Aquel torno vertical se había usado en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial para fabricar torretas, cañones o rodillos de oruga. Pero, tras la contienda, pasó a emplearse para producir tornillos, tuercas y otras piezas metálicas. Astilleros de Cádiz adquirió una de esas máquinas a finales del siglo XX, aunque el cuadro eléctrico ardió y quedó inservible. “Una compra inútil”, debieron de pensar. En un intento por amortizarla, la enviaron a Sevilla, donde el encargado de arreglarla fue Javier Heredia, entonces un joven electricista de 18 años. Completar aquel reto le supuso su primera nómina.
Hoy, Heredia es el propietario de Acimuth, una empresa navarra especializada en autoconsumo, energías renovables, domótica y eficiencia energética. Nacido en Barakaldo, aunque se siente navarro de adopción, siempre se ha llevado bien con las máquinas. Con 10 años, ayudaba a su padre, Enrique, a fabricar pupitres de depuradoras, y con 15 creaba cuadros eléctricos por sí mismo. “Él me ha enseñado todo sobre el sector. Participó en la constitución de los Altos Hornos de Vizcaya y trabajó en Siemens para montar después su propia empresa de electromecánica. Incluso me ofreció tomar las riendas del negocio, pero aún no me veía con experiencia suficiente”, detalla a Navarra Capital este emprendedor de 53 años.
“De aquí a 2040 o 2050, quien no tenga paneles en su tejado recibirá una factura muy potente de gas y electricidad”
Precisamente, y tras estudiar una FP de Electricidad en Sevilla, “donde corregía a los profesores porque el temario era muy sencillo”, se embarcó con 25 años en un viaje a Bolivia con la ONG Asociación Amigos de Doñana. Allí colaboraría con su fundador, el biólogo Javier Castroviejo, quien anteriormente había asesorado a Félix Rodríguez de la Fuente en Sudamérica.
Heredia aterrizó en Santa Cruz de la Sierra el 24 de febrero de 1995, en plenos carnavales locales. Durante los seis años siguientes, se dedicó a construir viviendas con agua corriente, electricidad, paneles solares y otras infraestructuras, “como una línea de alta tensión de 2 kilómetros en Puerto Suárez, en la frontera con Brasil“.
Por las tardes, acudía a los colegios cercanos para impartir clases sobre cambio climático y la importancia cuidar el medio ambiente. “Me cambió la vida. Aprendí que no siempre habrá alguien dispuesto a echarte una mano. Por ejemplo, encallé numerosas veces con coches todoterreno y no había grúas que me ayudaran a sacarlo. También contraje malaria en un pueblo perdido”, rememora.
Sin embargo, durante su último año en la Amazonía, a Heredia se le presentó una oportunidad laboral para regresar a casa. Así, emprendió el camino de vuelta para instalarse en a Imárcoain y estudiar un posgrado de ‘Especialista en instalaciones de energías renovables y arquitectura bioclimática’. Después, y junto a otras dos compañeras, ingresó en el Vivero de CEIN.
ACIMUTH Y AUTOCONSUMO
Finalmente, el proyecto empresarial iniciado con el apoyo de la sociedad pública no salió adelante. Pero las experiencias extraídas durante aquel periplo permitieron a Heredia crear una nueva empresa, Acimuth, en abril de 2010. “Hemos crecido desde la crisis de entonces. Empezamos dos personas y ya somos seis. Además, en 2020 compré dos naves en el polígono de Egüés y, durante la pandemia, construí las oficinas actuales, que seguimos ampliando”, detalla Heredia para precisar acto seguido que la buena marcha del negocio también se ve potenciada por las ayudas públicas destinadas al sector.
“De aquí a 2040 o 2050, quien no tenga paneles en su tejado recibirá una factura muy potente de gas y electricidad. La transición hacia un modelo sostenible de biomasa, autoconsumo y aerotermia es necesaria. Es verdad que falta tecnología, sobre todo en materia de baterías, pero ya hay comercios y negocios que pueden acometer esta inversión”, apostilla.
En este sentido, y según informó en mayo el Gobierno de Navarra, el autoconsumo ha pasado de tener una potencia instalada de 40 MW en 2021 a los 185,6 MW actuales. Además, el Ejecutivo foral y las distribuidoras de energía sellaron el pasado noviembre un acuerdo pionero, que busca “crear vías de colaboración para agilizar la tramitación de proyectos de autoconsumo y comunidades energéticas, entre otros aspectos”. Todo ello en un momento en el que, sin embargo, las peticiones de ofertas poco a poco van disminuyendo tanto en el ámbito residencial como en el industrial tras el ‘boom’ inicial.
“Las ayudas son el motor de decisión tanto para los particulares como para las empresas. Todos queremos aprovecharlas. Ahora que la convocatoria ha terminado, se están resolviendo las ayudas solicitadas en marzo de 2022, por lo que hay muchos en espera. Sin ayudas, se puede tardar siete u ocho años en amortizar esa inversión”, señala Heredia.