El arte de la joya y la bisutería en el Perú es uno de los más antiguos del planeta ya que el uso de este tipo de ornamentos ha estado muy extendido desde tiempos inmemoriales, anteriores incluso al imperio incaico.
Sus artesanos han logrado una técnica muy depurada gracias al conocimiento y la experiencia que han ido acumulando generación tras generación. El resultado final es un producto “clásico” en cuanto a su presentación pero plenamente adaptado a las últimas tendencias y gustos de los amantes de anillos, pulseras, pendientes o colgantes.
Unos diseños en el que juega un papel fundamental el proceso de elaboración al que se someten y donde se añaden de forma equilibrada piedras naturales como el lápis lazuli, la turquesa o la malaquita con elementos naturales como las conchas marinas, el spondylus (una especie de molusco que es conocido como “el oro rojo de los Incas”), el abalón o el nácar, entre otros.
La joyería artesana de Perú es una de las más antiguas, anterior incluso a los incas
A ello hay que añadir la magia de una cultura indígena propia que constituyó una de las principales referencias en cuanto a desarrollo científico, económico y cultural de Hispanoamérica.
Esa materia prima dota a la joya peruana de un elevado contenido en color y magia que, en gran medida, actualiza la simbología inca al tiempo que representa la fuerza de la naturaleza de un país de enorme riqueza paisajista.
Todos esos elementos son los que nutren a la firma local Inkaandco.com promovida por los emprendedores Chaio Ramos y Ken Mortimer.
Tras su nacimiento en 2013, fruto de un viaje por el Perú, su expansión ha venido de la mano de unas redes sociales que han permitido que sus joyas estén presentes desde los lugares más cercanos (Pamplona, San Sebastián o Bilbao) a los más recónditos y llamativos como Dubai, Australia, Nueva Zelanda, China, Taiwán, Suiza o Emiratos Árabes por citar tan solo algunos ejemplos.
Sus colgantes, anillos y pulseras, llenos de luz, color y magia, están hoy presentes en Suiza, Nueva Zelanda, Taiwán, …
Ahora, entre sus próximos retos, implementar su presencia en un mercado como el francés y, tal vez, la posibilidad de contar con una tienda física en un plazo de dos o tres años.
Hasta entonces, habrá que seguir disfrutando de este tipo de joyería peruana 100% artesana pero con sello navarro y abierta a todo el mundo.
Un producto, en definitiva, de máxima calidad, para un cliente muy exclusivo y al que seguiremos la pista muy de cerca…