¿Han cumplido los Fondos de Cohesión sus objetivos, a saber: reducir el desequilibrio territorial entre los distintos países miembros de la UE? Pues llegados a este punto, año 2016, se puede decir que sí. ¿Qué queda ahora? Repensarlos en clave de optimización de la inversión y mayor conocimiento de la ciudadanía europea para evitar más procesos de “desconexión” del proyecto.
Éstas fueron las principales conclusiones que se trataron de exponer en las distintas mesas de trabajo programadas durante la segunda jornada del Comité de las Regiones celebrado aquí en Bruselas. Es decir, a las autoridades comunitarias no les ha hecho ni pizca de gracia (y se les nota) que poblaciones como las de Gales, una de las grandes beneficiarias de las políticas de cohesión tras la reconversión de su sector minero, fueran de las que más entusiasticamente votaran en favor del Brexit y lo achacan a que no ha habido conocimiento y, si lo ha habido, no se ha sabido trasladar adecuadamente.
Por este motivo, pretenden ‘contraprogramar’ a base de tres mensajes que parecen claros, en todas y cada una de sus intervenciones
- Que las políticas de cohesiíon forman parte de la piedra angular del proyecto UE y, por lo tanto, van a continuar porque es una de sus razones de ser y, además, porque a ella se destina un tercio del presupuesto total de la Unión.
- Que el dinero invertido no solo ha supuesto un beneficio para quien lo ha recibido sino que todos los países miembros de la Unión salen beneficiados con este programa. Por ejemplo, la mejora de las condiciones de Grecia permiten a Alemania poder comerciar mejor con su socio comunitario.
- Que para frenar los poopulismos basados en “Europa nos trata mal” o “Europa no sirve” hay que realizar un replanteamiento del programa por lo que se priorizará la inversión en aquellos proyectos que favorezcan impactos positivos entre la sociedad europea. En este caso, los principales retos a los que se enfrentan las autoridades de Bruselas son la simplificación del procedimiento (para hacerlo más atractivo) y, principal y fundamentalmente, la comunicación. Como todo en esta vida, las autoridades UE también creen a pies juntillas que tienen “un problema de comunicación”.
PIONEROS
¿Cómo encaja España (y, por ende, Navarra) en todo esto? Pues mejor de lo que pudiera parecerse en un primer momento porque, si bien es cierto que hemos sido uno (por no decir) el más beneficiado de estas políticas, la realidad es que los representantes españoles en Bruselas también han sido pioneros a la hora de situarse entre los ‘primeros de la clase’ en esa búsqueda de la optimización y fomento de la comunicación que, con tanto ahínco, reclaman “los padres europeos”.
En el primer caso, en el del beneficio, Entre 1989 y 2020 España habrá recibido casi 190.000 millones de euros. Se trata de una cantidad superior al PIB de Grecia, Portugal o Irlanda. Incluso, yendo más allá, “es una cifra superior a toda la cantidad de dinero destinada al Plan Marshall puesto en marcha por las autoridades norteamericanas tras la Segunda Guerra Mundial para reactivar una Europa totalmente colapsada y destruida”.
Por lo tanto, el balance de todos estos años no puede ser más positivo: “España y, por añadidura, Navarra, se han alineado con Europa lo que significa que ambas entidades han vinculado y compartido sus intereses comunes”. Igualmente los fondos de cohesión, dentro de lo que caben, han ido despejando el camino y reduciendo las desigualdades interiores de nuestro país.
El caso español, concluyen en Bruselas, es paradigmático de la necesidad de contar con una buena política de cohesión porque no se ha tratado de un tema de solidaridad. Se ha demostrado que una estrategia de inversión, como la que se ha llevado a cabo en nuestro país, ha tenido y tiene buenos resultados a medio y largo plazo.
¿Qué sucede? Que, pese a todo, Europa sigue siendo “la gran desconocida” para sus habitantes y que, cual enemigo a las puertas, los fenómenos populistas anti-Euro siguen avanzando. Lo han hecho en Reino Unido y están muy presentes en Francia y Holanda, dos de los países fundadores del proyecto comunitario. Por lo tanto, para las autoridades de Bruselas ha llegado la hora del cambio hacia una mayor optimización buscando más promoción y comunicación.
Aquí también España ha hecho sus deberes a través de la denominada ‘Iniciativa PYME’ programa piloto desarrollado únicamente en nuestro país que, entre 2014 y 2020 prevé la inversión de 800 millones de euros con los que se espera obtener un beneficio aproximado entre 3.000 y 4.000 millones. En este caso, la financiación de los proyectos europeos se realiza a través de unos novedosos instrumentos financieros que presentan estas tres características
- Suponen un efecto multiplicador del proyecto en la medida en que permiten una mejor optimización de los recursos
- Permite atraer capital privado, fundamentalmente PYMEs, y, por lo tanto, hay una corresponsabilidad a la hora de ejecutar este tipo de iniciativas
- Obliga a establecer un responsable encargado no solo de la supervisióin sino del control y la ejecución del proyecto.
Un ejemplo de buena práctica dentro de esta línea de Iniciativa PYME’ se ha dado recientemente en Navarra con la convocatoria abierta por el Ejecutivo foral destinado a financiar en nuestro territorio proyectos innovadores de base tecnológica y del que se puede obtener más información en este enlace.
Y, hasta aquí, lo que han dado de si los dos primeros días del Comité de las Regiones. Mañana miércoles turno para Navarra con la presentación por parte de empresas vinculadas a AIN y su proyecto de fomento de la Economía Circular en nuestro territorio.
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