A nosotras nos gusta la gente que habla y no se corta, que empieza contándonos por qué escogió estudiar una determinada carrera y termina rememorando su infancia. Por eso es un placer conversar con Isabel Carrilero (Sabadell, 1978), que fue una niña “muy preguntona” -con esto nos sentimos identificadas- y se crio “rodeada de libros” en León. Sus padres, ambos profesores, “tuvieron la paciencia suficiente” para ir atendiendo todas sus dudas. “Sobre todo, me animaban a buscar las respuestas, me daban las herramientas para poder conseguirlo. A mí siempre me ha interesado saber por qué el mundo está hecho así y no de otra manera, conocer por qué las cosas son de una forma determinada”, confiesa.
Esa curiosidad innata le hizo inclinarse pronto por las ciencias. Eligió mudarse a Pamplona para estudiar Química en la Universidad de Navarra, motivada por el componente práctico “muy potente” que ofrecía la institución. Carrilero aclara que “esa parte del cacharreo” siempre había despertado su interés y, naturalmente, le creemos. El caso es que no se arrepintió de su elección: en segundo de carrera hizo prácticas en el Departamento de Calidad de Volkswagen Navarra -enuncia el nombre esta empresa en su pronunciación original, con la ‘f’ inicial, porque habla alemán, además de inglés y un poco de francés-; y, en tercero, hizo lo propio en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
“Llegó un momento en el que, al viajar tanto, ya no tenía muy claro en qué zona horaria estaba. Ir a Francia me parecía como dar un paseo”
Esas experiencias le sirvieron para discriminar lo que le gustaba de lo que no. Lo suyo, en definitiva, era -y es- la industria. Y como no se podía quedar quieta, decidió ampliar su formación en Estados Unidos, un país que sentía como “el lugar donde había que estar”.
Animada por un profesor de la carrera, y gracias a una beca, aterrizó en la Universidad Estatal de Florida, con sede en la ciudad de Tallahassee. Allí descubrió una manera diferente de hacer las cosas: “La cultura empresarial americana es distinta. Da igual que seas joven, ellos te van dando responsabilidad y, si eres bueno y respondes, puedes ir ascendiendo de forma rápida. Aquí a veces tienes que pelear para que te contraten y en Estados Unidos van a buscarte, te llevan a sus instalaciones para que las conozcas”.
A Carrilero, en concreto, la buscó Rohm and Haas, empresa que desde 2009 forma parte de la multinacional Dow Chemical Company. La firma buscaba un perfil “europeo, pero con formación estadounidense”, que cotizara sus primeros años de trabajo en su país de origen. Esa condición la llevó a regresar a la Comunidad foral, aunque se desplazaba regularmente a distintos sitios de España, Francia y Reino Unido. De allí pasó a Fagor Ederlan Tafalla -hoy renombrada como Tafalla Iron Foundry-, donde también viajó con mucha frecuencia. “Trabajaba en un proyecto en el que tenía que ir a China, México y Estados Unidos. Llegó un momento -ríe- en el que ya no tenía muy claro en qué zona horaria estaba. Ir a Francia me parecía como dar un paseo”.
“Mis padres, que eran profesores, siempre me animaron a buscar respuestas”
La siguiente oportunidad le surgió casi por sorpresa. “Fue muy gracioso. Un día estaba hablando con mi jefe y me dice: ‘He visto en el periódico -sucedió cuando salían los anuncios de trabajo en los diarios, que una ya tiene una edad- que una empresa busca a alguien que se vaya a Estados Unidos a estudiar polímeros raros. Me he acordado de ti porque sé que es lo tuyo -yo había hecho mi tesis de máster sobre esto-, pero no lo eches, ¿eh?'”. Podrá imaginar el lector que, sin embargo, Carrilero sí mandó su currículum. “Es que a mí me gusta mucho el movimiento”, argumenta. Ya nos hemos dado cuenta.
