La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada seis personas superará los 80 años de vida para 2030. Este dato refleja una tendencia que pone en cuestión por completo el modelo de cuidado “tradicional”. El papel históricamente desempeñado por las familias en la atención a sus mayores ha quedado en almoneda ante el aumento y generalización de nuevas patologías y enfermedades de personas que no solo requieren de cuidados más especializados, sino que además los quieren recibir en sus domicilios. Por otro lado, el perfil de quienes suelen encargarse de estas tareas, en su mayoría mujeres de origen extranjero sin formación específica para atender esas necesidades, complica aún más la búsqueda de soluciones a este problema.
Frente a este escenario, la Fundación Felipe Lecea-Clínica Josefina Arregui, junto al Hospital San Juan de Dios de Pamplona-Tudela, han trabajado los dos últimos años en el proyecto ‘Rural Domus’. Su propósito ha sido el diseño y puesta en marcha de un nuevo modelo de cuidados domiciliarios para personas mayores en áreas rurales, para lo que han contado con la financiación del programa Innova de Fundación la Caixa y Fundación Caja Navarra.
La jornada ‘Canalizar la Filantropía’ de Fundaciones de Navarra, celebrada este martes en Tudela, presentó los resultados de ‘Rural Domus’ como uno de los muchos “casos de éxito” que dichas entidades vienen desarrollando para mejorar la calidad de vida en la Comunidad foral y, específicamente, en la Ribera de Navarra. Así, Loreto Velilla, terapeuta ocupacional de la Fundación Felipe Lecea-Clínica Josefina Arregui, informó de que, en el marco de esta iniciativa, han formado a un total de 35 personas: “En la Ribera hubo dieciocho mujeres y dos hombres que entraron en el proyecto, mientras que en Sakana fueron quince más, todas ellas mujeres”.
FORMACIÓN ACREDITADA
Dicho grupo inició en abril un proceso de capacitación de 480 horas, que se ha extendido hasta el pasado octubre, centrado en habilidades y conocimientos tan diversos como higiene y atención sanitaria y psicosocial, comunicación con el paciente y las familias, apoyo domiciliario, formación laboral, competencias digitales básicas y refuerzo en castellano. Ahora, según informó Velilla, “van a empezar un período de prácticas y acreditación profesional para obtener un título también profesional”.
Además, y de forma paralela, los promotores de ‘Rural Domus’ contemplan la creación de una empresa de Economía Social, “presumiblemente una microcooperativa”, que permita su inserción laboral así como el inicio de un proyecto piloto donde aplicarán todo lo que han aprendido con pacientes y sus familias de Sakana y la Ribera “en el primer semestre de 2025”.
En línea con estos resultados, la concejal de Derechos Sociales, Mujer e Igualdad del Ayuntamiento de Tudela, Anichu Agüera, afirmó en sus palabras de bienvenida a los asistentes que “las fundaciones en Navarra tienen un papel fundamental en la mejora de la sociedad”. También destacó que un 30 % de dichas entidades “tienen actividad en la Ribera y que, en algunos casos, han nacido para dar respuesta a necesidades específicas de la zona”. Por ello, quiso agradecer “a todas aquellas personas que, desde su laboral diaria, contribuyen a construir una Navarra más solidaria, inclusiva y próspera”.
OTROS PROYECTOS “INSPIRADORES”
La cita de Fundaciones de Navarra en la capital ribera se completó con otros casos similares al de ‘Rural Domus’. Así, por ejemplo, el agricultor de Tudela y miembro de la Ejecutiva en UAGN David Navarro; su homóloga e influencer, Natalia Miramón; y Andrea Urzaiz, responsable de Calidad y Marketing en Aceites Artajo, expusieron algunas de las actividades que muestran el arraigo del sector primario al territorio.
En una mesa redonda moderada por Susana Villanueva, presidenta de Fundaciones de Navarra, los tres negaron la supuesta ausencia de servicios en el ámbito rural. “Hay que incentivar a los profesionales a que vengan y comprueben que no estamos aislados, que con la digitalización tenemos acceso sin problemas”, comentó Miramón.
Por su parte, Urzaiz valoró que “todo el mundo” se acuerda de los agricultores cuando pasa una catástrofe. “La gente tiene que darse cuenta de que siempre estamos ahí cuando hacemos falta”, añadió. Y, con respecto a la presencia de la mujer en el sector, los tres coincidieron “en la importancia y la visibilidad” que otorga la titularidad compartida a su trabajo. En concreto, dicha figura jurídica garantiza que los propietarios de una explotación (habitualmente una pareja) compartan tanto las responsabilidades como los beneficios, promoviendo un reparto equitativo de las cargas y la corresponsabilidad. En España hay más de 1.300 explotaciones gestionadas de este modo, de las que veintinueve se localizan en la Comunidad foral. “Al margen de facilitar la gestión diaria, todas ellas se han beneficiado de una serie de ventajas adicionales relacionadas con el cobro de ayudas de la Administración o el pago de la Seguridad Social, entre otras”, señaló Navarro.
En cuanto a la falta de relevo generacional, defendieron la necesidad de mejorar la rentabilidad del negocio, su imagen exterior y su profesionalización “al mismo nivel que la empresa” para hacerlo más atractivo a las nuevas generaciones. En ese sentido, coincidieron en que “el entorno rural es el futuro, no el pasado, porque la comida viene del campo”.
COLABORACIÓN ENTRE FUNDACIONES Y JÓVENES VULNERABLES
Tras este panel, Begoña Moreno y Abel García, directores de Fundación Miguel Eza y Fundación Civil San Francisco Javier, respectivamente, compartieron con los asistentes un caso de colaboración desarrollado por sus entidades para generar empleo entre personas de difícil incorporación al mercado laboral. En su caso, están formando a un total de veintiuna personas en labores de cuidado y atención a personas mayores.
Por último, la responsable de Fundación Ilundain en la Ribera de Navarra, Inmaculada Fernández, detalló la trayectoria que su organización ha venido desempeñando en esta parte de la Comunidad foral desde 2016 en estrecha colaboración con entidades como el Ayuntamiento de Tudela y a través de proyectos como Aterpeak o la Escuela Taller de Hostelería. Este último, según comentó, “se ha convertido en una referencia obligada para la Ribera”. En total, Fernández calculó que “unas 5.000 personas” han seguido el proceso formativo de una organización que, actualmente, cuenta con cuatro pisos residenciales en Tudela y un recurso adicional más en Fontellas para atender a jóvenes vulnerables.
A modo de conclusión, la presidenta de Fundaciones de Navarra, Susana Villanueva, dijo sentirse “abrumada por la riqueza” de las experiencias e iniciativas mostradas en el encuentro de Tudela. Recordó que el objetivo que persiguen con este tipo de jornadas, que ya han llevado a cabo en Los Arcos, Bértiz y que próximamente realizarán en Tafalla, es “visibilizar”” las actuaciones de sus entidades asociadas. “Hoy, de nuevo, hemos comprobado cómo fundaciones que ofrecen servicios muy distintos comparten una misma visión: mejorar la vida de las personas”, finalizó.