Hace más de quince años, las siete cooperativas industriales que integran la División de Componentes de la Corporación Mondragon buscaban aprovechar sus sinergias y orientar la I+D+i hacia la mejora de su eficiencia energética. Aquella idea inspiró el nacimiento en 2009 del Centro Stirling, cuyo objetivo era desarrollar una tecnología propia basada en un motor propulsado por la expansión y compresión de un gas a alta temperatura, que no utilizaba combustibles fósiles. En aquel momento, esta área de investigación se perfilaba como una vía para reaprovechar el calor residual generado en los procesos industriales.
Sin embargo, desde su creación en Aretxabaleta (Gipuzkoa), el centro ha ampliado considerablemente sus líneas de innovación, adaptándose a nuevas demandas y desafíos que han surgido desde entonces. Así, ha aumentado su plantilla y adquirido competencias en diversos campos del conocimiento como la fabricación aditiva, la sostenibilidad, la digitalización avanzada, la Inteligencia Artificial (IA) y la impresión funcional. Precisamente, la apuesta por esta última línea permitió inaugurar en 2020 una sede en Villatuerta, para apoyar las labores a la cooperativa Embega.
La evolución experimentada por el centro dio pie al inicio de un proceso de transformación estratégica en 2024 que, entre otras cosas, ya se ha traducido en la redefinición de su identidad. Ahora, el antiguo Centro Stirling ha pasado a llamarse Mondragon Components Competence Center (MC3). «El nuevo nombre pretende englobar las líneas innovadoras que desarrollamos y que son muy distintas a las que teníamos en nuestros comienzos. Así, nos estamos reestructurando con el objetivo de adaptarnos a las estrategias de las cooperativas a las que damos soporte», explica Javier Olaizola, su director gerente.
Se trata también de un cambio de era para la sede navarra, que se convirtió hace cinco años en la primera Unidad Empresarial de I+D+i del Sistema Navarro de I+D+i (SINAI) coordinado por ADItech. «Damos soporte, sobre todo, a Embega, aunque trabajamos también con las demás empresas de la división. La plantilla está conformada por ocho profesionales dedicados por completo a nuestra actividad innovadora, y hemos invertido más de 200.000 euros en nuestros cinco años de historia para adquirir equipos de última generación», indica Silvia Zabala, responsable del Área de Impresión Funcional.
Así, por un lado, MC3 Navarra desarrolla iniciativas para optimizar los procesos dentro de Embega. En esta línea, el equipo logró dar con una tinta funcional «más sostenible» para las labores de la fábrica. Así, la cooperativa está sumergida en estos momentos en la industrialización de este material, con el fin de reducir «un 30 %» su huella ambiental. Un proyecto que culminará en 2026. «La investigación nos ha permitido aspirar a un producto más sostenible y económico, que resulte más atractivo para los clientes y tenga más visibilidad en el mercado», reflexiona Olaizola.

De igual forma, MC3 Navarra busca fabricar prototipos de soluciones basadas en interfaces hombre-máquina (HMI) y sensórica. Una labor clave para la reciente entrada de la firma en el sector de los dispositivos médicos. En esta línea, Embega comenzará a suministrar una matriz de sensores para realizar mapeos 3D del corazón a partir de julio. Todo ello redundará en el crecimiento de la cooperativa, que proyecta aumentar su facturación «más de un 30 %» hasta 2028.
NUEVOS PROTOTIPOS
En paralelo, la Unidad Empresarial de I+D+i tiene entre manos varios proyectos para desarrollar nuevos prototipos. En este sentido, una apuesta novedosa es la fabricación de equipos lab-on-chip, comúnmente conocidos como minilaboratorios, que pueden ser usados por personas no técnicas. «Juntamos nuestras capacidades en sensórica con el conocimiento en microfluídica de la cooperativa Erreka para fabricar estos equipos, que representan un salto cualitativo en nuestra labor y son tremendamente transversales. Pueden aplicarse al sector de la salud y a otros como los wearables (tecnología aplicada a accesorios o vestuario), la agroalimentación o el medioambiente», explica Zabala.

MC3 Navarra cuenta con ocho profesionales en plantilla, que se dedican por completo a la innovación.
En esta línea, MC3 Navarra colabora con CNTA y la Universidad Pública de Navarra (UPNA) para aplicar estos dispositivos al análisis multiparamétrico de la calidad del agua in situ. Además, forma parte de un consorcio junto a la propia entidad educativa y el Centro de Investigación Médica Aplicada (Cima Universidad de Navarra) para fabricar un dispositivo que facilita el diagnóstico especializado en pacientes oncológicos. «Estos últimos equipos son conocidos en la jerga del sector como point of care«, añade la responsable del Área de Impresión Funcional.
Finalmente, el equipo de innovación está llevando a cabo iniciativas enfocadas en el sector asistencial. «Por ejemplo, estamos desarrollando colchones y suelos inteligentes. La idea detrás de nuestro trabajo en esta línea es que los prototipos favorezcan una vida independiente en residencias y pisos en línea con el auge de la silver economy, un mercado en crecimiento debido al envejecimiento de la población y su alto poder adquisitivo», concluye Zabala.