La existencia de Laly Jausoro no podría entenderse sin la jota. El género musical formó parte de su vida desde siempre. Y no podría haber sido de otra manera, porque se crio en Pitillas -una villa “con mucha tradición jotera”- y en el seno de una familia alegre que siempre le animó a cantar. De su padre, de hecho, recuerda cómo tarareaba estas melodías al regresar del campo. Esa herencia se manifestó en ella muy pronto. “Con nueve añitos ya participaba y tenía solos en el coro parroquial. Recuerdo me subían a una silla, porque la cabeza no me llegaba al resto. El cura del pueblo me apuntó a la rondalla y aprendí a tocar la guitarra”, rememora en conversación con Vanity Capital.
Su entusiasmo infantil por la jota sufrió parones en algunos momentos clave de su vida -el instituto, los estudios universitarios, la maternidad y su trabajo como maestra- pero nunca se esfumó por completo. Fue así como, poco a poco, Jausoro se convirtió en una de las joteras más reconocidas de la Comunidad foral. Una posición que alcanzó desde el respeto máximo a la tradición, pero buscando al mismo tiempo innovar y evolucionar con ritmos y letras únicos.
Detrás de su prolífica trayectoria musical, que le llevó a hogares navarros repartidos por todo el territorio nacional, descansa un convencimiento: que la Jota es un patrimonio que merece salvaguardar y dar a conocer, tanto en su propio territorio como fuera de sus fronteras. Esa misión fue la que le llevó a crear, de la mano de su amiga y colega María Ángeles González, la Asociación de la Jota Navarra NavarJota. Comenzaron su andadura en 2018 y en poco tiempo sus esfuerzos dieron fruto. El 27 de noviembre de 2019, la Jota cantada y bailada de Navarra fue declarada por el Gobierno foral como Bien de Interés Cultural Inmaterial de Navarra, “por ser una expresión viva, arraigada y compartida, que goza de vitalidad después de dos siglos documentados de trayectoria”.
Actualmente, y tras una iniciativa piloto en Castejón, el colectivo trabaja en un proyecto para rescatar toda la tradición oral jotera que atesoran los vecinos más veteranos de distintos pueblos navarros porque, de lo contrario, toda esta riqueza se perdería. “También queremos que los profesores de música apuesten por instrumentación autóctona, de folclore, de rondalla, de gaita… que no solo sea violín, violonchelo y piano, que haya personal preparado en las escuelas para dar esta formación. Necesitaron preparación a nivel de documentación, de partituras, de estilos, de las variaciones registradas a lo largo del tiempo”, apunta Jausoro.
Junto a la Cátedra de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) y el Servicio de Museos del Ejecutivo foral, el próximo reto de esta asociación es que la Jota entre en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. Para ello, y como paso previo, el Ministerio de Cultura y Deporte comenzará la tramitación de declaración de la Jota como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de España. ¿El objetivo? Facilitar el recorrido administrativo en la UNESCO, ya que la Jota no está declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en todas las comunidades autónomas.