lunes, 31 marzo 2025

Halconeras de Sancho IV, el hogar donde Anaïs Campo vuela alto

Tenía once años cuando su padre construyó la granja escuela y restaurante de la familia en Funes. Ahora, a los 26, Anaïs Campo se siente feliz entre los animales y la cocina de un establecimiento al que llegan clientes de distintas regiones de España para saborear sus reconocidos pescados, carnes y verduras a la brasa. Además, unas 2.000 personas visitan la granja escuela entre marzo y junio. La autenticidad de su propuesta propició que Anaïs ganara este año el Premio Alimenta Navarra en la categoría de Embajadores Emergentes del Producto Navarro. De cara a 2025, su reto es lograr un Sol Repsol.


Funes - 20 diciembre, 2024 - 12:33

Anaïs Campo estudió Biología antes de unirse el negocio familiar. (Fotos: Maite H. Mateo)

Su apellido ya nos da una pequeña pista sobre lo que nos deparará la entrevista. Se llama Anaïs Campo, tiene 26 años y adora la naturaleza. Un vistoso cartel anuncia el nombre del lugar en el que acabamos de aterrizar: la granja escuela y restaurante Halconeras de Sancho IV (Funes). Un gato nos recibe. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Nos agachamos a acariciarlos al son de tiernos ronroneos. «¡Tenemos un montón, son muy cariñosos!», saluda a lo lejos nuestra protagonista. A su paso, se enciende todo un festival de onomatopeyas. ¡Muuuuu! ¡Oinc, oinc! ¡Kikiriki! ¡Miau, miau! Parece que los animales reconocen la voz de Anaïs incluso en la lejanía.

Hoy lidera la granja escuela que con tanta dedicación y cariño levantó su padre hace quince años. Pero, antes de conocer su historia, decide presentarnos a todos los integrantes de su… ¿peculiar familia? «Ahora vuelvo», anuncia con cierto tono de misterio. De pronto, regresa con un águila majestuosa que, tranquila, nos observa posada en su mano: «Se llama Merlín, ¿queréis cogerla?». Antes de que termine de formular la pregunta, ya hemos entonado un sonoro «sí» y, después de colocarnos un guante de cetrería, dejamos que el ave se pose. Acto seguido, abre sus alas y permite que acariciemos su plumaje. Parece que el tiempo se detiene en esa preciosa estampa. Y entonces entendemos que la belleza de la vida, quizá, pueda resumirse en instantes tan sencillos como este.

Como niñas pequeñas que desean saberlo todo y saciar los porqués que se amontonan como un torbellino en nuestra cabeza, seguimos los pasos de Anaïs. Tras saludar a varios pavos reales y un búho, nos topamos con una enorme vaca negra. Aunque el tamaño de sus cuernos intimida, enseguida intuimos su simpatía y acariciamos su cabeza. A su lado, un pequeño cerdito agarra paja de aquí y de allá con el morro. «Es muy listo, se está construyendo su camita», explica Anaïs. Caballos, ponis, ovejas, burros, gallinas, tortugas… Pronto conocemos a todos y, aunque nos encantaría pasar la mañana entera junto a ellos, todavía queda algún que otro rincón por explorar…

UNOS 2.000 VISITANTES AL MES

De lunes a viernes, colegios, residencias de ancianos y asociaciones de personas con necesidades especiales acuden a Halconeras de Sancho IV para conocer de cerca algunas curiosidades de sus animales. Uno de los espacios que más curiosidad suscita es el aula de la granja escuela. El aluvión de preguntas que recibe nuestra protagonista cuando los invitados cruzan su puerta es mayúsculo. Cráneos de diferentes especies animales adornan una mesa. Castor, buitre, cigüeña, zorro, caballo… «A los niños les gusta entender mirando y tocando, por eso transmitir conocimientos con este tipo de elementos, que pueden coger y examinar de cerca, es muy importante», apunta mientras nos muestra también, patas y plumas de diferentes aves y desvela que todos estos objetos los recoge dando paseos por los montes que rodean Funes, donde se ubica la granja. «Cuando veo algo que podría ser interesante para enseñárselo a las personas que vienen a visitarnos, lo traigo aquí. Por ejemplo, los huesos de las aves flotan porque están huecos para que puedan volar, mientras que los de los mamíferos se hunden. Y eso es interesante verlo», añade.

Anaïs imparte talleres de apicultura, cocina, exploración de medio ambiente, jabones y contacto con animales.

Anaïs imparte talleres de apicultura, cocina, exploración de medio ambiente, jabones y contacto con animales.

