Reybesa se ha blindado contra el coronavirus. Gel hidroalcohólico, mascarillas y toma de temperatura obligatoria para poder acceder a unas instalaciones donde trabajan 98 personas capitaneadas por Fernando, Íñigo, Enrique y Diego Redín, los cuatro hermanos herederos de una empresa que su padre, Telesforo, fundó hace 38 años en Urroz.
Enrique, responsable administrativo y gerente, hoy está fuera; Íñigo, responsable de Postventa, saluda de refilón al mover una de las carretillas elevadoras. Y Fernando, director comercial; y Diego, director de Marketing y Desarrollo de Negocio, exhiben la mejor de sus sonrisas para apostillar acto seguido que, como en todas las familias, en la suya también los hay más tímidos y más comunicativos.
“Nuestro padre creó todo esto y nos enseñó a trabajar, pero sin regalarnos nunca nada. Cada cosa que tenemos nos la hemos ganado”.
Quizás esa diversidad de caracteres los ayude también en el día a día a la hora de hacer equipo. Si no, ¿cómo es posible que cuatro hermanos trabajen en la misma empresa, siendo propietarios y jefes a partes iguales? Ahí no tienen duda. Su padre les marcó el camino: “Él creó todo esto y nos enseñó a trabajar, pero sin regalarnos nunca nada. Cada cosa que tenemos nos la hemos ganado, algo que quizás ahora no sabemos transmitir a nuestros hijos, a quienes les damos de todo…”, reflexiona Fernando, el mayor de la saga. Diego, el pequeño, asiente y recuerda que “la entrada de cada hermano fue de forma muy natural, progresiva y descubriendo cada uno dónde encajaba mejor”.
El fundador de Reybesa les dio un empleo y les enseñó a complementarse. Incluso, hace ya unos años, insistió en elaborar un protocolo familiar para prevenir posibles problemas. “Problemas que no han venido porque, hasta ahora, siempre nos hemos puesto de acuerdo y ni hemos leído el protocolo”, subrayan los dos. De hecho, han contribuido a consolidar una compañía que factura entre 16 y 19 millones de euros al año y que, descubrimos al repasar su historia, también ha tenido pequeños golpes de suerte en momentos de crisis.
DE CASA A TRES DELEGACIONES
Fue fundada en 1982, “prácticamente en la mesa camilla de casa”, rememora Fernando. Su nombre viene de Redín y Becerra, los apellidos de los dos socios que juntos empezaron a comprar y vender carretillas. Pronto se quedaría solo Telesforo y abrió su primera tienda física en la calle del Sadar.
Apostar por el alquiler de máquinas fue un paso decisivo en la consolidación y crecimiento de la empresa.
El primer hito de Reybesa llegó cuando su propietario se dio cuenta de que, además de vender máquinas, necesitaba un taller propio para que el servicio postventa fuera “como él quería, el mejor y sin intereses de otros talleres”.
Así que, con la contratación de varios mecánicos, continuó en la calle del Sadar hasta que, por necesidades de imagen y de espacio para atender mejor al cliente, compró una parcela en el polígono de Noáin, donde Reybesa fue la primera empresa en abrir tras la ITV, en 1997. Poco a poco, el equipo de la empresa ayudó a que el prestigio de Linde, marca que representan y que es “líder en calidad, productividad y ergonomía”, creciera. De hecho, otros vendedores los imitaron después en distintos puntos de España.
“Mi padre siempre ha sido muy valiente”, reconoce Fernando, “Y nosotros hemos heredado ese espíritu de continua mejora”, añade Diego. Al principio les costó entender la importancia de la postventa, pero ahora es su prioridad y están totalmente volcados en el servicio al cliente “porque es lo que marca la diferencia, a años luz, con nuestros competidores”.
La postventa es la prioridad de Reybesa. “Es lo que marca la diferencia, a años luz, con nuestros competidores”.
Contar con un gran equipo técnico y buenos talleres para solucionar los problemas del cliente es ahora fundamental. Y precisamente, de la mano de ese despliegue técnico, llegó el segundo hito de la firma en el año 2000, cuando se adentraron en el mundo del alquiler de carretillas: “Nuestro padre era más de comprar y vender y le costaba dejar una máquina de tanto valor en manos de una empresa, ya que no sabía cómo la iba a tratar”. Pero era la tendencia, se arriesgaron y ganaron. Porque hoy en día, una empresa como la suya, “sin una flota de alquiler apoyada por un buen servicio técnico, tiene poco recorrido”. Eso sí, el secreto de que la fórmula funcione se resume en una palabra: calidad. “Esto solo lo puedes hacer con un producto de calidad como el que ofrece Linde”.
