Henry Kissinger dijo “no puede haber batalla entre los sexos porque hay demasiada confraternización con el enemigo”. Es indudable que la orientación, vibración, aportación y el “desde donde” de lo masculino y lo femenino son muy diferentes, y que esa diferencia es precisamente lo que permite el enriquecimiento, la creación y el alumbramiento de nuevas formas, de nuevos modelos de negocio que permiten evolución y avance. En mi opinión, no se trata de distinguir, favorecer o premiar de forma diferente emprendimientos liderados por hombres o mujeres, sino de maridar estilos y alcanzar metas mayores.
He acompañado muchos emprendimientos de hombres y de mujeres y desde donde yo lo siento, aun cuando los condicionantes administrativo-financiero-legales puedan ser idénticos, el “desde dónde” y el “cómo” varían enormemente cuando la orientación es masculina o femenina.
Hablo de orientación porque en mi experiencia lo Femenino no es privativo de la mujer. Lo Femenino hace referencia a la capacidad creadora, a esa parte sensible y empática, a la pulsión del cuidado y la inclusión, a la creación de espacios de seguridad y reto, amorosa y respetuosamente respaldados con un “tu prueba, que yo estoy aquí, a tu lado”, a una jerarquía sin distancia y la toma de decisiones en círculo, al cuidado de lo creado poniendo en el centro a la persona y su compromiso personal más allá de otras motivaciones.
Cuando sólo están presentes estos valores, la empresa suele terminar en ruinosa “ONG”. Sin embargo, cuando el emprendimiento se limita a valores masculinos de orientación a resultados, control del gasto o de proceso, jerarquía y protocolos… Crece la entropía y los resultados económicos suelen estancarse o decrecer a medio plazo, porque la implicación de la plantilla y la creatividad suelen quedar fuera del marco de la ISO y la cuenta de resultados.
En mi trabajo y en mis estudios, en la red CTT© a la que pertenezco, veo cada vez más equipos directivos, liderados por hombres y por mujeres, que abordan procesos de creación o transformación sus organizaciones con un híbrido de ambas pulsiones. Son negocios más participativos y solidarios atentos a las necesidades de todos los implicados en el proyecto: trabajadores, clientes, proveedores, socios capitalistas, comunidad en la que se asienta la empresa, sociedad y proyectos solidarios acordes con sus ideales… Empresas que quieren dejar una huella y hacer las cosas de otro modo… No pierden de vista la rentabilidad, ni el beneficio: les suman la innovación y la creatividad. Empresas que comprometen estilos de liderazgo masculinos incorporando valores de “lo femenino”.
De la poderosa unión de lo Masculino y lo Femenino en los negocios surgen nuevos modelos empresariales que transforman las organizaciones, al comprometer TODAS las capacidades y talentos de un equipo implicado en la consecución de objetivos concretos, que destinan toda su “energía discrecional” (esa que va más allá del “cumplimiento del deber”) a mejorar su trabajo y el servicio que prestan a sus clientes internos y externos, a los socios de la empresa, a la comunidad que la acoge y dejan una huella en el mundo en general.
Es rentable, saludable y sostenible, mezclar con sabiduría lo masculino y lo femenino… para dar lugar a un orden nuevo. Indudablemente, es un proceso valiente, transformador e innovador, y a veces cuesta… Pero los resultados son espectaculares.
Marta Martínez Arellano
Mentor-Coach de desarrollo de personas y organizaciones por la EASME
Consultora certificada CTT© de Barrett Values Centre y miembro de la Red Internacional de consultores para la Transformación empresarial.