A la derecha, nos topamos con otra mesa. Un traje de apicultura, cuerda y varias láminas de cera se posan sobre ella. «Hacemos diferentes actividades. Una de las favoritas es la sesión de apicultura, donde aprendemos sobre el mundo de las abejas y hacemos velas», recalca. Además, también imparte talleres de cocina para elaborar rosquillas, talleres para confeccionar jabones con ingredientes naturales y actividades de exploración de medio ambiente y de contacto con los animales. «Las visitas a la granja se concentran de marzo a junio. Durante estos meses, visitan la granja en torno a 2.000 personas al mes», aclara.

Risueña, describe la felicidad de la mayoría de los ancianos que visitan el entorno: «Por ejemplo, solemos recoger los huevos de las gallinas, y eso les recuerda mucho a su infancia. Me contagian su alegría. Aprenden de mí, pero yo también de ellos».

BIOLOGÍA, LA CIENCIA DE LAS CIENCIAS

Lo cierto es que su pasión por los animales la heredó de su padre. Solían pasear por el campo, muy atentos a la flora y la fauna que aparecía a cada paso que daban: «Envidiaba que él fuera caminando y pudiera identificar el sonido de los pájaros o los tipos de árboles que veíamos. Yo también quería conocer todo lo que nos rodeaba. Así que hacía muchas preguntas, igual que los niños que ahora vienen a visitarnos».

Nuestra protagonista tenía once años cuando su progenitor levantó la granja escuela. De hecho, la construyó él, ya que posee formación como albañil. «En mi familia hemos cuidado animales de todo tipo», sostiene para acto seguido mencionar que incluso llegaron a cuidar de varios hurones. Cada una de las tres hermanas Campo (Nahia, Alba y Anaïs), diseñó una «casita» para ellos, triturando también papel de periódico para colocarlo a modo de cama.

Los fines de semana, acudía emocionada a la casa de su abuela para disfrutar junto a ella de uno de sus planes favoritos: cocinar. Croquetas, flan, pimientos asados, membrillo… Quizá ese sea el origen de los platos que triunfan en el restaurante de Halconeras de Sancho IV, ubicado en el mismo recinto donde se encuentra la granja. Mientras nos guía hacia el comedor para mostrarnos el funcionamiento del local y de fondo escuchamos mugidos, relinchos y balidos, rememora lo sencillo que fue para ella escoger una carrera universitaria: «Concebía la Biología como la ciencia de las ciencias. Sabía que con aquella elección no me equivocaría».

Desde hace unos tres años, Anaïs está al frente del cuidado de los animales de Halconeras Sancho IV.

Desde hace unos tres años, Anaïs está al frente del cuidado de los animales de Halconeras de Sancho IV.

Optó por marcharse a la Universidad de Salamanca, donde también complementó su formación con un Máster en Conservación de la Biodiversidad. Al finalizar sus estudios, familiares y amigos le formulaban constantemente la misma pregunta: «¿Te vas a quedar en Funes, trabajando de lunes a domingo?». La respuesta de Anaïs era firme: «Claro que sí». Así, desde hace unos tres años, está al frente del cuidado de los animales de Halconeras de Sancho IV.

CONOCER EL ORIGEN DEL INGREDIENTE

De pronto, aterrizamos en el restaurante. Allí conocemos a Óscar, padre de nuestra protagonista y alma mater del establecimiento, y a Nahia, la hermana pequeña de Anaïs. La llamativa decoración de la estancia no pasa desapercibida, y enseguida preguntamos de dónde nació la idea de adornar cada rincón con elegantes objetos florales. «Los hace Nahia, es una artista. Estamos superorgullosos. En la familia, cada uno tiene su espacio y su… ¿especialidad?», responde inmediatamente Anaïs. Esa sencilla frase nos guía hacia un conocido refrán que reza «cada oveja con su pareja» y que, precisamente, encaja a la perfección con nuestra charla. Lo cierto es que, con este tipo de detalles, percibimos la cercanía y la acogedora sensación de hogar que transmiten los miembros de la familia Campo, que, amablemente, también nos deleitan con un café y unos croissants caseros.

Con capacidad para unos 45 comensales al día, el restaurante abre únicamente los fines de semana y recibe a clientes de todas las ciudades de España. «El otro día vino un grupo desde Málaga solamente para comer aquí. También llegan de Barcelona o de Albacete. Con cosas como esta nos damos cuenta de que lo que ofrecemos gusta mucho», sonríe nuestra invitada.

También su madre, Inma, dirige el establecimiento. Con materia prima de la zona, todos los platos que se ofrecen en Halconeras de Sancho IV se cocinan a la brasa. En estas fechas, la familia Campo visita a diario su huerta para recoger alcachofa y borraja, que «a la parrilla gustan mucho». Además de la carne navarra «de calidad», últimamente el pescado está ganando un protagonismo especial, sobre todo el besugo. «El pescado y el marisco nos lo traen de Galicia y también tienen una calidad increíble», apunta Anaïs.