En el año 2001, abrieron sede en Tudela. Y el continuo crecimiento de la compañía hizo que volvieran a necesitar más espacio físico. Así que, en 2004, inauguraron las actuales instalaciones de Orcoyen, que constan de dos naves con más de 6.000 metros cuadrados construidos.
Actualmente, Reybesa tiene unas 1.800 máquinas alquiladas y, de las más de 200 que compra a Linde cada año, en torno al 80 % son para alquilar. “Y el alquiler va unido a la postventa, porque la máquina es tuya y tienes que mantenerla en las mejores condiciones posibles”, inciden ambos.
EL TERCER HITO: AUTOCAR
Actualmente, están inmersos en un cambio importante con su empresa filial Autocar, fundada para dedicarse exclusivamente al automatismo de carretillas. Ahí se encuentra toda la división de vehículos automatizados (sin conductor) o AGV (Automated Guided Vehicles), que es “hacia donde tiende el mercado”, aseguran.
Volkswagen Navarra, una de las empresas tractoras de Navarra, ha tenido mucho que ver en este último paso. En el año 2009, Reybesa comenzó a ser su proveedor exclusivo de medios de movimentación. “Nos tocó en plena crisis y fue una apuesta muy importante a todos los niveles”, reconocen. Porque “trabajar con una empresa de este tipo te ayuda a aprender mucho, tanto de organización interna como de aspectos técnicos”.
En 2009, durante la crisis, Reybesa se convirtió en proveedor exclusivo de medios de movimentación para VW Navarra.
Así, los hermanos Redín han ido creciendo en los últimos años con Volkswagen en mejoras e implementaciones logísticas y han acompañado al gigante de la automoción en el desarrollo de diversas soluciones. Y ahora que la tendencia son los AGV, firmaron con la compañía un acuerdo marco hace un año para el suministro de todo este tipo de vehículos en la fábrica, que va automatizándose sin vuelta atrás: “Nos guste o no, la automatización es la tendencia y no podíamos quedarnos atrás”. De hecho, atestiguan que el resto de sus clientes también están mentalizados en ese aspecto: “Toda empresa que construye una nueva nave tiene las miras puestas en automatizar procesos, flujos logísticos, almacenamiento…”.
Con la crisis de 2009, mientras una gran parte del tejido productivo vio tambalear sus negocios, Reybesa pudo crecer exponencialmente gracias a su trabajo con Volkswagen. Y en este 2020, en plena pandemia del coronavirus, son conscientes de que los AGV les van a ayudar a no perder volumen. Eso sí, de momento “Autocar es el retoño, el futuro; pero el biberón actual es Reybesa”, puntualiza Fernando.
NO PARAR NI EN TIEMPOS DE CORONAVIRUS
Durante el confinamiento por el estado de alarma, Reybesa no detuvo toda su actividad porque sus clientes del sector de la agroalimentación o la sanidad trabajaban y, por lo tanto, se convirtieron en esenciales. “Teletrabajaron las personas de administración, pero los encargados de taller, almacén y técnicos estuvieron junto a las máquinas de Findus, Ultracongelados Virto, Congelados de Navarra, la industria papelera, Cinfa…”.
En pleno confinamiento, Reybesa cerró un acuerdo de 1,5 millones de euros que llevaban tres años trabajando.
En el lado opuesto, la automoción sí se vio duramente afectada. Y, por eso, la empresa aplicó un ERTE para el personal especializado en ese sector. Pero afortunadamente, este duró poco más de un mes y todos regresaron pronto a sus puestos. Con cierta añoranza, Fernando comenta que 2020 se presentaba “glorioso y de récord”. Pero el Covid-19 frenó sus expectativas y algún mes fue bastante negativo. Así que los dos hermanos son conscientes de que no van a cerrar un gran año.
Eso sí, en Reybesa se aferran a los pequeños milagros que les van acompañando a lo largo de su historia, de modo que se muestran “optimistas”. En abril, una empresa con la que llevaban tres años negociando una posible colaboración les dio el visto bueno a la operación y, de repente, firmaron un acuerdo de 1,5 millones de euros. También tenían miedo de que algunas inversiones de Volkswagen, asociadas al tercer modelo y que les afectaban, no salieran adelante. Pero se confirmaron con la vuelta al trabajo tras el parón, así que seguirán trabajando con el gigante del automóvil en la línea de la automatización.
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