Por eso, el Consejo Social de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) organizó este viernes una nueva sesión para su CEO Club de Entidades Sociales con el fin de que una treintena de organizaciones navarras conocieran los retos y oportunidades asociadas a la implantación de la IA. Moderada por Patricia Ruiz de Irizar (Médicos del Mundo), la jornada contó con la participación de Cristina Aranda, doctora en Lingüística Teórica y Aplicada y asesora en materia de tecnología, innovación, diversidad e inclusión de empresas, gobiernos nacionales y regionales e instituciones.
En primer lugar, la vicerrectora de Estudiantes, Vida Universitaria y Compromiso Social de la UPNA, Begoña Pérez, presentó a los asistentes un nuevo programa que busca profundizar en la relación entre las entidades del tercer sector y el centro educativo. En concreto, pretende fomentar convenios entre la universidad y las organizaciones para convertir las horas de formación y voluntariado en créditos universitarios. «Nos vinculamos, sobre todo, a través de los estudiantes que realizan prácticas y colaboraciones con vosotros. Ahora, queremos facilitar el acceso de los estudiantes a esta oferta solidaria y reconocer el tiempo que inviertan en ser solidarios», incidió Pérez.
A continuación, Ruiz de Irizar introdujo a Aranda, autora del libro Vidas Futuras y cofundadora de la consultora Big Onion, que trabaja con clientes como el Grupo Damm, Vocento; Libelium; el Ministerio de Economía, Comercio y Empresa; Ashoka; o Turismo de Tenerife. La experta también es parte del equipo fundacional de la asociación MujeresTech, la comunidad Spain AI Aragón y la fundación ELLIS Alicante.
Así mismo, lideró el Área de Tecnología del Think Tank Covid19 del Gobierno de Aragón y ejerció como directora del Clúster de Humanidades Digitales y Tecnologías del Español en la Comunidad de Madrid, miembro del Consejo Asesor del PERTE de la Nueva Economía de la Lengua y consejera del SD Huesca. En la actualidad, es docente en el Instituto Superior para el Desarrollo de Internet (ISDI), la Escuela Oficial de Idiomas (EOI) y miembro del Consejo Social de la UNED.
«El equipo debe ser capaz de reconocer la importancia de acumular información estructurada (datos) y no estructurada (correos, multimedia o informaciones descriptivas)»
La experta comenzó su ponencia centrándose en el salto que supuso poder interactuar con la IA a través del lenguaje natural. «Esta tecnología existe y se utiliza desde hace décadas, pero el verdadero punto de inflexión que ha provocado el boom actual es que ahora todos podemos usarla sin tener conocimientos de programación», explicó. A continuación, apuntó que «no podrá igualarse nunca» a la inteligencia humana, por lo que la mejor manera de abordar su implantación en cualquier organización es concebirla «como un copiloto» para las actividades diarias y no para reemplazar a personas.
En este sentido, resaltó que la principal diferencia entre los seres humanos y la IA reside en que la herramienta «no es capaz» de entender la complejidad del lenguaje. «Muchas de estas herramientas se entrenan gracias a la introducción de cantidades masivas de datos en redes neuronales que extraen conclusiones por probabilidad, pero esto no es más que repetir sonidos sin entenderlos como los loros. Otras, dirigidas sectores muy regulados como el farmacéutico, necesitan personas que supervisen ese entrenamiento y les enseñen a hablar», detalló Aranda, quien acto seguido insistió en que sigue siendo «crucial» contar con personas que comprueben el correcto funcionamiento de la IA en cualquiera de sus aplicaciones.
Además, animó a las entidades asistentes al evento a favorecer en sus organizaciones la cultura del dato. «Para poder tomar decisiones, la IA necesita mucho más que contar con documentos de Excel. El equipo debe ser capaz de reconocer la importancia de acumular información estructurada (datos) y no estructurada (correos, multimedia o informaciones descriptivas) para luego poder trabajarla con herramientas», remató.
CASOS DE ÉXITO
Aranda quiso ilustrar las oportunidades que ofrece la IA al tercer sector a través de casos de éxito en España. En este sentido, citó el proyecto ‘Cibeles +’, un prototipo desarrollado por el Área de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de Madrid, que permite acceder a información urbanística de Madrid mediante esta tecnología y con el uso de un equipo Amazon Dot.
Así mismo, destacó la herramienta de detección de dislexia Dytective, desarrollada por la empresa Change Dyslexia, o el proyecto Stop, que analiza las redes sociales en busca de patrones asociados a problemas de salud mental, sobre todo vinculados al suicidio, la depresión o los trastornos alimentarios. Y también trajo a colación una alianza entre Cruz Roja y la Fundación Amancio Ortega, por la que unas 26.000 personas mayores de todo el territorio nacional contarán en su hogar con dispositivos de voz para favorecer su autonomía y evitar situaciones de soledad.
AVANZAR EN UN USO ÉTICO
Para culminar la sesión, Aranda enumeró una serie de retos sociales que surgen a partir del uso de la IA en las actividades del tercer sector. Entre otros, resaltó los sesgos implícitos de las herramientas, así como la falta de regulación en su desarrollo y lanzamiento al mercado. «Para empezar a comercializar un juguete, sus fabricantes tienen que atravesar hitos administrativos y pruebas que demuestren su seguridad. Pero, en el caso de las herramientas basadas en IA, los tiempos son muchísimos más cortos, de modo que se toman decisiones sin tener en cuenta un código deontológico», reflexionó.

Aranda es doctora en Lingüística Teórica y Aplicada, autora del libro ‘Vidas Futuras’ y cofundadora de Big Onion.
De ahí que la experta defendiese la importancia de pensar en el impacto social de esta tecnología, más allá de los rendimientos económicos que puede traer consigo: «La innovación y la tecnología necesitan diversidad de identidad, cognitiva y de gente buena y responsable. De hecho, el World Economic Forum citó entre las habilidades más valoradas de las próximas décadas aquellas que refieren al pensamiento crítico o el espíritu de equipo».