«Echo de menos la sensación de competir». El pamplonés Íñigo Zaratiegui, de 29 años, no oculta su nostalgia por la adrenalina que vivía al medirse con los mejores jugadores de pádel. Sentía una mezcla de nervios, expectación y concentración, combinada con la presión de ganar y la motivación para ofrecer su mejor rendimiento en el 20×10. En verano de 2022, esa emoción quedó enterrada bajo el creciente número de competiciones, viajes y entrenamientos que no le permitían disfrutar del día a día. Así, el deportista navarro dejó la pala y fichó como responsable de Transformación Digital en el Club Tenis Pamplona. «Necesitaba cambiar de aires y un poco de tranquilidad. Tomé la decisión de desconectar y no me arrepiento», destaca en declaraciones a Capital Sport.
El cambio ha sido «importante». De hecho, durante su carrera deportiva, Íñigo estuvo rodeado de un equipo compuesto por entrenadores, preparadores físicos, psicólogos y asesores fiscales o laborales. «Tras algo así, mucha gente puede pensar: ‘Y ahora, ¿qué va a ser de mi vida?’. Afortunadamente, en casa siempre me inculcaron que, al mismo tiempo que crecía como deportista, debía formarme como profesional. Prioricé los estudios y tuve la suerte de contar con un plan B sólido», resalta.
Cursó el doble grado internacional de ADE y Economía por la UPNA y, tras los cinco años de carrera, realizó unas prácticas en el Grupo AN. Mientras escalaba posiciones en el World Padel Tour hasta ocupar el puesto trigésimo segundo, se matriculó en un máster en Dirección y Gestión del Deporte por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. En paralelo, completó cursos de entrenador y de árbitro en la Federación Española de Pádel y realizó labores administrativas y logísticas en la Professional Padel Association entre 2022 y 2023.
SU NUEVO TRABAJO
En la actualidad, Íñigo es hoy uno de los encargados de modernizar la gestión de datos en el Club Tenis Pamplona con el apoyo de varias empresas. Gracias precisamente a las nuevas tecnologías, el club promueve actividades que interesan a los más mayores como las clases de pilates y gimnasia adaptada, o los grupos de marcha nórdica. «Lo mismo ocurre con el entrenamiento funcional entre los jóvenes, cada vez más popular. A partir de nuestras mediciones, podemos hacer un seguimiento sobre las actividades más populares», apostilla.
El joven navarro, que agradece la confianza brindada por la gerente de la entidad, Izaskun Arricaberri, se define como «cuadriculado», de ahí que en un primer momento le costara un poco adaptarse a sus nuevas rutinas. Eso sí, hoy se encuentra plenamente integrado. «Recuerdo sentirme raro al principio, con la inseguridad típica de quien empieza a trabajar en un sitio nuevo con poca experiencia. A fin de cuentas, pasé de practicar un deporte que una parte de la sociedad sigue y que generaba interés en mi círculo cercano a trabajar en una oficina. Pero ahora soy un trabajador más, y eso tiene muchas cosas buenas, como que la gente ya no está tan pendiente de lo que hago. Además, mi familia y mis compañeros me han apoyado mucho», remarca satisfecho.
La entidad, que suma 17.593 socios, cuenta ya con casi un centenar de empleados, de los que el 15 % trabaja en las oficinas. En este sentido, Íñigo también ocupa el cargo de técnico de Recursos Humanos y es uno de los encargados de la contabilidad. Así que se ha convertido en una especie de eslabón con el resto de la plantilla: «Desde la gerencia querían fortalecer la relación con el personal porque, al fin y al cabo, contamos con profesionales de perfiles muy diferentes: oficinistas, monitores deportivos, mantenimiento… Y vieron que yo tenía unas habilidades sociales muy marcadas por mi experiencia como deportista y por los viajes que he realizado. Si no hubiera jugado al pádel, nunca habría visitado Sao Paulo, Ciudad de México o Buenos Aires«.