El cambio climático es una de las grandes preocupaciones y desafíos de la sociedad del siglo XXI. El coste económico y medioambiental que deriva de la producción y consumo de la energía es muy elevado. El consumo energético procedente de los edificios residenciales y comerciales representa aproximadamente el 40% del consumo total de energía final y el 36% de las emisiones totales de CO2 de la Unión Europea.
Para reducir este tipo de consumo, con respecto a los datos de 1990, la UE asumió el compromiso de lograr tres objetivos ambiciosos: reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 20%; ahorrar el 20% del consumo de energía mediante una mayor eficiencia energética; y promover las energías renovables hasta el 20%. Se trata del conocido proyecto 20/20/20 que pretende llevar a Europa a un futuro sostenible, con una economía que genere pocas emisiones de carbono y consuma menos energía.
EDIFICIOS ENERGÉTICOS
La normativa y las subvenciones son otros de los factores que “dirigen los caminos hacia los que ir” apunta el arquitecto navarro Alfonso Orueta, de OFS Architects. Si se prima la instalación de fotovoltaicas, la tendencia será a implementar este tipo de energías en los edificios, pero si desaparecen las ayudas, como es el caso, se buscarán alternativas más baratas.
El sector de la construcción se adapta a esos cambios legislativos tratando de construir edificios que gasten menos, porque esa es la mejor manera de ahorrar. Por eso, se avanza hacia los llamados “edificios de energía casi nula (EECN), donde la necesidad de demanda energética que tienen es muy baja, casi nula”, explica Jaime Suescun de OFS Architects.
FACTORES
En la concepción de este tipo de construcciones, existen diversos factores a tener en cuenta. Por un lado, afectan aspectos como el clima predominante de la zona en la que está ubicado el inmueble y su orientación para lograr una mayor ganancia solar.
A ello le sigue el diseño de los edificios. Otro de los arquitectos de OFS Architects, Diego Fernández, apunta que una de las cuestiones principales en la fase de diseño es lograr una envolvente térmica óptima, aislar el edificio de su contacto con el aire con buenos cerramientos. La tendencia actual es, asegura, “aislar para no gastar, en un grado que antes no se hacía, porque si antes se colocaban 4-6 cm de aislamiento, ahora estamos en 20 cm, casi se triplica lo que se hacía”.
A todo ello, se le suman las medidas activas, aquellas que hacen referencia a los sistemas encargados de generar la energía necesaria en el edificio. Como ejemplo residencial, un modelo ideal, en un bloque comunitario de 20-30 viviendas, sería “hacer una producción centralizada de calor, pero contabilizando los consumos individuales”, defiende Fernández. No obstante, los arquitectos advierten de que todas estas medidas pueden no ser suficiente si el usuario no utiliza la energía de manera eficiente.
PROYECTO PIONERO
Fruto de esa reflexión pueden surgir proyectos como el de OFS Architects que logró ganar el concurso público de 147 viviendas protegidas en Getafe, a finales de 2014. Un edificio basado en los criterios de eficiencia energética que puede suponerle al usuario un ahorro energético del 40% con respecto a un inmueble convencional actual. Se trata de un proyecto pionero de viviendas eficientes en el que se pretende hacer un seguimiento en el futuro para ver la relación que existe entre esa eficiencia energética y el coste que supone.
En la fase de concepción del proyecto, el estudio tuvo en cuenta diferentes aspectos, los programáticos, los funcionales, los económicos, los estéticos y, por supuesto, los energéticos, proponiendo medidas como el aislamiento por el exterior y los cerramientos, que están siendo simulados para ver su comportamiento. Se ha optado, además, por un suelo radiante y refrescante con un consumo de 8 kW/m² año, frente a los sistemas de calefacción que, hasta hace poco, consumían de media en torno a 70-75 kW/m² año.
El proyecto, promovido por la Empresa Municipal de Suelo y Vivienda (EMSV) de Getafe, ha recibido la certificación y visto bueno del Centro Nacional de Energías Renovables (CENER). Fernández advierte, no obstante, que “habrá que educar al usuario en el uso de este sistema, porque así como con los radiadores puedes lograr 3-4 grados más en media hora, con la solución de suelo radiante tiene que estar funcionando a baja temperatura casi todo el día”. Esto no significa que consuma más, sino que el sistema “es diferente”.
INMOBILIARIAS
Cabe preguntarse también hasta qué punto es la eficiencia energética un factor de decisión a la hora de comprar o alquilar un piso. Con la eficiencia energética se trata de gastar menos energía (electricidad, gas, agua, etc.) y eso se traduce en ahorro al final de mes. Desde Alfa 10 Inmobiliaria calculan que en una casa estándar con un gasto de agua, luz y gas de unos 60€ al mes, la diferencia entre una certificación A-B puede rondar los 25€ mensuales en gasto energético, unos 300 € anuales. Si se compara una eficiencia A con una G, la diferencia anual supera los 500€. Un ahorro que podría duplicarse en domicilios más grandes. Para Esteban Calahorra, sin embargo, la eficiencia energética “no se está utilizando como argumento de negociación ni aprovechando todas sus ventajas”.
En cumplimiento de la Directiva 2010/31/UE, el 1 de junio de 2013 entraba en vigor la normativa que obliga a todos los inmuebles españoles que se vendan o se alquilen a tener el certificado energético. Algunos propietarios de vivienda vieron con recelo la implantación de esta normativa, pero “tras casi 2 años en vigor, compradores e inquilinos empiezan a encontrarle sentido, porque afecta a sus bolsillos aunque, la mayor parte de ellos, no son capaces de interpretar correctamente las etiquetas y valorar las diferencias”, afirma el gerente de Alfa 10 Inmobiliaria, Esteban Calahorra.
Los compradores de obra nueva “están más concienciados sobre esta materia porque hay una sana competencia entre los promotores por ofrecer viviendas cada vez más eficiente energéticamente y usan esos aspectos como elementos de valor diferenciadores”. Sin embargo, en la segunda mano, los compradores “no prestan tanta atención porque asumen que son viviendas antiguas, casi todas con bajas calificaciones energéticas y que van a reformarse total o parcialmente mejorando su calificación actual”.
Pie de foto, de izda. a dcha.: Alfonso Orueta, Diego Fernández, María Tejada, Jaime Suescun, Jae Young Lim y Ramón Bustillo.