Bajo el cielo cambiante de Navarra, donde el viento susurra historias de antiguos reinos y batallas olvidadas, aún se pueden seguir las huellas de fortalezas que desafiaron el tiempo. Cuatro castillos desaparecidos, cuyos cimientos apenas han resistido el paso de la historia, nos invitan a explorar sus ruinas a través de diferentes senderos. Desde las inexpugnables defensas medievales hasta los vestigios de fortalezas musulmanas y asentamientos de la Edad del Hierro, cada piedra es un eco de gestas y misterios.
Desde Vanity Capital os proponemos varios paseos de distintas dificultades para conocer la memoria de Navarra mientras disfrutas de la naturaleza.
CASTILLO DE IRULEGUI
Esta ruta circular de 5,96 kilómetros nos lleva hasta la cima del Monte Irulegui (893 metros), donde se encuentran los restos del castillo medieval con el mismo nombre, no sin antes pasar por el Bosque Animado de Ilundáin. Con un desnivel de 322 metros y una duración de casi tres horas, el recorrido ofrece vistas panorámicas de la Cuenca de Pamplona, convirtiéndolo en un paseo perfecto para realizar en familia. El castillo, situado en un enclave estratégico entre los Pirineos y el valle del Ebro, fue en su origen un castro vascón de la Edad del Hierro, destruido en el siglo I a.C. durante la rebelión de Sertorio. Posteriormente, en la época medieval, se convirtió en una fortaleza con una imponente torre del homenaje pentagonal.
En sus excavaciones, la Sociedad de Ciencias Aranzadi halló en 2022 la Mano de Irulegui, una placa de bronce con inscripciones en lengua vascónica, cuya primera palabra, sorioneku (‘afortunado’), es la más antigua conocida en este idioma. La restauración parcial del castillo permite a los visitantes imaginar su antigua estructura mientras disfrutan del paisaje. El ascenso, aunque moderado, recompensa con una vista espectacular y una conexión con la historia de Navarra.
CASTILLO DE PUNICASTRO
La ruta a las ruinas del castillo de Punicastro, en la Sierra de Codés, nos sumerge en la historia medieval de Navarra mientras recorremos un sendero de 3,38 kilómetros con 315 metros de desnivel. Aunque apenas quedan restos visibles, este castillo, documentado desde el siglo XI y abandonado en el XV, fue una importante fortaleza del Reino de Navarra. Durante el reinado de García el de Nájera (1035-1054), tuvo como tenente a Fortún Sánchez y más tarde quedó bajo la Merindad de Estella, con una guarnición de diez hombres. Desde su posición estratégica, dominaba los valles de Aguilar y La Berrueza, aunque su ubicación exacta sigue siendo incierta debido a la erosión del tiempo.
El recorrido asciende primero a la Cueva del Moro y después a la Peña de Malpica, donde la tradición sitúa la guarida del bandido Juan Lobo, cuyas fechorías atemorizaron la región en tiempos de luchas de bandos. Se dice que él y su cuadrilla aprovecharon las antiguas ruinas del castillo como refugio, añadiendo un halo de leyenda a este enclave histórico. Con una duración de casi dos horas, esta ruta circular combina aventura, paisaje y la evocación de un pasado en el que caballeros y forajidos marcaron la historia de la Sierra de Codés.
![La Sociedad de Ciencias Aranzadi halló en 2022 la Mano de Irulegui, una placa de bronce con inscripciones en lengua vascónica.](https://navarracapital.es/wp-content/uploads/vista-aerea-irulegi.webp)
La Sociedad de Ciencias Aranzadi halló en 2022 la Mano de Irulegui, una placa de bronce con inscripciones en lengua vascónica.
CASTILLO SANCHO ABARCA
La ruta hacia los restos del castillo de Sancho Abarca, en las Bardenas Reales, nos sumerge en la historia fronteriza de Navarra. Con 13,32 kilómetros de recorrido y un desnivel de 336 metros, esta travesía permite descubrir la importancia estratégica de esta fortaleza medieval, construida probablemente por orden de Sancho VII el Fuerte en el siglo XIII. Situado en el Cabezo del Fraile, a 630 metros de altitud, el castillo servía como puesto de vigilancia ante el Reino de Aragón y para proteger a los pastores de bandidos. Su ubicación privilegiada permitía controlar el tránsito por el valle del Ebro y es posible que sus orígenes se remonten a la época andalusí, cuando formaba parte del sistema defensivo de la Marca Superior de Al-Ándalus.
El castillo contaba con un foso excavado en la roca, un torreón, una iglesia, bodegas y diversas dependencias. Aunque fue demolido entre 1512 y 1521, sus vestigios aún evocan su pasado defensivo. La ruta nos lleva por la Bardena Negra, atravesando barrancos, molinos de viento y antiguas majadas, con paisajes áridos y sobrecogedores que nos transportan a tiempos de conflictos medievales. La subida hasta el castillo, en lo alto de un peñasco rodeado de pendientes abruptas, recompensa con impresionantes vistas y la sensación de pisar un enclave importante en la defensa del Reino de Navarra.
ALCAZABA Y CASTILLO DE TUDELA
La ruta al castillo de Tudela nos lleva a descubrir los restos de una de las fortalezas más emblemáticas de Navarra. Con casi 25 kilómetros de recorrido y un desnivel suave de 282 metros, esta ruta circular nos sumerge en la historia de la antigua alcazaba musulmana, construida en el siglo IX y reformada tras la reconquista cristiana de 1119. Situado en el cerro de Santa Bárbara, el castillo tuvo una gran importancia estratégica, dominando el paso del Ebro, que durante siglos fue frontera entre el mundo musulmán y cristiano. Tras pertenecer a los Banu Qasi y luego a la Taifa de Tudela, pasó a manos de la Corona Navarro-Aragonesa y finalmente al Reino de Navarra. En el siglo XV, Carlos III el Noble transformó la fortaleza en un elegante palacio real, con una gran plaza de justicia y una torre principal conocida como la «Torre de Don Mejón».
El recorrido comienza en Tudela y atraviesa la Cañada Real en dirección a las Bardenas, ofreciendo vistas panorámicas desde el Cabezo Moro. De regreso, el camino nos lleva por la orilla del Ebro hasta el casco urbano, donde el ascenso final nos conduce a la cima del cerro de Santa Bárbara, actual ubicación del monumento al Corazón de Jesús. Desde allí, las vistas sobre la Bardena, el Ebro y la Mejana recuerdan la importancia estratégica del castillo. Aunque hoy solo quedan restos arqueológicos, su historia sigue viva en este itinerario que combina naturaleza, paisaje y patrimonio medieval.