En los últimos años, el cambio climático se ha constituido como uno de los máximos retos a afrontar durante las próximas décadas. Como respuesta, se están desarrollando e implantando iniciativas internacionales, nacionales y locales para limitar las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI). Dichas iniciativas se basan en la cuantificación, seguimiento, informe y verificación de emisiones y/o absorciones de GEI y pueden ser de carácter obligatorio o voluntarias, dependiendo del sector de actividad. Un caso, a modo de ejemplo, es el registro nacional de huella de carbono regulado a través del RD 163/2014, en el cual AENOR está participando activamente realizando las verificaciones acreditadas que solicita.
Paralelamente a este desarrollo, las organizaciones han buscado oportunidades para ser más eficientes en el uso de los recursos. Así, la eficiencia energética ha surgido como la mejor herramienta para reducir las emisiones de GEI conjuntamente con una reducción de costes.
La adecuada gestión de la Huella de Carbono permite una reducción de costes a través de un uso de la energía y de los recursos más eficiente”
En este escenario, ha surgido el término de Huella de Carbono que se puede emplear para determinar la cantidad de GEI emitida y absorbida por efecto directo o indirecto de una organización, producto, evento, proyecto o individuo. La certificación de la Huella de Carbono permite acreditar la veracidad del cálculo, reducción o compensación de las Emisiones de GEI resultado del ciclo de vida de un producto o de la actividad de eventos, de organizaciones y de servicios. Entre estas aproximaciones, son las huellas de carbono de organización y de producto las que han despertado mayor interés.
La Huella de Carbono de organización se utiliza para determinar las emisiones que son consecuencia de las actividades de la propia organización. Este certificado está basado en la Norma ISO 14064-1 (u otros esquemas similares como el GHG Protocol), que establece los requisitos para el diseño, desarrollo y gestión de inventarios de emisiones de GEI de las compañías, así como para la presentación de informes sobre estos inventarios. AENOR ha certificado la Huella de Carbono de organizaciones de numerosos sectores, como el petroquímico, telecomunicaciones, energía, infraestructuras, transportes, construcción, ingenierías, papeleras, alimentario o seguros, entre otros, realizando más de un centenar de verificaciones anuales.
Por su parte, la Huella de Carbono de producto se emplea para cuantificar las emisiones ocasionadas por un producto o servicio durante su ciclo de vida, distinguiéndose dos posibilidades para afrontar el inventario de GEI: business to business y business to consumer. En el primer caso se tienen en cuenta las etapas desde la extracción de materias primas hasta la distribución a la siguiente empresa; mientras que en el segundo, adicionalmente se incluyen las etapas de uso por parte del consumidor y de disposición final. AENOR ha concedido más de 70 huellas de carbono de productos. En conjunto, AENOR ha certificado más de 200 Huellas de Carbono, tanto de organizaciones, como productos, servicios y eventos, tanto de España como de otros países.
En conjunto, AENOR ha certificado más de 200 Huellas de Carbono, tanto de organizaciones, como productos, servicios y eventos, tanto de España como de otros países.”
En Navarra, la Entidad ha colaborado en el Proyecto EURENERS 3 “Creación y promoción de una herramienta on-line de cálculo de huella de carbono en productos agroalimentarios” financiado por el MAGRAMA y desarrollado por la Asociación TEDER de Estella junto con otras Asociaciones de Desarrollo Rural de otras Comunidades Autónomas. AENOR ha realizado la verificación de la Huella de Carbono de 7 productos agroalimentarios, de los cuales dos son de Navarra (Queso marca ALDAIA y Aceite Hacienda de Queiles). Este proyecto ha sido seleccionado entre las 30 mejores iniciativas de alimentación y sostenibilidad que se mostrarán en el Pabellón de España de la Expo Milano 2015.
BENEFICIOS
En este contexto, cada vez son más las organizaciones que, concienciadas por la lucha contra el cambio climático, apuestan por determinar la HDC de sus actividades y de sus productos, servicios y eventos. Al mismo tiempo, estas actuaciones les permiten demostrar ante terceros sus compromisos de responsabilidad empresarial y ambiental, mejorando su reputación en el mercado y satisfaciendo las exigencias de los clientes con una mayor conciencia ecológica.
Sin embargo, la medición y reducción de la HDC no sólo tiene importancia desde el punto de vista ambiental y de posicionamiento en el mercado. Adicionalmente, cabe destacar que su adecuada gestión permite una reducción de costes a través de un uso de la energía y de los recursos más eficiente. En la actualidad, prácticamente todas las actividades que realiza una organización llevan asociadas un consumo de energía y de recursos: consumo de electricidad, combustibles, papel, etc. A través de la gestión de la HDC, las organizaciones pueden identificar oportunidades de ahorro, como consecuencia de un mejor conocimiento de las fuentes emisoras. Por tanto, la relación entre la HDC y la eficiencia energética es estrecha. Por un lado, la gestión de la HDC permite identificar todas las posibles acciones de reducción de emisiones y, por otro, es a través de un uso eficiente de la energía como podemos lograr una reducción en las emisiones de GEI más importante.