jueves, 12 diciembre 2024

Quiero empezar con una primera reflexión. Hemos convencido a la sociedad de que toda persona que es nombrada para un cargo en la Administración pública es susceptible de ser corrompida. Esto es un problema de muy difícil solución que deberíamos hacérnoslo mirar porque, además, afecta en gran medida al tema principal que quería abordar hoy: la inversión pública en Innovación.

¿Qué nos dicen los números? Que la inversión pública en Innovación cae. Bien. De acuerdo. Muchos lo achacarán a “los recortes”. Es un factor que está ahí. No lo niego. Pero, ¿es el único factor? ¿Seguro? Pensemos fríamente y,encontraremos varios obstáculos que influyen en estos resultados y que, ahora mismo, nos pasan desapercibidos y no sé por qué.

El primero tiene que ver con lo que antes hemos mencionado. El cargo público está desprestigiado o casi. Muy bien.¿Qué alto cargo se va a atrever a firmar una convocatoria o una ayuda a la Innovación si el subconsciente le puede estar diciendo en ese mismo momento “la que me va a caer tras firmar este papelito”? Pues, señores, ése es un primer elemento del que curiosamente nadie habla pero que se traslada rápidamente al apartado que lleva por título “Inversión pública en Innovación”.

Segundo tema. ¿Han presentado alguna vez un proyecto de Innovación en una ventanilla pública? ¿Si? ¿No? Yo sí lo he hecho, perdón por la inmodestia y el resultado es el que sigue. Tienes que contar tu proyecto de innovación como mínimo a 10 personas distintas de otros tantos 10 departamentos para conseguir presentar todas las validaciones que te permitan contar con la necesaria financiación pública. Así de tirón. Uff!! Trasladado al mundo de la empresa, es como si pagaras los cuartos al pregonero de la esquina para contar a voz en grito para que se enteren hasta en Papua de todas tus proyectos antes ni si quiera de ejecutarlos… ¡¡Ya no digamos venderlos!! O sea, ilógico e ineficiente, como mínimo.

¿Entonces? Como aparece en el titular de este comentario, no quiero quedarme en la pataleta. Quiero plantear, desde mi humilde experiencia, una propuesta no sé si “honesta” o “heroica” para revertir este estado de cosas. En concreto planteo estas dos alternativas.

1. Algo debe cambiar en el protocolo de actuación. Sobre todo en lo referente a los tiempos de actuación y ejecución en el sistema público. Veamos. Como el administrador público se siente observado y tiene miedo a sufrir “lapidación mediática” por llamarlo de algún modo ¿qué hace? Acude a la socorrida “Comisión”.

¿Y esto que significa? Tomen aire porque supone lo siguiente: anuncio de concesión de subvenciones a la I+D+i, apertura efectiva del periodo de presentación de solicitudes (porque habitualmente entre el anuncio con chirimías y la apertura también pasa un tiempo… no se crean), estudio pormenorizado de los documentos presentados junto con la solicitud, primera resolución provisional, apertura periodo de alegaciones, estudio alegaciones, resolución de las alegaciones, segunda resolución definitiva y, después de pasado otro tiempo (porque, ¡vaya, qué mala suerte!, en ese momento nos hemos quedado sin el dinero que se había reservado para esta partida) entrega de la susodicha subvención un tiempo muy largo e indeterminado después…  ¿A que no es lógico si estamos hablando de Innovación? Pues, para algunos asuntos funcionamos tal que así.

Con respeto, reconocimiento y perdón para todos aquellos profesionales públicos que se hayan sentido concernidos por la anterior descripción de cosas pero este proceso tan “mecanizado”, “pesado”, “lento” y “burocratizado” debiera dar paso a otro menos “riguroso” en el regate corto y que tuviera una visión más amplia y más a largo plazo. Creo que la palabra que resume mi planteamiento (ahora tan de moda) es “transversal”.

2. Precisamente, mi segunda propuesta tiene que ver con lo que acabo de comentar. Les pido a los cargos con responsabilidad en la Administración, por favor, que sean valientes, que tomen decisiones y que, a poder ser, piensen, reflexionen y valoren la necesidad de apostar por el largo plazo sobre todo. Sí. ¡Necesitamos planes a largo plazo!

Claro esto es posible si, como he comentado al principio del todo, nos lo hacemos mirar y no establecemos (pre)juicios sumarísimos por cada acción que tomen nuestros administradores.

Dicho esto. También considero que es bueno y saludable y, además, muy recomendable, establecer mecanismos de control y seguimiento. Los famosos ‘check and balance’. Pero me pregunto si la situación que estamos viviendo en el momento presente no nos estará empujando a ser demasiado desconfiados… Desde luego, hay motivos, pero así tampoco vamos a poder avanzar en nada…

De lo contrario, con la excusa de los “recortes”, seguiremos pensando que el fallo es de los demás, como hace el avestruz cuando mete la cabeza bajo tierra, cuando no es así. Y lo que está en juego (innovación, progreso, mejora, competitividad, optimización…) es demasiado importante como para no pensar en ello… ¿No les parece? 

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