La crisis ha aflorado muchas de las debilidades de nuestras economías que, ahora, se intentan paliar. Entre las lecturas que se han podido extraer en estos últimos 8 años destaca la necesidad de colaborar e innovar para ofrecer productos de calidad y valor añadido en un contexto internacional. Fruto de ese aprendizaje es, por ejemplo, la estrategia europea que persigue fortalecer las relaciones entre un mundo tradicional, como el de la agricultura y ganadería, con el de la investigación científica. Dos realidades muy diferentes que, sin embargo, se necesitan mutuamente para avanzar.
Con ese objetivo se ha diseñado la política de desarrollo rural de la UE para el periodo 2014-2020, que busca: mejorar la competitividad de la agricultura; garantizar la gestión sostenible de los recursos naturales y lograr un desarrollo territorial equilibrado de las economías y zonas rurales. Se trata, en definitiva, de solucionar los problemas prácticos del campo, mediante métodos científicos, fomentando el aprendizaje continuado y la formación del profesional del sector.
En este contexto, la labor que realiza el Instituto de Agrobiotecnología en Navarra (IdAB) es fundamental. Creada en 1992, no se puso en funcionamiento hasta 7 años después, gracias al convenio de colaboración firmado entre la Universidad Pública de Navarra (UPNA) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Aterrizaba así en Navarra, el mayor organismo de investigación de España, con una productividad científica que lo sitúa como la tercera institución con más productividad científica de Europa y octava del mundo. Y en 2001, se sumaba también el Gobierno de Navarra.
La directora del IdAB, María Jesús Grilló, opina que “ha sido necesario sufrir una crisis económica para darnos cuenta, tanto en España como en toda Europa, de la necesidad de colaboración entre ciencia y sociedad para optimizar recursos y conocimientos”. Hasta 2007, muchos vivieron en la abundancia, y “en la abundancia, no se sentía la necesidad de colaborar”. Ahora, sin embargo, no sólo se necesita optimizar los recursos, sino que el sistema de ayudas europeos, nacionales y regionales fomentarán la transferencia de conocimiento e innovación al campo para reforzar los lazos entre el sector agroalimentario forestal y la I+D.
PROYECTOS DE I+D+I
Entre los distintos proyectos que lleva a cabo el IdAB está, por ejemplo, el que afecta al porcino de producción intensiva y lechón integrado de Navarra, estudios financiados por la Fundación Caja Navarra y el Gobierno de Navarra.
En el caso del lechón de Navarra, se trata de un producto original de la Comunidad foral, que se exporta a los mejores restaurantes del mundo, y que, a la vez, “permite sostener la economía de muchas familias y mantiene todo un turismo y desarrollo rural, por lo que la ciencia puede apoyar la subsistencia de la economía agrícola y ganadera en pequeños núcleos rurales que, de otra forma, se despoblarían”.
Además, en lo relativo a los estudios de salmonelosis porcina, la colaboración entre los científicos del IdAB, el Gobierno de Navarra y los productores, puede permitir “adelantarnos a la instauración de la normativa europea sobre Salmonella que se está desarrollando y que será muy restrictiva en cuanto a la comercialización internacional de productos de origen porcino”.
Otra de las investigaciones que se llevan a cabo en el IdAB, se centra en la búsqueda de los llamados compuestos bioestimulantes o agrobiológicos, también financiado por la Fundación Caja Navarra. Se trata de una línea orientada en la “obtención de una producción agraria respetuosa con el medioambiente y económicamente rentable y sostenible”, explica la doctora Edurne Baroja, científica titular del CSIC en el IdAB.
En este sentido, el proyecto se centra en la producción del pimiento del piquillo y tomate. “Se encuentra en fase experimental, y en invernadero hemos conseguido adelantar e incrementar la producción de la cosecha de pimiento”.
CONTROL SANITARIO
Otra de las áreas de trabajo del IdAB es el desarrollo de herramientas de diagnóstico en el control y vigilancia epidemiológicos, para la rápida detección de problemas de focos en el ámbito de la sanidad animal y de la seguridad alimentaria. Se trata de estar preparados para posibles crisis que puedan surgir en relación a la ganadería o seguridad alimentaria. Un aspecto importante, si se recuerdan crisis como el brote de E. coli en Alemania, conocido como la “crisis del pepino”, que causó 48 muertes y más de 4.000 afectados, sobre todo, en el país germano. Las autoridades alemanas atribuyeron, por error, a una partida de pepinos españoles el origen del brote, que terminó situándose en una granja de Baja Sajonia (Alemania).
La ciencia ayudó a identificar el origen y a demostrar la calidad de los productos españoles. Las falsas acusaciones, sin embargo, generaron pérdidas de más de 220 millones de euros a los agricultores españoles. “Si se hubiera dispuesto de herramientas de diagnóstico molecular y vigilancia epidemiológica”, asegura la Dra. Grilló, “se hubiera identificado antes el foco de origen y de forma más efectiva, reduciéndose considerablemente las consecuencias económicas”.
IdAB
Las investigaciones que se realizan en el IdAB tiene un gran componente tecnológico. Cuentan, además, con la presencia del CSIC, líder nacional y europeo en cuanto al número de patentes registradas y spin-off derivadas de la investigación.
En el IdAB se combinan actividades de formación de investigadores y tecnólogos, con otras de investigación y desarrollo tecnológico, para lo cual está abierto a la colaboración con entidades españolas y extranjeras. La misión fundamental del IdAB, como centro del CSIC, es el fomento, coordinación, desarrollo y difusión de la investigación científica y tecnológica, con carácter pluridisciplinar, con el fin de contribuir al avance del conocimiento y al desarrollo económico, social y cultural, así como a la formación de personal y al asesoramiento de entidades públicas y privadas en esta materia.
La investigación que se realiza en el IdAB abarca desde la aspectos básicos para comprender determinados fenómenos biológicos, hasta la transferencia del conocimiento al sector productivo y empresas, principalmente de las áreas de agroalimentación y sanidad animal. En este sentido, se han puesto en marcha tres Empresas de Base Tecnológica, i.e. Iden Biotechnology, Recombina y Brucella Green Vac, y otras que están actualmente están en constitución.