De pequeña le regalaron un microscopio de juguete. En aquel preciso instante, la pamplonesa Jaione Valle descubrió que poseía en sus manos una llave para explorar pequeñas cosas que, a simple vista, quizá parecían invisibles. Diminutas burbujas de agua, los detalles de una hoja, una mota de polvo, su propia saliva… Todo podía ser inspeccionado a través de aquel valioso instrumento. No solo veía el mundo a través de un lente. Lo sentía, lo vivía, y trataba de transformarlo con cada pequeño hallazgo. Aquel fue el inicio de su gran aventura científica.
La televisión le ayudaba a evadirse por completo del mundo durante un tiempo. Pero no buscaba dibujos animados o series con las que «soñar despierta». Jaione prefería los documentales de National Geographic. Sus ojos lucían un brillo especial al contemplar animales salvajes en su hábitat natural o el hipnótico vaivén de los océanos, que se extendían hasta un horizonte infinito. Le encantaba percibir cómo el planeta, repleto de misterios, se mostraba como un gran rompecabezas a la espera de ser resuelto.
Nuestra protagonista siempre fue más de ciencias que de letras. De la etapa del instituto, recuerda con especial cariño la asignatura de Biología. «Teníamos un profesor que nos hacía ir más allá, nos enseñaba a usar la lógica. Esas cosas te marcan», rememora. Durante aquellos años, precisamente, conoció de cerca un espacio que más tarde se convertiría en el escenario principal de su día a día: el laboratorio.
VOCACIÓN DE INVESTIGADORA
Los animales y las plantas le apasionaban, por eso se decantó por estudiar Biología en la Universidad de Navarra. «Fueron unos años preciosos. Estudié lo que me gustaba y conocí a muchísima gente. Disfruté un montón de mi etapa universitaria», constata sonriente.
«Había pasado toda mi vida en Pamplona y no sabía francés. Los dos años y medio que estuve en París fueron una experiencia maravillosa»
Como suele suceder a muchos jóvenes, al finalizar la carrera «no tenía nada claro». Pero se imaginaba vestida de blanco, en un laboratorio, y aquella idea le atraía. «Tuve la suerte de contactar con el investigador Iñigo Lasa y realicé la tesis con él en la UPNA. Ahí despertó mi vocación como científica e investigadora», apunta. En concreto, se enfocó en la microbiología y en el estudio de una bacteria llamada Staphylococcus aureus. «Las bacterias forman comunidades microbianas, denominadas biofilms en terminología científica, que pueden causar infecciones», aclara justo antes de remarcar que su tesis poseía el título de ‘The role of the global regulators SarA and oB in Staphylococcus aureus biofilm formation’.
![Jaione realizó una estancia postdoctoral en el Instituto Pasteur de París y trabajó en Navarrabiomed.](https://navarracapital.es/wp-content/uploads/Jaione-Valle_baja_©Maite-H.Mateo_-7.jpg)
Jaione realizó una estancia postdoctoral en el Instituto Pasteur de París y trabajó en Navarrabiomed.
Al finalizar la tesis, realizó una estancia postdoctoral en el Instituto Pasteur de París. Aquella experiencia le brindó la oportunidad de conocer los detalles de una ciudad que, hasta entonces, no había tenido «el placer» de descubrir. Los puentes que cruzan el Sena, bañados por la luz dorada del atardecer, parecen transportar a un sueño a quienes los recorren. Sus rincones bohemios, la elegante Torre Eiffel… «Había pasado toda mi vida en Pamplona y no sabía nada de francés. Sin duda, los dos años y medio que estuve en la capital francesa fueron una experiencia maravillosa», apostilla para acto seguido mencionar que allí continuó la línea de investigación de los biofilms.
DESCUBRIMIENTO TRAS DESCUBRIMIENTO
A su regreso a Pamplona, obtuvo una beca Ramón y Cajal y se incorporó, de nuevo, al grupo de investigación de Lasa. Entonces, comenzó a analizar un grupo de proteínas que reciben el nombre de BAP. Estas promueven el desarrollo de biofilms en las bacterias Staphylococcus aureus, que Jaione ya había estudiado.
Después de cinco años fichó junto con sus compañeros por Navarrabiomed. «Seguimos trabajando con esa familia de proteínas y descubrimos que formaban amiloides, una anomalía que se genera después de que proteínas normales se plieguen de una manera inadecuada», especifica. En concreto, el objetivo del proyecto consistía en «identificar y caracterizar» las proteínas amiloides presentes en la microbiota intestinal. A modo de reconocimiento por su investigación, fue galardonada con el premio L’Oréal-UNESCO Mujeres en Ciencia en 2016.
De pronto, se le presentó la oportunidad de ocupar una plaza como científica titular en el Instituto de Agrobiotecnología (IdAB-CSIC), ubicado en Mutilva. Y aceptó el reto. El aterrizaje fue «maravilloso», sobre todo porque ya conocía a muchos de los profesionales que trabajaban allí. «Mi compañero de laboratorio fue mi compañero de tesis», apostilla sonriente tras puntualizar que ya son siete los años que lleva en el centro. Como jefa del Departamento de Biotecnología Microbiana del IdAB y responsable del Laboratorio de Comunidades Bacterianas y Enfermedad, hoy continúa trabajando en la línea de investigación sobre la identificación de proteínas BAP y su relación con las enfermedades neurodegenerativas. Precisamente de esto trata su trabajo más reciente, publicado en 2024 en la revista Nature Communications: «Las bacterias que tenemos en la microbiota intestinal producen proteínas amiloides que podrían afectar al cerebro, provocando enfermedades como el párkinson. Actualmente, en el grupo de investigación tenemos a una investigadora postdoctoral, dos estudiantes y, además, dirijo la tesis a dos personas», subraya. La clave que siempre intenta transmitir al equipo que lidera es clara. «Debemos mirar hacia el futuro y vislumbrar hacia dónde avanza la investigación», constata.
REIVINDICAR LA PRESENCIA FEMENINA
El pasado octubre, nuestra invitada recibió el premio a la investigadora del Sistema Navarro de I+D+i 2024 (SINAI). Al mencionar este importante hito, no puede evitar sonreír: «Es un orgullo que te premien por el trabajo que realizas en el día a día. Muchas veces han faltado referentes femeninos en el ámbito STEM, y este tipo de galardones sirven como vehículo de visibilización de la presencia femenina en la ciencia».
![Jaione estudia la identificación de proteínas BAP y su relación con las enfermedades neurodegenerativas.](https://navarracapital.es/wp-content/uploads/Jaione-Valle_baja_©Maite-H.Mateo_.jpg)
Jaione estudia la identificación de proteínas BAP y su relación con las enfermedades neurodegenerativas.
Tras una breve pausa, retrocede un par de décadas en el reloj y regresa, de nuevo, a los primeros años de universidad. «Es curioso, en la carrera de Biología éramos más chicas que chicos, y durante la tesis también. Pero, cuando llegamos a la etapa laboral, siempre hay más hombres. Se invierte la gráfica», advierte.
Aunque en muchas ocasiones la ciencia no proporciona resultados inmediatos, Jaione asegura que, si una sociedad desea desarrollarse, la investigación es imprescindible. «Ya lo vimos con la pandemia. De aquella crisis salimos rápido porque había profesionales investigando a todas horas. Los investigadores científicos creamos las bases para obtener resultados, siempre con vistas al futuro», concluye con un suspiro.