El restaurante de Halconeras Sancho IV, abierto los fines de semana, sirve a unos 45 comensales por día.

El restaurante de Halconeras de Sancho IV, abierto los fines de semana, sirve a unos 45 comensales al día.

Una pequeña figura de madera que conocemos muy bien adorna un rincón del local. Orgullosa, nos invita a contemplarla de cerca. Se trata de un galardón de los IX Premios Alimenta Navarra, organizados por Navarra Capital y el Clúster Agroalimentario de Navarra (NAGRIFOOD). En concreto, nuestra protagonista recibió el reconocimiento en la categoría de Embajadores Emergentes del Producto Navarro.

«Esto nos ayuda a confiar más en nosotros mismos. Vemos que podemos lograr grandes éxitos, y eso nos llena de satisfacción», defiende justo antes de hacer hincapié en lo importante que es valorar y conocer los alimentos que consumimos. De hecho, invita a los clientes del establecimiento a dejar que les «pique la curiosidad» y preguntarse el porqué de infinitas cuestiones: «¿Por qué este plato sabe así? ¿Por qué se cocina de esta manera concreta? ¿Por qué lleva esta guarnición? Hay que hacerse preguntas. Hay que conocer la historia que hay detrás de cada ingrediente. Saber el origen de las cosas me parece fundamental».

RUMBO AL SOL REPSOL

Ahora, la meta de la familia es «invertir en la mejora de la experiencia en el salón». Así, Anaïs plantea incorporar una vinoteca con una «cuidada selección de vinos, cavas y champanes». Y de cara a 2025, además, se ha propuesto un reto: conseguir el Sol Repsol, un reconocimiento que ofrece la Guía Repsol a locales que se diferencian por poseer una «esencia auténtica». 

Innovar y seguir potenciando el crecimiento de Halconeras de Sancho IV es su principal objetivo. Por eso, la familia Campo siempre está «maquinando cosas». Tanto es así que recientemente ha implantado un nuevo servicio gastronómico: los domingos, los clientes pueden pedir hamburguesas caseras para llevar. «Creemos en la excelencia y en la autenticidad. Eso es lo que nos mueve», apostilla Anaïs.

Las visitas a la granja escuela se concentran, sobre todo, entre los meses de marzo y junio.

Las visitas a la granja escuela se concentran, sobre todo, entre los meses de marzo y junio.

Mientras conversamos y nuestra visita parece llegar a su fin, un sutil sonido que nosotras habíamos pasado por alto provoca una sonrisa de oreja a oreja en nuestra protagonista. «¿Lo habéis escuchado?», nos pregunta. Nos encogemos de hombros. Más allá del ronroneo del gato negro que se escabulle entre nuestras piernas y del cacareo de las gallinas, no hemos percibido nada reseñable. «Un pájaro herrerillo estaba cantando. A veces nos acostumbramos a escuchar sonidos sorprendentes que pasan desapercibidos. Prestar atención es muy bonito, te ayuda a encontrar lo extraordinario en lo cotidiano», revela ilusionada tras contarnos que, en su tiempo libre, pasea por el campo con una cámara de fotos. Muy atenta al silbido de cualquier ave, se mantiene al acecho para capturar pájaros con un rápido ‘clic’.

Antes de marcharnos, Anaïs nos entrega un cubo repleto de alfalfa y heno. Para completar la experiencia, nos invita a dar de comer a sus ovejas, que enseguida acercan el hocico. Entre carcajadas, vemos cómo se empujan unas a otras, ansiosas por devorar hasta el último resquicio de comida lamiéndonos la mano. Suponemos que alimentar a los animales será una de las actividades favoritas de los visitantes de la granja: «Habéis dado en el clavo. Ahora, los niños hablan de ser ‘tiktokers’ o ‘influencers’. Por eso me emociono cuando algún crío pasa la mañana en la granja y me dice: ‘Anaïs, yo de mayor quiero ser como tú’. Escuchar esa frase me llena el corazón. Esta vida me hace muy feliz».


To Top

Has decidido rechazar las cookies

Al aceptar las cookies no solo acepta publicidad personalizada, sino que también está apoyando un servicio de información de calidad, basado principalmente en contenidos periodísticos de elaboración propia. Por tanto, favorece que Navarra Capital pueda seguir ofreciéndole, sin necesidad de pagos ni suscripciones, toda la actualidad del tejido empresarial de la Comunidad foral.

Si lo desea, puede aceptarlas pulsando el botón inferior. Además, siempre podrá volver a rechazarlas en el apartado 'Configuración' en la página de política de cookies.