En la punta de lanza tecnológica de la bahía de San Francisco encontramos a una navarra nacida en 1991. Llegó «a la aventura» en el verano de 2014, con la libertad de una recién licenciada que quería perseguir su particular sueño americano. Así comenzó una fulgurante carrera profesional, que la ha llevado a transitar por algunas de las firmas tecnológicas más relevantes del panorama internacional. Su designación como Team Lead en el área comercial de Zoom para Latinoamérica, confirmada el pasado mes de agosto, es la rúbrica más reciente de esta exitosa carrera.

«Jugaba con ventaja», rememorando sus inicios en el país. Contaba con la ciudadanía americana gracias a su madre estadounidense, una profesora de inglés para adultos que recaló en Pamplona «y se enamoró de esa forma de vida». De ella heredó la tendencia a salir de la zona de confort, de cruzar océanos en búsqueda de oportunidades. Cuando se licenció en Asistencia a la Dirección por la Universidad de Navarra, no dudó en tomar el primer avión a San Francisco.

Allí residía su tía materna y aprovechó su casa como base de operaciones para empezar a tentar oportunidades en un lugar que entonces era punta de lanza de la innovación tecnológica, completamente distinto a cualquier otro enclave. «Hoy quizá ya no sea tan singular porque las diferencias se han atenuado, pero hace nueve años a mí me parecía único», reconoce.

Desde que tenía 13 o 14 años me pasé todos los veranos fuera estudiando idiomas, trabajando en intercambios… Estuve en Alemania, Austria, Francia, Estados Unidos…»

Su primera oportunidad llegó de la firma Liftopia, una plataforma digital para la compraventa de forfaits. Pero no tardó en buscar cotas mayores. Apenas seis meses después recaló en Salesforce, un gigante tecnológico que entonces contaba con más de 14.000 empleados (casi seis años después años después, cuando abandonó la empresa, la cifra ascendía hasta 50.000). Aunque pasó por distintos departamentos, la función que más tiempo desempeñó fue la de Sales representative para el mercado latinoamericano. «Éramos un equipo muy diverso, muy divertido, con gente de allá y una chica española y yo. Había mexicanos, nicaragüenses, colombianos, americanos de padres mexicanos, un mix de brasileños… Una mezcla muy divertida», recuerda con cariño.

LA ENTRADA EN ZOOM

Tras una breve etapa en Salesforce, donde asumió grandes cuentas en el área de California y Oregón, en plena pandemia le surgió la posibilidad de recalar en Zoom, una de las principales protagonistas en la transición hacia los nuevos modelos de trabajo en remoto o híbrido. Pasó de una empresa de 50.000 empleados a una de 6.000. Una compañía también grande, pero con diferencias claras. «Sentía que quería formar parte de un equipo en el que, como individuo, pudiera marcar la diferencia y sentirme un poco más conectada con la gerencia», explica.

Ella misma empezó en un puesto 100 % remoto. Y retomó de nuevo el mercado latinoamericano, cubriendo todos los países del área salvo Brasil. Su misión ahora es optimizar y generar estructuras de comunicación interna y externa más eficientes mediante el uso de tecnologías. «¿Con videoconferencias?», le preguntamos. «Se nos conoce principalmente por eso, pero en realidad somos una empresa que unifica y centraliza la comunicación en distintos canales, ya sea por escrito o por llamadas a través de un servicio de telefonía de PBX en la nube, videoconferencias, seminarios web, eventos digitales… Ofrecemos un sinfín de herramientas», explica.

En EEUU tienen la confianza para decir: ‘Oye, te hemos contratado porque nos gustas como persona, ya no solo por tu perfil de estudios o laboral'»

Desde el pasado mes de octubre ejerce como Team Leader, de modo que ayuda a liderar los proyectos de su equipo, compuesto por seis personas. Lo que más le gusta de la cultura corporativa de su empresa, y en general de lo que ha observado en las empresas tecnológicas estadounidenses, es que «todos los empleados se sienten con la confianza de promover ideas e idear proyectos o sugerencias de mejora en sus propios equipos». Su posición actual conlleva sostener e impulsar esta cultura de mejora continua en el seno del equipo que coordina.

Nos cuesta imaginar proyectos concretos. Y, por eso, le pedimos que cite uno que considere especialmente relevante para su compañía. No tiene que remontarse mucho en el tiempo. Relata una iniciativa cerrada apenas hace una semana, en la que su equipo lleva trabajando desde hace ocho meses. «Es un proyecto para una red de bancos de una entidad financiera mexicana que está en el top 5», afirma.

