domingo, 15 diciembre 2024

Andrés Herrera OK“Cada loco con su tema, contra gustos no hay disputa”… comienza una tonadilla que fue muy popular en los años ochenta y que bien podría haber sido la banda sonora de la última cumbre del G-20 celebrada en Hangzhou (China)

Ya antes de la cumbre había muchas dudas sobre sus resultados.  Por ejemplo, Pedro Aznar y Josep Sayeras, profesores de Esade Business School, se preguntaban por la suerte de la cumbre habida cuenta de la falta de liderazgo y consensos que dominaba el entorno antes de su comienzo. Desde una perspectiva estrictamente económica, concluían, todavía estamos lejos de ver la adopción y coordinación de medidas orientadas a afrontar la desigualdad de las rentas o el crecimiento económico de los países desarrollados

Pese a los augurios, la cumbre parecía empezar con buen pie. Tanto la ratificación -en el día previo a su inauguración- del Pacto de París sobre el cambio climático por parte de China y Estados Unidos, como el decidido discurso de apertura  del presidente Xi, llamando a tomar «medidas concretas, sin discusiones huecas», hicieron parecer que del encuentro anual que agrupa a países industrializados y emergentes saldría algún tipo de agenda orientada a afrontar los grandes retos de la economía mundial.

Muy pronto, los pasillos, rompieron el espejismo. El principal objetivo de los diplomáticos estadounidenses, que acudieron a la cumbre, era encontrarse con la delegación rusa y tratar de llegar a un acuerdo en Siria; la agenda de los representantes de la UE tenía, además buscar acuerdos en torno a la crisis de los refugiados, un perfil más económico pero, ya es sabido, que la agenda comunitaria no tiene porqué estar en total sintonía con la de los Estados miembros; por si fuera poco los británicos estaban ahí para dejar claro que ellos se van de verdad y, por tanto, su meta era tejer nuevas redes comerciales. Por otro lado, frente a las economías más industrializadas, ya se sabe… en estos  momentos las economías emergentes son menos emergentes.

Solo China parecía verdaderamente estar preocupada por impulsar medidas de carácter económico. Naturalmente, encontramos en su planteamiento ambiciones de proyección global y otras de tipo interno, pero sin duda el horizonte y las metas planteadas por Xi Jinpin son pasos necesarios para hacer frente a los problemas de una economía mundial que está lejos de los niveles anteriores a la crisis, el proteccionismo es una realidad (según la OMC, los miembros del G-20 han adoptado 145 medidas en los últimos 10 meses) y la desigualdad zancadillea el crecimiento.

Pero, ¿Cuál es la propuesta de China? Básicamente se articula en cuatro prioridades:

  1. Innovación y crecimiento. La economía mundial suma nuevos desafíos a todavía persistentes viejos problemas. Para ello, China propone, entre otras medidas, el desarrollo de un sistema global de innovación.
  2. Gobernanza económica global. A pesar del tiempo transcurrido desde la crisis económica y financiera de 2008, persisten sus huellas y problemas profundos en el sistema que es conveniente no eclipsar por el sol de aparentes recuperaciones.
  3. Construcción de una economía mundial abierta. Como camino para favorecer el acceso, a los recursos necesarios, para avanzar en la industrialización y la urbanización de los países en desarrollo. Esta es, de hecho, la principal preocupación de Xi.
  4. La interconexión de las economías y la mejora de la cooperación como vía para el impulso del desarrollo de los países. Como ejemplo la iniciativa de la conocida como Nueva Ruta de la Seda (One Belt, One Road). 

Sin embargo, más allá de la declaración que cierra este tipo de eventos no se puede decir que se acordase una agenda común digna de ese nombre, lo cual es bastante normal si se tiene en cuenta tanto la cantidad y diversidad de agentes como que, los dos principales protagonistas (China y Estados Unidos) no están precisamente de luna de miel debido, entre otras razones, al objetivo de la Administración Obama de contener a China en Asia-Pacífico; pero eso ya, es otra canción.

 

Andrés Herrera-Feligreras
Sinólogo; Consultor Senior de Emergia Partners


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