lunes, 20 enero 2025

La gestión del desperdicio alimentario como pilar de la sostenibilidad

La autora resalta que la gestión del desperdicio alimentario y los residuos ha ganado relevancia en los gobiernos, las empresas y la sociedad. En un contexto marcado por la aprobación de la nueva Ley de Prevención de Pérdidas y Desperdicio Alimentario, explica cómo las compañías del sector están afrontando este tema clave en toda la cadena de valor y cómo debe integrarse en sus estrategias de sostenibilidad.


Pamplona - 20 enero, 2025 - 05:58

Sonia Muro.

Sonia Muro.

Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación en su Informe Anual de Desperdicio Alimentario 2023, la cifra global de desperdicio, con datos de fuera y dentro del hogar, se sitúa en 1.214 millones de kilos/litros, lo que supone una cantidad ligeramente superior al año anterior. Solo en la Comunidad foral, más de 115.000 toneladas de alimentos terminan al año en la basura, un 42 % de los cuales se desperdician directamente en los hogares.

Esto ha hecho que la gestión del desperdicio alimentario, junto a la de los residuos, haya ido ganando relevancia en los gobiernos, las empresas y la sociedad. En España, la legislación ha evolucionado en los últimos años en respuesta a esa creciente preocupación por la sostenibilidad. Recientemente, a principios de este 2025, se aprobaba en el congreso la nueva Ley de Prevención de Pérdidas y Desperdicio Alimentario, que pretende fomentar buenas prácticas desde los productores primarios, en la fase de cosecha y recolección de los alimentos, y durante toda la cadena hasta los consumidores, siempre con el foco puesto en cumplir con el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 12.3 de Naciones Unidas, que propone reducir a la mitad el desperdicio alimentario en el mundo para el año 2030.

Como en todos los grandes temas globales, avanzar implica sumar esfuerzos por parte de todos, la colaboración publico privada y la involucración ciudadana. En concreto, las empresas agroalimentarias llevamos años trabajando para reducir el desperdicio alimentario y optimizar la gestión de residuos. Y este desafío nos impulsa a implementar medidas en toda la cadena de valor, desde el campo hasta el consumidor final.

El primer paso es la predicción de la producción y recolección, un proceso complejo afectado por múltiples variables, incluido el cambio climático. A esto se suma la necesidad de anticipar la demanda, especialmente desafiante en el mercado de productos frescos debido a su naturaleza dinámica y perecedera. A partir de ahí, los retos para las empresas agroalimentarias no dejan de crecer.

«Como en todos los grandes temas globales, avanzar implica sumar esfuerzos por parte de todos, la colaboración publico privada y la involucración ciudadana»

Por un lado, es imprescindible invertir en una mejor segregación de residuos, un paso clave para cumplir con la jerarquía establecida por la legislación. Según esta normativa, el primer destino de los productos sobrantes debe ser la alimentación humana. Sin embargo, garantizar la seguridad alimentaria de un subproducto implica desafíos significativos y, en muchos casos, requiere inversiones importantes.

Otra alternativa son las donaciones, pero estas también enfrentan obstáculos. Al tratarse de productos frescos con una vida útil corta, es necesario contar con transporte refrigerado y una logística eficiente que permita aprovecharlos antes de su vencimiento.

A pesar de las dificultades, estos y otros aspectos son desafíos en los que poco a poco se va avanzando. En algunas empresas, como es el caso de Florette, hemos integrado la lucha contra el desperdicio alimentario en nuestra estrategia de sostenibilidad, trabajando en múltiples ámbitos. Por un lado, nos enfocamos en prevenir el desperdicio mediante medidas como la predicción de la demanda, apoyándonos en herramientas digitales e inteligencia artificial, y los rigurosos controles de calidad en el campo, asegurando que toda la materia prima que llega al centro de producción cumple con las necesidades de los clientes.

Por otro lado, gestionamos los excedentes de manera eficiente. Esto incluye llevar al mercado productos de I gama u otros formatos que no podemos envasar, realizar donaciones a entidades sociales y priorizar el uso de residuos vegetales como alimento para animales, destinando una menor proporción a plantas de compostaje. Además, estamos desarrollando proyectos para mejorar la valorización de los residuos vegetales, maximizando su aprovechamiento.

En cualquier caso, la reducción y mejor gestión del desperdicio alimentario ya no constituye una mejoría sobre nuestros planes de sostenibilidad, sino que es un pilar importante, integrado en la estrategia de la compañía y que muy pronto será obligatorio por ley que se incluya dentro de un plan específico para todas las empresas del sector. Es un aspecto que, además, va más allá de la normativa, puesto que afecta también a la rentabilidad y permite reforzar el propósito de las compañías y alinearse con los comportamientos del consumidor, las tendencias de consumo y el cuidado de nuestro entorno como uno de los temas globales de nuestra sociedad.

Sonia Muro

Jefa de Sostenibilidad Medioambiental en Florette


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