Han transcurrido muchos años desde entonces, pero nuestra protagonista recuerda bien cuál era su rincón favorito de niña: el despacho de su abuelo. Aquel espacio siempre le había parecido un enigma. Traspasar aquella puerta suponía una experiencia similar a adentrarse en un universo nuevo, repleto de mundos por explorar. Ana Ormaechea se detenía a contemplar la biblioteca, que se extendía hasta donde alcanzaba la vista. Un aroma a papel y tinta impregnaba el aire. Una moqueta verde cubría el suelo y, como si no quisiera perturbar la paz del lugar, Ana caminaba sobre ella para acercarse a una vieja máquina de escribir. Parecía una reliquia de otro tiempo. Infinitas crónicas de su abuelo colmaban la estancia. Quizá fue precisamente allí, en ese despacho lleno de historias, donde comenzó a escribir la suya: «Siempre quise ser periodista, como él y como mi tío».
En el colegio, Historia y Literatura eran sus asignaturas favoritas. La Química y las Ciencias Naturales, sin embargo, le suponían un desafío importante. «Aprender sobre geología, por ejemplo, no me interesaba nada. Lo que más me gustaba era redactar», rememora hoy a sus 49 años. Lo cierto es que era una gran lectora. Tanto es así que, décadas después, recuerda con una sonrisa permanente cómo leía a escondidas cuando se acostaba: «Me metía en la cama con una linterna, pero mi madre solía pillarme».
Aquella vocación por las letras fue determinante para, finalmente, decantarse por estudiar Periodismo en la Universidad de Navarra. Fan del deporte, de pronto se le presentó la oportunidad de realizar prácticas en COPE Pamplona. Y, a pesar de que tan solo era una alumna de primero, aceptó el reto. «Me dieron la oportunidad de cubrir baloncesto y balonmano. Me levantaba a las cinco de la mañana, acudía a alguna rueda de prensa y, a mediodía, me ocupaba de los deportes. Hacía los informativos matinales. Madrugaba con una felicidad absoluta porque lo disfrutaba mucho», constata risueña.
RUMBO A ARGENTINA
En verano, Ana solía marcharse a Francia para «pulir el idioma». Pero la primera experiencia en el extranjero que realmente dejó una profunda huella en su interior tuvo lugar nada más finalizar su formación. Fichó como becaria por la Televisión Federal Argentina (Telefe), donde permaneció un año: «Subirme al avión e irme tan lejos fue un shock. Buenos Aires era gigantesco. El simple hecho de coger un bus para ir a trabajar era una odisea».
Nuestra protagonista le cogió «gustillo» a conocer otros países. Así, al finalizar su experiencia en Argentina, se marchó unos meses a Blackpool (Inglaterra) para aprender inglés. Después, fue el momento de regresar a Pamplona, donde trabajó un año en Diario de Noticias. «Cubrí temas de deporte, local… Hice de todo y aprendí muchísimo. Fue una etapa divertida», constata.
Entonces, la vida le brindó la oportunidad de trabajar en Antena 3, en Madrid. Ana siempre había sentido inquietud por la tecnología, que todavía comenzaba a despegar, y se encargó de desarrollar las primeras webs de la cadena. «Recuerdo sentarme con Ana Rosa Quintana y explicarle lo que era una ‘web’. Eran los inicios de Internet, el comienzo de la era digital. Fue muy bonito», rememora alegre justo antes de precisar que permaneció en la capital cinco años.
Más tarde, trabajó como editora en la revista Muy interesante, donde abordó textos de tecnología e historia. Justo durante esa época, Apple lanzó su primer iPad: «Perseguí al director de la revista para crear nuestra propia aplicación de iPad. Y conseguí desarrollarla”. Esa inquietud que sentía por la tecnología fue creciendo más y más y, después de cinco años en la firma, consiguió una beca para marcharse a la Universidad de Stanford. ¿El objetivo? Investigar la interacción entre la sociedad y las nuevas tecnologías.
FUNDADORA DE DOS EMPRESAS
Con el aprendizaje que cosechó durante su estancia en California, se aventuró a emprender. Y cofundó Tablet Army, compañía especializada en el desarrollo de aplicaciones móviles para iPads. Además, ejerció como socia en la madrileña Prodigioso Volcán, experta en transformación digital.
«Fundé Cuonda, la primera red de ‘pódcast’ independientes en español»
Pero entonces le concedieron otra beca, en esta ocasión en Nueva York. «Abordé temas sobre emprendimiento periodístico, y aquello me dio claves para crear una plataforma de pódcast a la que llamé Cuonda«, constata para acto seguido remarcar que fue «la primera red de pódcast independientes en español».
En concreto, la startup estuvo en marcha durante cuatro años hasta que recibió una llamada muy prometedora. Grupo PRISA deseaba un gran cambio en todas sus radios. El audio comenzaba a crecer y quería enfocarse en la digitalización de sus servicios. Así, Ana ocupó el puesto de head of Digital Product, cargo que más tarde evolucionó al de chief Digital officer. «Desde hace cinco años me encargo de la dirección digital de las radios de PRISA, ubicadas en España, Colombia, Chile y México. En total, son treinta marcas repartidas en cuatro países diferentes. Somos el mayor productor de audio en español del mundo», matiza.
Lo cierto es que, ahora, todos vivimos «audificados». En la calle, en el metro, de camino al trabajo… Los auriculares ya forman parte de nuestro día a día. «Estamos predispuestos a una escucha. Es un momento muy bonito para el ecosistema del audio», agrega. Pero nuestra protagonista quizá da más uso a los cascos que muchas otras personas. ¿Por qué? Bueno, su principal hobby así lo exige: «He sido DJ muchos años. Antes solía pinchar música francesa e italiana de los años 50, mezclada con indie y rock actual. ¡Incluso pinché en la pasarela Cibeles para el gran Roberto Verino!», concluye risueña.
Esta entrevista forma parte de la Estrategia NEXT del Gobierno de Navarra.
