanzado dos discos y ha estado de gira por diferentes puntos de la Península. «Nos gusta hacer música para bailar y disfrutar en los conciertos. Nos inspiramos en el ska y el rock con algún tinte folk«.

Me gusta la docencia desde que era un niño. Durante la carrera empecé a impartir clases y llegó un momento en el que me di cuenta de que podía ir a más

Además de la facilidad con la que interpreta los pentagramas, no se le resiste ninguna formula numérica. Su devoción por las cifras y las operaciones le llevó a estudiar Ciencias Químicas en la Universidad de Navarra. «Me encantó la carrera. Si hubiese habido matemáticas o física, habría optado por alguna de ellas», confiesa.

Tras terminar la carrera en 2012 y mientras recorría el país en furgoneta junto a su grupo los fines de semana, comenzó a trabajar en laboratorios privados. Una etapa que cambió su visión de futuro. «Al poco tiempo vi que trabajar para terceros no era lo mío. Aunque estaba a gusto, desde mi punto de vista en una empresa se aprende de un tema muy concreto. Es una labor muy específica. A mí me gusta tener una perspectiva más amplia de todo el espectro de información que hay sobre un tema», detalla.

Me dio muchísimo miedo dar el salto. Es complicado decir que te vas a poner a hacer algo que se te ha ocurrido a ti y que intuyes que va a funcionar

Esta idea le llevó de regreso a sus raíces. Y, en 2015, se lanzó a crear su propio proyecto empresarial: Mr Brain. «Era una aplicación que servía para que los chavales me enviasen sus problemas y ecuaciones, y yo se los devolvía resueltos en un máximo de dos días». Pero la decisión de dejar la empresa privada para volar por su cuenta no resultó sencilla: «Me dio muchísimo miedo dar el salto. Es complicado decir a la familia y a los amigos que te vas a poner con algo que se te ha ocurrido a ti y que intuyes que va a funcionar. Da vértigo».

Su disco de música consta de tres discos: Maqueta Brigada Improductiva (2010); Gato por Liebre (2012); ¡¡Manos Arriba!!(2016).

Brigada Improductiva ha publicado una maqueta y dos discos: Maqueta Brigada Improductiva, Gato por Liebre y ¡¡Manos Arriba!!.

Constituir la empresa y programar la aplicación desde cero le requirió una importante inversión al inicio. Y, para poder pagar todas las facturas, se dedicó a promocionar e impartir más las clases particulares. «Y al final de tanto echar gasolina al coche, me volví gasolinero», indica Astiz entre risas.

De la forma menos pensada, la fórmula que al principio empleó como una fuente de ingresos esporádica se convirtió en una salida profesional que no solo mantiene, sino que en la actualidad vive un gran crecimiento. «Me sumergí cada vez de forma más profesional en el mundo de las clases particulares y resultó que eran mas rentables que el concepto de la aplicación». En 2017 cerró Mr Brain para centrarse en su academia.

ALUMNOS DE TODO EL MUNDO

Algebra, cálculo, mecánica, química orgánica… Comenzó a dar clases de todas las materias derivadas de matemáticas, física o química. Primero lo hizo de forma presencial, de ahí que una zona de su ático se asemeje al aula de un colegio. Pero en marzo de 2020 tuvo que cambiar este método: «Cuando el Covid-19 irrumpió en nuestras vidas, se me pararon las clases por completo. Al principio nos dijeron que duraría dos semanas, pero fue a más. Cogí a mis alumnos y continuamos online. Ya había dado clases por ordenador, pero esporádicamente. Ese fue un importante punto de inflexión que, en general, cambió el chip a todo el mundo».

@valores_top 🔴 #ValoresTOP | El músico navarro que da clases de ciencias a estudiantes de todo el mundo. Tras terminar la carrera de #CienciasQuímicas en la @Universidad de Navarra y mientras recorría el país en furgoneta junto a su grupo (#BrigadaImproductiva), #ÁlvaroAstiz inició su carrera profesional en laboratorios privados. Pero pronto se dio cuenta de que no quería trabajar para otros. Por eso creó #MrBrain, una aplicación a través de la cual solucionaba los #problemas de #ciencias y #matemáticas que subían los usuarios. Pero el proyecto terminó derivando en la creación de una #academia donde, de forma virtual, ya imparte clases a alumnos de toda #España y distintos países de #Europa, #Latinoamérica y #Asia. #NavCapital#emprender#emprenderonline#emprendedor#profesor#profesoronline#soyprofesor#teacher#ciencias#química#quimic#profematemáticas#músico#artista ♬ Go Solo – Zwette

Digitalizar su academia le ayudó a ampliar su cartera de estudiantes. «En Pamplona trabajaba solo con dos universidades. Ahora tengo alumnos de multitud de provincias a nivel nacional, de Latinoamérica y Asia. Gracias a la diferencia horaria, es más fácil llenar todo el horario del día».

Ante esta gran demanda, además, ha tenido que ampliar su plantilla: «Hay gente que me ayuda a llevar el peso de las clases». Ahora recuerda cómo muchas familias mostraron cierta reticencia a que sus hijos estudiasen por internet al principio. «Si no funcionase yo mismo, me habría echado atrás. Antes, todos los alumnos querían clases presenciales, pero la diferencia entre ambas es mínima. Es más, los horarios se pueden adaptar más y pierden menos tiempo en traslados».

En la actualidad, tiene entre 30 y 40 alumnos. «Me gustaría tener muchos más. Sobre todo, son de MadridBarcelonaBoliviaArgentina o Chile. También tengo estudiantes de bachillerato internacional de Bruselas o Hon Kong«. Las clases tienen una duración de hasta hora y media.

Lo que más le gusta de la docencia es que le obliga a actualizarse. Aunque, a veces, no puede evitar preguntarse si el camino que ha elegido es el correcto: «A lo largo del año se me pasa por la cabeza opositar o ir a un centro concertado. Pero luego lo pienso en frío y todas las semanas tengo que estudiar algo nuevo para poder dar soluciones a mis alumnos. Cada año me cojo asignaturas que son especificas y me ayudan a poder dar mejor las clases. A mí eso me mantiene vivo. Soy curioso por naturaleza y, aunque parezca mentira, aprender y poder enseñar es superreconfortante», concluye.