Un verde intenso pinta el paisaje. A lo lejos, varias casitas salpican el horizonte, como un telón de fondo que invita al descanso y a la reflexión. Se trata del pueblo navarro de Ibiricu, que se intuye desde el despacho de Ignacio Aguado. Las vistas nos cautivan, y pronto comprendemos que a él también: parece que la quietud del entorno es el refugio perfecto. «Me crie en Murchante, en el campo. Por eso me gusta tanto este escenario que veo todos los días desde la oficina», apunta antes de posar con elegancia frente a la cámara.
De su infancia recuerda los partidos de fútbol junto a su cuadrilla. La plaza de la iglesia era un espacio donde «vivir toda clase de aventuras». Entre balonazos y regates, nuestro protagonista solía culminar los partidos cantando un sonoro «¡gol!» que celebraba con sus amigos como si fuera el triunfo de una batalla épica. La amistad y la competitividad se fundían en aquellos pequeños instantes repletos de felicidad pura.
Las calles murchantinas lo vieron crecer. Pero si hay algo que marcó especialmente su niñez fue el campo. Hijo de agricultor, pasó largas horas entre los surcos de la tierra, observando el ciclo de la naturaleza con la fascinación de quien sabe que su vida está intrínsecamente ligada a ella. Pronto aprendió a reconocer el sonido de la labranza, el ritmo de las estaciones y el olor fresco de la cosecha. «También trabajábamos en las viñas. Mi abuelo tenía una bodega, así que la viticultura siempre ha estado muy presente en nuestra casa», detalla.
La mayoría de sus amigos se adentró en el mundo laboral nada más finalizar la etapa escolar, trabajando en alguna tienda del pueblo, en el campo o en carpintería. Ignacio, sin embargo, decidió marcharse a la universidad: «Las ciencias y el dibujo me apasionaban. Por eso decidí formarme como ingeniero industrial en la UPNA«.
TRAYECTORIA EN AUTOMOCIÓN
Al finalizar la etapa universitaria, se marchó a Irlanda para aprender inglés. Después de trabajar como camarero en diferentes bares y restaurantes, fichó como quality inspector por Fujitsu en Dublín, donde permaneció casi un año. «De repente, un día fui al cine. Y fui consciente de que ya no tenía que traducir poco a poco cada frase que salía en la película. Ahí supe que había cumplido el objetivo de dominar el inglés. Era momento de volver a España», relata.
Así, regresó a su querida Murchante para ocupar el cargo de jefe de Planificación y Aprovisionamientos en la navarra Icer Brakes, especialista en soluciones de frenado para vehículos: «Permanecí allí tres años desarrollando herramientas de automoción y enfocándome en la cadena de suministro». Pero entonces sintió que necesitaba un cambio. Utilizar programas informáticos o emplear procedimientos que «no dejaban margen a la creatividad» le hizo dar el salto a un sector diferente.
En 2005, Ignacio aterrizó en Solidus Videcart, una empresa con sede en Ibiricu especializada en el embalaje de cartón reciclado. En concreto, la firma pertenece al Grupo Solidus, que también posee centros de producción en Holanda, Bélgica e Inglaterra. Poco a poco, nuestro protagonista fue probando los distintos departamentos de la fábrica navarra. «Planificación, Compras, Costumer Service, Producción… Trabajar en todas las áreas me aportó una visión global de la empresa», apunta para acto seguido recalcar que eso, precisamente, le motivó a ejercer como plant manager, cargo que ocupa desde hace once años. Además, también ejerce como director técnico de todas las fábricas del Grupo Solidus.

Solidus Videcart, con sede en Ibiricu, es el mayor productor del mundo de placas de cartón reciclado para salmón ahumado.
Antes de continuar con su relato, nuestro protagonista nos ofrece un chaleco amarillo fosforito y un gorro blanco desechable. Sonreímos. Es hora de comenzar nuestra parte favorita de las entrevistas. «¿Nos vamos de excursión para que veáis lo que hacemos?», pregunta con cierto tono de misterio.

40.000 TONELADAS DE CARTÓN RECICLADO
El proceso comienza en los contenedores de color azul que residen en la calle. De ahí se recoge el papel que los usuarios tiran y, después, se clasifica por calidades. Más tarde, se separa la fibra del plástico. «Esa fibra es clave en el proceso. La tratamos químicamente para que posea propiedades de resistencia al agua o a otras sustancias. Y así, fabricamos cartón reciclado compacto de entre 200 y 600 gramos», aclara Ignacio mientras nos guía por todo un laberinto de impresoras, troqueladoras y laminadoras que trabajan a toda velocidad.
«El cartón que fabricamos se puede sumergir en el agua veinticuatro horas y apenas la absorbe»
«Después de desbobinar el cartón y juntarlo en capas, se crea un material sin huecos, compacto. Tenemos la única laminadora de cartón sólido del sur de Europa», remarca satisfecho. Una vez terminado el proceso de impresión y troquelación, se fabrican cajas de distintos tamaños. «Hacemos embalaje tradicional en plegadoras de montaje», agrega sin dejar de hacer hincapié en que el material de estas se caracteriza por «ser resistente al agua y no absorber líquidos»: «Se puede sumergir en el agua veinticuatro horas con menos de un 5 % de absorción. Apenas la absorbe, actúa como barrera».
Con más de cincuenta años de trayectoria y 150 profesionales en la planta de Ibiricu, Solidus Videcart produce anualmente unas 40.000 toneladas de cartón reciclado, lo que se traduce en 55 millones de euros facturados. Asimismo, exporta el 70 % de su producción a cuarenta países, entre los que destacan Canadá, Australia, Francia, Argentina, Sudamérica y el norte de África, además de la gran mayoría de países europeos. «Somos la mayor productora de cartón sólido de Europa», ensalza.

Solidus Videcart exporta el 70 % de su producción a cuarenta países y factura 55 millones de euros.
El año pasado, la firma inauguró Solidus Innova, su unidad de I+D+i, perteneciente al Sistema Navarro de I+D+i (SINAI). «Con esta iniciativa, la idea es liderar proyectos estratégicos de colaboración con empresas navarras. Un ejemplo es el proyecto ‘Zero Plastics’, mediante el que conseguimos un envase no plástico, biodegradable, reciclado y reciclable», destaca.
El principal sector para el que trabaja la compañía navarra es el agroalimentario. De hecho, Solidus Videcart es el mayor productor del mundo de placas de cartón para salmón ahumado, y posee la primera máquina de Europa capaz de imprimir cartones de un espesor de hasta 1,8 milímetros. «Nuestro material sustituye al plástico de un solo uso en la industria agroalimentaria. Trabajamos, sobre todo, con compañías de manipulado de pescado, carne o productos que necesitan permanecer en un ambiente húmedo», expresa.
Apostar por la economía circular y fabricar materiales de embalaje sostenibles hace que Ignacio se sienta «vivo». Pero si hay algo de lo que está especialmente orgulloso es de su familia. A sus 48 años, se siente «tremendamente afortunado» al recordar el momento en el que conoció a Paty, la mujer riojana de la que se enamoró y con la que hoy cuida de sus dos hijos, Valeria y Marco. También está «muy agradecido» por todo lo que sus padres le enseñaron de niño. Ellos continúan siendo sus grandes referentes: «He bebido de la raíz del esfuerzo y del compromiso que mis padres me transmitieron. Sin mi familia no sería quien soy ahora. Y eso me emociona cada día».