¿En qué momento el ser humano pasó a considerar la comida como un mero trámite para la supervivencia? ¿Qué ha sido del innegable placer de saborear una buena gastronomía?
No cabe duda de que la sociedad actual es víctima de una aceleración. El ritmo de vida de las personas ha aumentado hasta el punto de haber convertido a estas en máquinas humanas obligadas a eliminar los movimientos «improductivos».
¿En qué momento el ser humano pasó a considerar la comida como un mero trámite para la supervivencia?
Respecto a esto, uno de los ámbitos más afectados es, sin duda, el de la alimentación.
Con la llegada de la «Fast Life«, muchas personas han dejado atrás el hábito de sentarse a saborear los alimentos para iniciarse en el imperioso mundo de la comida rápida y los alimentos precocinados, llegando al extremo de comer mientras trabajan o incluso a no hacerlo.
Frente a todo esto surgió la «Slow Food«, una filosofía que pretende luchar contra el virus de la «Fast Food» hasta lograr que la sociedad retome la costumbre de detenerse a disfrutar de una buena gastronomía.
El movimiento se creó en Italia en 1986 cuando un grupo de personas, lideradas por Carlo Petrini, decidieron manifestarse ante la llegada de la multinacional de comida rápida McDonald’s. Movidos por el miedo a la desaparición de los hábitos saludables, se unieron en la Plaza España de Roma para reivindicar la importancia de la gastronomía local y su riqueza de sabores.
Esta teoría, representada bajo el símbolo de un caracol, comenzó como un pequeño movimiento. Pero rápidamente se implantó en otros países como Francia (1989), Alemania (1992) o Suiza (1993) hasta llegar al punto actual, en el que cuenta con representación en más de 150 países alrededor del mundo.
Entre sus principios más destacables se encuentra la necesidad de vivir una vida sin prisas, comenzando por el momento de la comida; la defensa de los productos orgánicos y la agricultura de bajo impacto para el medio ambiente; y la toma de consciencia sobre los alimentos que ingerimos y su procedencia.
De igual modo, cabe destacar la especial importancia otorgada a la agricultura local. Respecto a esto, además, se creó el distintivo «KM 0» usado para designar a aquellos establecimientos que cumplan 2 requisitos principales:
- Elaborar sus platos con materias primas procedentes de un radio menor de 100 kilómetros.
- Hacer uso de alimentos ecológicos, de calidad y respetuosos con el medio ambiente.
SLOW FOOD EN NAVARRA
Debido a su excelente agricultura, Navarra se presentaba como un territorio con unas condiciones muy favorables para la implantación del Slow Food. Ante esta situación, la granja escuela Ultzama se puso manos a la obra para acercar esta renovada filosofía de vida a todos los navarros.
Actualmente, la Comunidad Foral cuenta con más de 10 restaurantes certificados como «KM 0» para todo aquel que quiera deleitarse con los tradicionales sabores de la gastronomía navarra. Entre ellos se encuentran los siguientes:
- Restaurante Coto Valdorba en Sansoain
- Restaurante Rodero en Pamplona
- Restaurante Trinquete en Tudela
- Restaurante Aritza en Auritz/Burguete
- Hostal Gartxenia en Larraintzar
- Restaurante Maskarada en Lekunberri
- Hostal Restaurante Txapi Txuri en Murillo el Fruto
- Restaurante Donamariako Benta en Donamaria
- Restaurante Tubal en Tafalla
- Posada de Elbete en Elbete
De igual modo, cabe destacar el proyecto de creación de la primera Escuela Slow Food del mundo, de nuevo a manos de la granja escuela Ultzama. Esta verá la luz en otoño de 2017.