Conocer las últimas tendencias, las tecnologías más novedosas y las corrientes innovadoras del sector agroalimentario es el objetivo que persigue el Centro Nacional de Seguridad y Tecnología Alimentaria (CNTA) desde sus orígenes. Con esa misión, Estefanía Erro acudió recientemente al congreso Seeds & Chips en Milán, un hervidero de ilusión y ganas en torno a food tech, que dejó claro que algo está cambiando, y rápido, en un sector primordial para el ser humano.
¿Qué tiene de especial un evento como Seeds & Chips?
El mensaje que se ha trasladado. Todo en este encuentro, al que han acudido más de 300 conferenciantes internacionales y 200 startups de todo el mundo, ha girado en torno a la necesidad de hacer algo, de actuar, ante los cambios que está viviendo el mundo, porque no todo está perdido. Las palabras mágicas han sido colaboración y tecnología. Los retos que se visualizan son tan grandes que no está en manos de nadie resolverlos de forma individual. El mensaje era el siguiente: si lo hacemos juntos, si colaboramos, se puede reinventar el sistema alimentario, entendido como un todo: desde la semilla hasta lo que nos llevamos a la boca.
“El sistema actual de producción y distribución alimentaria no da para 10 billones de personas”
¿Cuáles son esos retos de los que se habla?
El congreso se ha centrado mucho en los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), fijados por la ONU, como el fin de la pobreza, la accesibilidad a la alimentación, la producción y el consumo responsable, hambre cero, la salud y bienestar, sostenibilidad y clima… Se estuvo hablando del calentamiento global, desertificación, contaminación del agua, del plástico, la malnutrición… Pero, sobre todo, la preocupación es que en 2050 habrá 10 billones de personas en el mundo y el sistema actual de producción y distribución alimentaria no da para ello.
¿Qué soluciones se plantean para poder alimentar a toda esa población?
Lo que más preocupa es la producción de proteína. De ahí que se hablara de las nuevas fuentes para lograrla y, especialmente, de la proteína vegetal. Pero también se habló de la necesidad de contar con una correcta cadena de producción y distribución de los alimentos para evitar el desperdicio y todo lo que se está tirando, así como de la concienciación. Hay, también, otro concepto que está entrando fuerte: la biodiversidad y la necesidad de ampliar las variedades que incluimos en nuestra dieta. En este sentido se habla de incorporar más Protective Food; es decir, alimentos con propiedades nutricionales que protegen o pueden tener efectos beneficiosos en la prevención de enfermedades. Porque, no solo hay una población en aumento, sino que existe una población creciente con enfermedades como la diabetes, más de 400 millones en la actualidad. Tenemos que hacer un cambio en nuestra dieta, ampliando nuestro abanico en lugar de restringiéndolo.
Ha hablado de la proteína vegetal. ¿En qué fase se encuentra?
Ya está aquí. Hace cuatro años era algo raro hablar de que se iba a generalizar. Pero ha habido un salto increíble, como lo demuestra la salida a bolsa de la startup Beyond the Meat, especializada en carne vegetal, que ha roto todos los esquemas; ha puesto el foco de los inversores en esto y ha generado muchísima expectativa.
“La salida a bolsa de Beyond the Meat ha puesto el foco de los inversores en la proteína vegetal y ha generado muchísima expectativa”.
¿A qué se refiere?
Los productos dirigidos a vegetarianos existen desde hace muchísimo tiempo, un nicho de población muy pequeño cuya decisión de compra no se fundamentaba tanto en el sabor o la conveniencia como en sus convicciones. Ahora, empresas como Beyond the Meat e Impossible Food han cambiado el foco y la estrategia. Han ampliado el marco de consumo, se focalizan no solo en vegetarianos sino, sobre todo, en flexitarianos, con lo cual, el foco de población se ha ampliado de un 4-5% a más de 35% en países como Estados Unidos. Y han hecho un producto atractivo en el que el sabor e imitar la experiencia de comer carne son la clave. Han conseguido demostrar que hay un mercado, que puede haber un negocio y una oportunidad. Eso hace tres años no se veía.
¿Cree que es algo que se va a popularizar en breve?
La proteína vegetal ya está en muchos restaurantes, incluso en Burger King y en TGB… También en los principales supermercados. ¡Quién lo iba a decir! Estamos, por decirlo así, en una nueva fase, en la fase 2.0. Están empezando a aflorar muchísimas opciones, desde sustitutivos de charcutería, atún, carne… La soja ha sido la fuente de proteína tradicional y ahora también hay otras fuentes como guisante, garbanzo y algas. Hay un boom de empresas sacando muchas cosas, pero ahora viene el reto de generalizar su producción implantando fábricas, ampliando líneas, con logística, seguridad alimentaria, control… cosas que requieren muchísima inversión. La ampliación de la capacidad productiva en muchos casos se va a realizar a través de alianzas. A modo de ejemplo Beyond the Meat acaba de anunciar un acuerdo con una empresa holandesa para iniciar la producción en Europa.
¿Qué papel juega CNTA en todo esto?
Es el momento de actuar en desarrollo tecnológico para que luego la innovación pueda llegar al mercado. Nosotros, en CNTA, trabajamos en ese desarrollo tecnológico. Si en productos que llevan años comercializándose todavía hay retos tecnológicos para mejorarlos, imagínate en éstos que están empezando. Hay muchos retos en torno a la proteína vegetal: como disponer de nuevos ingredientes ricos en proteínas, cómo incrementar su digestibilidad y su biodisponibilidad, cuáles han de ser los procesos de tratamiento, cómo alargar la vida útil, cómo hacerlos más naturales, sin tantos ingredientes… Sigue habiendo muchos desarrollos y mucho que decir. Seeds&Chips no paró de repetir que, para conseguir cambiar el sistema, hay que hacer cosas diferentes y eso pasa por la tecnología.
“Navarra está muy bien posicionada, porque si de algo sabemos es de vegetales”.
Parece extraño hablar de tecnología en temas alimentarios.
Es lo que se denomina food tech. Son tecnologías aplicables para la mejora de cualquier parte de la cadena de valor: tecnologías para conservación y alargar la vida útil del alimento, para reducir ingredientes/aditivos, para mejorar sabores, para hacer los alimentos más nutritivos, seguros, más fáciles de consumir, etc. Nuestra vida es más fácil ahora porque hay gente que se ha roto la cabeza pensando en cómo conseguir que eso se pueda hacer.
¿Cómo ve a Navarra con su fuerte industria vegetal dentro de esta nueva tendencia de proteína vegetal?
Navarra está muy bien posicionada, porque si de algo sabemos es de vegetales. Tenemos proyectos y hay muchas empresas interesadas, porque ven esos productos novedosos en las estanterías al lado de los suyos. Hay un futuro por descubrir y por el que apostar.
Sin embargo, a día de hoy, son las empresas cárnicas las que más apuestan por la proteína vegetal. ¿Podrían unirse ambos sectores en esta carrera de fondo?
¿Por qué no? Unos controlan una parte de lo que es necesario en esa cadena de valor y otros otra. Se habla de buscar soluciones nuevas a problemas nuevos y está claro que si hacemos lo mismo de la misma manera que hasta hoy no va a ocurrir el cambio. Cómo hacerlo es algo que está por explorar.
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