Así aterrizó en el Departamento de I+D de Acciona, primero en Los Ángeles (California) y después en Sarriguren, y se introdujo de lleno en una de sus grandes pasiones: las energías renovables. Casi ocho años después recaló en Jofemar Corporación, coincidiendo con un momento “de expansión” de la firma peraltesa. “Es muy interesante ver cómo se pueden llevar a cabo iniciativas de alto impacto en empresas más pequeñas. Allí trabajamos en un proyecto pionero en Europa, junto al Centro Nacional de Energías Renovables (CENER), que consistía en hacer una fábrica autosostenible, que tuviese su propia generación renovable, almacenase energía y bajase su impacto en la huella de carbono”, resume.
Y entonces hubo un día en el que, por una cuestión circunstancial, le tocó acudir a una reunión con representantes de Sodena y se enteró de que la empresa pública buscaba a un coordinador en NaVEAC. Un proyecto impulsado para desarrollar infraestructuras tecnológicas en torno al vehículo eléctrico. A Carrilero se le iluminaron los ojos y, con la bendición de su jefe en Jofemar Corporación, se presentó al puesto y lo consiguió. Al margen del reto al que se enfrentaba, la experiencia también le sirvió para desmontar algunos prejuicios: “Me sirvió para ver cómo se hace la gestión pública. Aunque a veces nos quejemos mucho -remarca-, hay que entenderla. Por detrás hay una regulación, una normativa y unos presupuestos”.
De Sodena pasó a la Asociación de la Industria Navarra (AIN), en la que aterrizó justo antes de que se decretara el primer estado de alarma. Estrenó nuevo puesto -directora de Relaciones Corporativas- y nueva oficina: su casa. “Fue durillo. Imaginas que acabas de empezar en un sitio, llamas al CEO de una empresa y tus hijos están gritando por detrás. Bueno, casi es peor cuando no hacen ruido, porque entonces te preguntas qué estarán tramando”, bromea. Ya superado el confinamiento, le contactaron de Ignis Energía, una empresa madrileña que “quería potenciar toda su división de innovación y de hidrógeno” en la Comunidad foral. En la empresa de renovables se encargó de una tarea “preciosa” -formar el equipo de trabajo en Pamplona- y permaneció dos años.
Hace un año acudió a la asamblea anual de AIN –“les tengo mucho cariño y me invitaron”- y saludó a Juan Goñi, CEO de Cinfa. Un día después recibió una llamada del Departamento de Desarrollo de Personas de la empresa farmacéutica: buscaban a una persona para liderar su área de Innovación y se interesaron por su perfil.
SU TRABAJO EN CINFA
“Fue algo muy meditado porque estaba encantada en Ignis, que es un empresón. Además, el cambio de sector me daba bastante vértigo. Pero pasé el proceso de selección y la verdad es que, para mí, que soy química, Cinfa ha sido la empresa de referencia en Navarra. Me gusta trabajar en cosas con las que ayudas a la sociedad y aquí el impacto es muy directo. Hablas con tu padre, tu madre, tu abuela… Todo el mundo conoce Cinfa. Veo un medicamento y digo: ‘¡Uy, mira, si esto lo hacemos nosotros!’”.
“Para mí, que soy química, Cinfa siempre ha sido la empresa de referencia en Navarra”
Carrilero se atrevió, dio un paso al frente y el próximo mes de octubre cumplirá un año como directora de I + D en Laboratorios Cinfa. A lo largo de su trayectoria, observamos que su camino ha repetido un patrón: han sido sus propios jefes y compañeros de trabajo los que, en ocasiones, le han abierto las puertas a nuevos retos. “He sido muy afortunada -revela- porque siempre he trabajado con equipos muy generosos, que me han ayudado un montón”.
Antes de despedirnos, descubrimos que nuestra entrevistada hizo la carrera de piano, aunque ahora toque menos de lo que le gustaría, y que sus dos retoños -un niño de 10 y una niña de 8 años- están siguiendo sus pasos musicales. Si hablamos de lo que de verdad le gusta, sin embargo, tendríamos que volver a los viajes. “Acabo de estar con mi familia en Kenia. Fue precioso por los paisajes, los animales, pero sobre todo por ver cómo la gente ve la vida allí. Me gusta mucho la gente en general”, resume. A nosotras nos gusta Isabel Carrilero y a Isabel Carrilero le gusta la gente.