Pues parece que va a ser que no. Hay quien asegura que la noche electoral hubo quien susurró a los oídos de Rajoy un “no pasa nada, perder ayuntamientos y Comunidades autónomas nos viene bien para ganar las generales“.
La frase, atribuida al asesor áulico de Rajoy en materia demoscópica (¿quién si no?), se explicaba de la siguiente manera. Supuestamente, la victoria sin mayoría del PP en decenas de grandes ayuntamientos y autonomías escoraría hacia la izquierda radical al PSOE, lo que permitiría a los populares pescar parte de su voto más moderado.
La teoría habría seguido vendiéndole al presidente del Gobierno que la obligada toma de decisiones de los nuevos partidos, de un blanco impoluto antes de las municipales, les haría perder fuelle, por aquello de que no es lo mismo predicar que dar trigo. El análisis del ¿gurú? concluía que los pactos (algunos tan anti natura como en Navarra, donde los partidos supuestamente anti casta acuerdan con la derecha vasca más tradicionalista como es el PNV) desgastarían con rapidez a quienes los han firmado, lo que llenaría de votos con la gaviota las urnas de las próximas elecciones.
Eso explicaría la irreal lectura inicial que hizo Rajoy del resultado electoral -aquel casi triunfalista “hemos ganado las eleciones” que tanto irritó a dirigentes de su partido-; y también justificaría la ausencia de cambios de calado en el gobierno o en el PP. Aunque, para esto último, no le hacen falta muchas excusas a quien, como Rajoy, presume de no haber cambiado ni de secretaria en los últimos 30 años.
El caso es que se han ido cumpliendo las predicciones -de Perogrullo- de esta nueva versión de aquello de la “dulce derrota”… Pero parece lejos de hacerse realidad su tesis final: en el seno del PP se da desde luego por perdida la mayoría absoluta y hay pavor por la posibilidad real de no llegar ni siquiera a una mayoría suficiente para formar gobierno (algunos populares sondean ya al mismo PNV al que critican -con razón- por concederle gobiernos a Bildu en Navarra-). Si, al menos de momento, esa teoría de lo bueno que ha sido para el PP perder las municipales se ha manifestado como rotundamente falsa es por varias razones:
Primera: los gobiernos tripartitos, cuatripartitos y hasta pentapartitos ya están cometiendo errores, sí. Pero no hay tiempo de que lleguen desgastados de aquí a las generales.
Segunda: el votante de izquierda radical ve más cerca que nunca el “sorpasso” al PSOE y la “toma del cielo por asalto“. Luego si alguno de sus votantes se quedó en casa en los comicios de mayo, en las generales vencerá la pereza e irá a votar.
Tercera: esas formaciones van a aprovechar las muchas plataformas que ya tenían y las nuevas de las que disponen por su presencia institucional. Para ellos todo vale a la hora de hacer política. Desde un anti desahucio puramente cosmético en Cádiz hasta un txupinazo-mitin en Barañain.
Cuarta: Ciudadanos no es el partido descabezado, sinsentido y sin proyecto que podría parecer viendo su forma de actuar en Navarra. En el resto del país toman decisiones, acertadas o no, pero desde luego meditadas.
Y quinta: si el PP -que es lo que subyace tras esa teoría- vuelve a pensar en ganar las elecciones por los errores de otros, es la mejor manera que tiene de empezar a perderlas.