viernes, 10 enero 2025

El ecosistema de Idoia Urmeneta para potenciar la innovación social en Navarra

Lectora "voraz" desde niña, en los libros siempre encontró un refugio. Socorrista, hostelera, librera... La pamplonesa Idoia Urmeneta tiene claro que es importante "retarse a una misma". Permaneció dieciocho años en Cruz Roja como responsable del Área de Personas Mayores y, durante seis meses, trabajó como socióloga en el Ayuntamiento de Pamplona. Desde septiembre, es coordinadora de VidAAs, centro público impulsado por la Dirección General de Planificación, Coordinación, Innovación y Evaluación de Políticas Públicas (que recae en Luis Campos) y gestionado por Nasertic, contará con una sede de unos 1.000 metros cuadrados en Sarriguren.


Pamplona - 10 enero, 2025 - 12:36

Nuestra protagonista trabajó durante dieciocho años en Cruz Roja como responsable del Área de Personas Mayores. (Fotos: Sergio Martín)

Una paga de 500 pesetas, una niña de diez años y una gran afición por la lectura. Pulgarcito, Mickey Mouse, Tintín… «Mmmm… ¿Cuál elijo hoy?», sopesa Idoia Urmeneta en voz alta mientras repasa títulos con la mirada. Desea bucear en todas las historias que colman el escaparate de la tienda. Escoge el de la portada más llamativa y corre feliz hacia casa, ansiosa por sumergirse en un nuevo relato.

Lectora «voraz» desde muy pequeña, la infancia de nuestra protagonista estuvo marcada por infinitas historias. En casa, su madre paseaba de aquí para allá siempre con un libro entre las manos, aunque era más de «pequeñas novelas del oeste o de amor». Idoia, sin embargo, prefería los tebeos, aunque poco a poco abrió su abanico literario hasta hacerlo «muy amplio». De misterio, históricas, de autoayuda… Cualquier narración le brindaba la opción de descubrir un mundo nuevo. Y eso le apasionaba. De vez en cuando, acudían juntas a distintos comercios de Pamplona donde estos relatos podían intercambiarse por otros. «Cultivé con mi madre la afición por la lectura, y eso dejó una huella muy profunda en mi niñez», rememora hoy tras remarcar con cierta añoranza que, aunque falleció hace un tiempo, aún conserva decenas de novelas que le pertenecieron en su mesilla de noche. «La literatura siempre nos unirá», apostilla.

LA PARTE SOCIAL DEL MUNDO

Estudió ciencias «puras y duras» pensando que, quizá, su camino se encontrase en el ámbito de la ingeniería. «Pero, ¿realmente esto es lo que quiero?», se preguntaba a sí misma una y otra vez. La respuesta fue un claro «no». «En realidad, lo que me atraía era trabajar con las personas, estar en contacto con la sociedad y aportar mi granito de arena», apunta. Así, finalmente se decantó por cursar Sociología en la Universidad Pública de Navarra (UPNA). Aquella decisión estuvo marcada por los numerosos voluntariados que realizó en Cruz Roja, asociación que conoció a los doce años. «Siempre me he sentido muy vinculada a la parte más social del mundo. Por eso sabía que con esa carrera no me equivocaría», reconoce.

«La etapa universitaria es la mejor», defiende con firmeza. Sonreímos y corroboramos su afirmación. Además del aprendizaje y la diversión que siempre supone adentrarse en la universidad, ambas tuvimos la suerte de «leer un montón» en la mayoría de asignaturas. En concreto, Idoia recuerda varios estudios políticos que le impulsaron a reflexionar y a «descubrir más y más mundos».

Si algo ha tenido claro desde niña, es que «ayudar y aprender» son dos verbos que van de la mano. Y así, precisamente, se lo ha ido enseñando la vida. Al finalizar su formación, trabajó en una beca de colaboración en la UPNA. «Ayudé a una mujer que estaba realizando el doctorado. Me encargué de hacer test de inteligencia a niños y niñas de diferentes colegios, y esa experiencia me encantó», constata justo antes de narrar cómo distintas y variadas experiencias forjaron más tarde su trayectoria profesional.

RETARSE A UNA MISMA

Socorrista, hostelera, librera… Lo cierto es que, después de aquella experiencia en la UPNA, nuestra protagonista se enfrentó a retos muy variados. El primero de ellos fue ejercer como socorrista en una piscina. «Me generaba mucho estrés, creía que alguien se iba a ahogar», evoca recordando aquel típico uniforme de chanclas, silbato y gafas de sol. 

Después de trabajar unos meses en hostelería, llegó una etapa «repleta de felicidad». Durante tres años, permaneció en una librería ubicada en el barrio pamplonés de Iturrama. «Madres buscando libros infantiles, jóvenes en busca de novelas… Ese mundo estaba completamente relacionado con esa parte mía literata que siempre me ha acompañado, y fui muy feliz», matiza. Con curiosidad, preguntamos qué libro solía recomendar a los clientes. No se piensa mucho la respuesta: Emma, de Jane Austen. «De hecho, mi hija se llama así por ese libro», agrega risueña.

