Millones de personas depositan sus residuos plásticos en los contenedores amarillos con la esperanza de contribuir a su revalorización. Pero lo que empieza con un pequeño gesto de responsabilidad colectiva se enfrenta a un gran obstáculo en las plantas de selección y procesamiento: los materiales plásticos más comunes no son tan uniformes como parecen. Desde el PET de las botellas de refrescos hasta el polietileno de las bolsas plásticas, pasando por fórmulas más complejas como el PVC o los plásticos multicapa de ciertos envases, cada uno requiere un tratamiento específico.
Se trata de un problema que contribuye a un desafío de mayor calado para Europa. Precisamente, la Comisión Europea abrió el pasado mes de julio veintisiete procedimientos de infracción contra todos y cada uno de los Estados miembros de la Unión Europea (UE) por sus bajas tasas de reciclaje de plástico y otros residuos como el papel, el metal, el vidrio o los desechos electrónicos. Una de las faltas por las que se abrió expediente hacía referencia a una directiva de 2008, que obligaba a todos los países a recoger y tratar el 50 % de los residuos para su reutilización en 2020. Pero dieciocho de ellos no llegaron a ese porcentaje. España, por ejemplo, se quedó en el 36 %.
Quienes deseen conocer más a fondo el proyecto pueden hacerlo a través de este enlace
«Y, si nos fijamos en el reciclaje de plástico, estimamos que tan solo un 11 % de todo el material que se recolecta en el contenedor amarillo acaba reciclado en nuestro país. El resto se dirige normalmente en un vertedero o al incinerador«, apunta Ana Hernández-Giménez, investigadora de CENER (Centro Nacional de Energías Renovables).
Por eso, esta entidad puso en marcha hace dos años Piroplax, una iniciativa colaborativa coordinada por ADItech, el agente coordinador del Sistema Navarro de I+D+i (SINAI), y financiada por el Gobierno de Navarra. En concreto, el equipo identificó una oportunidad en el uso de la pirólisis, tecnología que utiliza el calor y la ausencia de oxígeno para descomponer materiales, como una vía complementaria al reciclaje mecánico del plástico (que se limita a triturarlo y reutilizarlo sin alterar su estructura química y es solamente aplicable a ciertos tipos de plásticos sin mezclar). ¿Su objetivo? Desarrollar procesos que puedan aplicarse en una única línea de desechos plásticos, de forma que no sea necesaria una frase previa de separación.

Bajo la dirección del catedrático Andoni Gil, la UPNA trabaja en la caracterización del plástico reciclado por pirólisis.
Para ello, el proyecto cuenta con la Universidad Pública de Navarra (UPNA) como socia. «Además de simplificar las fases del reciclaje, y con ello abaratar costes, estos procesos tienen como resultado una materia prima rica en compuestos moroaromáticos BTX (derivados de benceno, tolueno, xilenos), ampliamente utilizados en la fabricación de muchos compuestos químicos tales como nuevos plásticos, disolventes, combustibles, pinturas o resinas. Así, la tecnología desarrollada en el proyecto no solo cumple con los preceptos de la economía circular, sino que también obtendría un beneficio económico para las empresas», explica Andoni Gil, catedrático en Ingeniería Química y profesor titular en el centro educativo.
PREPARAR Y APROVECHAR EL MATERIAL
La iniciativa cuenta con cuatro bloques de trabajo. Después de un estudio sobre los tipos de desechos que se pueden encontrar entre los residuos urbanos, el equipo diseñó una mezcla de plásticos modelo con un fin posterior muy concreto: establecer el método más óptimo para preparar el material de cara a su procesamiento. «Debemos limpiar los desechos para que, al introducirlos en el reactor, nos permitan trabajar en continuo durante varias horas, sin encontrarnos problemas de contaminantes externos o internos que puedan perjudicar la instalación o la calidad del producto final», incide Hernández-Giménez.
Precisamente, la pirólisis de este material produce sólidos, líquidos y gases. Con ello, la UPNA asumió la tarea de caracterizar su composición. «Hemos centrado el proyecto, sobre todo, en las moléculas que se pueden encontrar en las fases líquidas y gaseosas para ver cómo se podrían transformar en compuestos reaprovechables», detalla Gil.

La pirólisis tiene como resultado un crudo (de color negro en la imagen), cuyas fracciones son reaprovechables por la industria.
En este sentido, tanto CENER como la UPNA han desarrollado procesos para optimizar este material en la industria. Así, la primera entidad enfocó su actividad investigadora en el destilado del crudo obtenido para «fraccionar y purificar» los compuestos con interés comercial. Y, por otro lado, el equipo del centro educativo hizo lo propio con procesos catalíticos para transformar moléculas que se utilizan menos en la industria en compuestos que puedan ser aprovechables. «Estamos trabajando en un concepto integrado de reciclado para aprovechar el 100 % del plástico», incide la investigadora de CENER.
LOS RESULTADOS
En un primer barrido y marcándose como objetivo la obtención de compuestos BTX, los procesos desarrollados en Piroplax obtienen «hasta un 30 % de rendimiento de esta fracción». Un porcentaje que se eleva hasta «entre el 40 % y el 50 %» si se añaden las subfracciones transformadas por la UPNA. «Queda por determinar la viabilidad económica, y aquí juega un papel importante la participación de empresas y entidades para la recolección de plástico. Es clave que esta materia prima venga a coste prácticamente cero para que pueda ser un proceso rentable y que se carguen las tasas de vertidos de forma justa, para que el reciclado sea la opción preferente frente al vertido», concluye Hernández-Giménez.