El proyecto para la apertura de un ‘hostel’ en la calle Mercaderes, en el edificio del antiguo comercio Unzu, sigue sobre la mesa a la espera de que el Ayuntamiento de Pamplona apruebe o no una nueva regulación para alojamientos turísticos, como se anunció en el mes de enero. En este impasse, la promotora RGA Screen continúa avanzando datos y característica del que quiere que se convierta en un establecimiento hotelero singular y atractivo para la ciudad.
Con 277 plazas previstas, el ‘hostel’ contará con 54 habitaciones, para entre 3 y 8 personas, según los tamaños. El inmueble se completará con una zona de recepción, un bar/cafetería y una sala de usos múltiples. Según ha anunciado la promotora, el proyecto prevé crear alrededor de 150 empleos, entre directos e indirectos. Y, en la selección de personal, RGA quiere contar con personas con necesidades especiales y en riesgo de exclusión. Al menos, así lo ha anunciado el responsable de la promotora, Javier Aguilar, en un comunicado. “Se han iniciado ya contactos con diversos colectivos sociales para ofrecer un porcentaje de puestos laborales a personas con necesidades especiales, tales como el proyecto Cocina Conciencia de Fundación Raíces que ofrece un presente laboral a personas en riesgo de exclusión social y, en Pamplona concretamente, ya se está en contacto con colectivos que velan por la inserción de jóvenes con dificultad social”, ha señalado.
Además del empleo, el proyecto contempla generar una inversión en la ciudad de Pamplona de 3,5 millones de euros anuales “a través del turismo urbano derivado del hostel”, inciden desde RGA.
HOSTEL Y VIVIENDAS
El proyecto fue presentado en septiembre de 2017 bajo el nombre Vive Unzu. En él se preveía la rehabilitación de los edificios que en su día albergaron el comercio del mismo nombre, en la calle Mercaderes de Pamplona. Se trata de un proyecto coral, que conjuga el uso hotelero del inmueble con las viviendas y locales comerciales. Así, mientras el ‘hostel’ ocupará la fachada que da la plaza de los Burgos, se han proyectado diez viviendas “singulares”, de entre 68 y 205 metros cuadrados, que ocuparán la plantas 2ª, 3ª, 4ª y 5ª del edificio, a razón de tres viviendas por planta, todas ellas con fachada y portal a la calle Mercaderes, que mantendrá su aspecto original. Por su parte, los bajos se habilitarán como locales comerciales.
Las previsiones de la promotora de comenzar las obras este 2018 chocaron, sin embargo, con el anuncio de una reforma normativa que dejaba el proyecto en el limbo. En enero, el concejal de Ciudad Habitable del Ayuntamiento, Joxe Abaurrea, presentó un documento en el que se exigía una distancia mínima entre establecimientos hoteleros. Ésta se tomaba en referencia de la fachada, multiplicando sus metros por seis. Con este nuevo requisito, el ‘hostel’ estaría demasiado cerca del hotel Pompaelo, de la Plaza Consistorial (50 metros en lugar de los 78 que marcaría la nueva norma). Así que, a la espera de cuál será la reforma finalmente aprobada, el proyecto Vive Unzu está en el aire.
El establecimiento contará con las certificaciones Passivhouse y Breeam, de buenas prácticas ambientales, económicas y sociales.
No obstante, los promotores no pierden la esperanza. “Confiamos en que el proceso normativo de regulación de alojamientos turísticos que se debate en el Ayuntamiento de Pamplona permita mantener este proyecto tal y como se concibió y como se reconoció por el propio Ayuntamiento como un proyecto atractivo y positivo para Pamplona”, confía Javier Aguilar, quien espera contar “a la mayor brevedad posible” con las licencias pertinentes para el inicio de las obras.
DE DISEÑO Y EFICIENTE
Para quienes ponen en duda el tipo de cliente que puede atraer el ‘hostel’, la promotora destaca que se trata de un público muy variado, desde jóvenes a familias, para quienes se ha proyectado un establecimiento “de diseño”. El hostel será gestionado por el grupo TCH, “una de las principales cadenas hoteleras especializadas en este modelo de negocio, dotando al complejo de originalidad, frescura, creatividad y funcionalidad tanto para el visitante como para la propia ciudad”.
En este sentido, la promotora quiere hacer una gran apuesta por lograr un establecimiento sostenible y eficiente energéticamente. De hecho, buscará la certificación Passivhouse y también la certificación BREEAM “de buenas prácticas ambientales, económicas y sociales en el ciclo de vida del inmueble”. La reducción del consumo de agua, la calidad del aire, el empleo de materiales de baja toxicidad y reciclados o reciclables son algunas de las máximas que regirán su construcción y diseño. “Se trata de una obra de rehabilitación con la más alta exigencia de calidad certificada para un proyecto de este tipo que, sin duda, aportará valor al entorno y servirá como referencia en el sector turístico”, recalca Javier Aguilar, quien asegura que el proyecto se ha diseñado “para integrarse en la ciudad y formar parte de ella”.
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