«Dirigía y coordinaba proyectos para personas mayores y personas con discapacidad. Además, me encargaba de los programas de envejecimiento dentro de la cárcel»

Entonces, la vida volvió a sorprenderla brindándole la oportunidad de conocer de cerca el ámbito de la arquitectura. Durante un año y medio, se encargó de llevar la contabilidad y la administración del estudio pamplonés SAS Arquitectos. Aunque aquella fue una etapa «fructífera» y aprendió a continuar «retándose a sí misma», anhelaba regresar al mundo social: «Quería trabajar en lo que realmente me hacía feliz».

Así, fichó como socióloga en el Ayuntamiento de Pamplona, donde durante seis meses «planteó estudios y definió diferentes modelos de investigación». Más tarde, fue el momento de regresar al lugar que tantos buenos recuerdos le había brindado. Cruz Roja le ofreció el puesto de responsable del Área de Personas Mayores. Las labores que realizaba le «llenaban tanto» que permaneció en la organización dieciocho años. «Dirigía y coordinaba proyectos para personas mayores y personas con discapacidad. Además, me encargaba de los programas de envejecimiento dentro de la cárcel», detalla.

En aquellos años, dio a luz a Aimar, su primer hijo. De hecho, nació el mismo día que María, la madre de nuestra protagonista: «Ella falleció antes de llegar al primer cumpleaños conjunto. Pero me regalaron una medalla en la que ponía ‘Aimar y María’. Y entonces me di cuenta de que los dos nombres tienen las mismas letras, pero colocadas en distinto orden. Hasta ese momento, no había sido consciente. Ahí entendí que, cuando la vida te quita algo, luego te lo compensa de otra manera».

APRENDER, APRENDER Y APRENDER

El pasado septiembre, sin embargo, la trayectoria profesional de Idoia dio otro giro. VidAAs, centro público de innovación social de Navarra, buscaba un profesional para coordinar sus proyectos. Y nuestra protagonista se «lanzó a la piscina», como cuando fue socorrista: «No tuve dudas. Pensé que era el momento de cambiar de aires y de ser valiente. Y acepté la propuesta».

La pamplonesa Idoia Urmeneta ejerce desde el pasado septiembre como coordinadora del centro VidAAs.

La pamplonesa Idoia Urmeneta ejerce desde el pasado septiembre como coordinadora del centro VidAAs.

El futuro centro, impulsado y liderado por la Dirección General de Planificación, Coordinación, Innovación y Evaluación de Políticas Públicas (que recae en Luis Campos) y gestionado por Nasertic, pondrá sus instalaciones a disposición de las entidades sociales, empresas, universidades y centros tecnológicos para «poder experimentar y testar ‘in situ’ nuevos productos o servicios» dirigidos a «mejorar la autonomía y calidad de vida de las personas». «Es el primer centro público de innovación social creado en Navarra», agrega nuestra invitada.

Idoia tiene su principal objetivo muy claro: «aprender, aprender y aprender». Ahí reside, precisamente, la belleza de iniciativas que «brillan con luz propia». Pero, ¿qué proyectos se llevan a cabo desde el centro? Su coordinadora sonríe segundos antes de desgranar algunas iniciativas que ya se encuentran en marcha: «Aunque todavía no tenemos la sede física construida, estamos trabajando duro para aportar nuestro granito de arena y mejorar un poco el mundo».

CREAR «LABORATORIOS VIVOS»

Próximamente, VidAAs dispondrá de una sede de unos 1.000 metros cuadrados en Sarriguren. Las instalaciones contarán con una conserjería, una cocina, dos salas de reuniones, una sala de realidad virtual y otra de realidad inmersiva, cuyas paredes estarán adornadas con paisajes navarros. «Además, habrá veinticinco puestos de coworking para todo aquel que quiera venir a trabajar a nuestra casa. Queremos engranar un ecosistema en el que todos los agentes estén conectados e implicar a todos los sectores y a todas las personas en él», desvela.

«Unimos a entidades de aquí y de allá y hacemos que conecten. Tenemos antenas por todo el ecosistema para ver qué cosas se pueden mejorar»

Uno de los proyectos que ha nacido en VidAAs va enfocado a las personas de edad avanzada o con discapacidad. Así, ofrece diferentes programas que, a través de gafas de realidad virtual, brindan distintas experiencias, como viajes a ciudades, entornos naturales y museos; paseos en bicicleta y kayak; juegos de trivial y sopas de letras; o actividades de estimulación cognitiva que simulan situaciones de la vida cotidiana.

«Hay cosas que a nosotros nos resultan sencillas, pero a lo mejor a otros no», sostiene Idoia. Por eso, VidAAs considera «esencial» probar sus productos y servicios in situ a través de la metodología living labs, que busca «experimentar en escenarios reales». Por ejemplo, en colaboración con Fundación Hiberus y Fundación Teresa, el centro detectó varios usuarios con dificultades para acceder a determinadas tecnologías. «Hicimos un testeo en la vida real, en directo. Se instalaron una ‘app’ desde cero y trastearon con ella. Es importante conectar con todos los colectivos. Queremos promover la creación de empleos de base tecnológica para personas con discapacidad intelectual», añade.

«En VidAAs no investigamos ni creamos de manera directa. Simplemente somos el entorno idóneo para que todo eso suceda. Unimos a entidades de aquí y de allá y hacemos que conecten. Tenemos antenas por todo el ecosistema para ver qué cosas se pueden mejorar», concluye Idoia. Tras una breve pausa, con una sonrisa de oreja a oreja, suspira: «Estamos llenando de vida el centro VidAAs».


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