En concreto, se trata de un cliente que venía trabajando con una telefonía análoga, conectada con un carrier mexicano, con dispositivos y teléfonos de escritorio. Gracias al equipo liderado por Ayestaran, se ha enfrascado en un proyecto para digitalizar toda esa estructura, llevarla a la nube y gestionar digitalmente todas las llamadas telefónicas, tanto internas entre departamentos como externas de clientes o colaboradores. «Con nuestra solución les ofrecemos trazabilidad, unificación, posibilidad de transferencias, grabación de llamadas en análisis y reporting avanzado», explica.

Le preguntamos qué nivel de digitalización atisba en el mercado que cubre. En su opinión, el grado de madurez tecnológica de Latinoamérica es muy alto en los segmentos de empresas con los que trabaja, en general de gran tamaño: «Es una madurez tecnológica adoptada en parte por necesidad, a raíz de la pandemia, pero que se ha llevado a cabo con un ritmo muy alto y de forma exitosa».

A medio-largo plazo, siento que hay un estilo de vida con el que yo me crie y que es difícil replicar en otras partes. O, desde luego, no se puede replicar aquí»

Su trabajo consiste, precisamente, en detectar oportunidades de mejora en arquitecturas digitales que normalmente son «completas, complejas y eficientes». «Una forma que tenemos de ayudar a las empresas es simplificando sus herramientas, unificando y centralizando las distintos herramientas y servicios con los que cuentan para ser más eficientes generando negocio y ahorrando en costes», explica.

En su opinión, los modelos de trabajo en remoto o híbridos se acabarán imponiendo, por mucho que en algunos países se esté produciendo una suerte de efecto rebote en este aspecto. En ese nuevo modelo, las tecnologías de trabajo colaborativo serán muy relevantes. «Yo no voy a la oficina nunca, y creo que es una tendencia que no va a ir demasiado en retroceso. Sí es posible que en algunas zonas cueste adoptar o mantener este tipo de medidas, pero creo que las nuevas generaciones se están acostumbrando a este nuevo paradigma y, de cierta manera, lo están exigiendo. Así lo percibo en mi círculo de amigos y compañeros», sentencia.

PAMPLONA EN LA DISTANCIA

Echando la vida atrás, recuerda que en su infancia no tenía muy claro en qué sector o industria quería trabajar, pero siempre se imaginó viajando al extranjero y desarrollando una carrera internacional. «Sentía que conocía Pamplona como la palma de mi mano, que había pasado por Estafeta como 25 millones de veces y que quería comerme el mundo, viajar, hacer amigos en el extranjero…», rememora.

Vivió aquella fiebre desde la adolescencia más temprana. «Desde que tenía 13 o 14 años me pasé todos los veranos fuera estudiando idiomas, trabajando en intercambios… Estuve en Alemania, en Austria, en Francia, en Estados Unidos…».

Le preguntamos por las diferencias empresariales que detecta entre Navarra y Estados Unidos. Y aunque admite que no tiene modelos con los que comparar, porque toda su carrera profesional ha transcurrido en el ámbito internacional, lo que más le llama la atención de las grandes tecnológicas es la capacidad de sus líderes para transmitir confianza e inspirar, así como la importancia que conceden a las soft skills. «Tienen la confianza para decir: ‘Oye, te hemos contratado porque nos gustas como persona, ya no solo por tu perfil de estudios o laboral'», asevera.

Con el paso de los años, sin embargo, ha cambiado su relación con su Pamplona natal. Ha contraído matrimonio con un ciudadano mexicano, naturalizado estadounidense, y siente California «como su hogar», pero sigue visitando Pamplona un par de veces al año y empieza a barruntar que quizá haya algo de su infancia que quiere recuperar: «A medio-largo plazo, siento que hay un estilo de vida con el que yo me crie y que es difícil replicar en otras partes. O, desde luego, no se puede replicar aquí».

Cita aspectos como disfrutar de círculos sociales cercanos, una educación pública de calidad y una sanidad pública digna… En resumen, «una vida más cívica, más cercana». «Son factores a tener en cuenta cuando uno piensa en el futuro», resuelve al tiempo que no descarta regresar algún día a las calles que la vieron crecer.

Esta entrevista forma parte de la Estrategia NEXT del Gobierno de Navarra.