lunes, 28 abril 2025

La primera presidenta de Kaiku aún recuerda los paseos en burro en su Peralta natal

Elsa Castillo creció rodeada de animales en la granja fundada por su bisabuelo. Así, después de trabajar en Grupo Azkoyen, Royal Design y una agencia de viajes, decidió coger las riendas del negocio familiar junto a su hermana Idoia. Hoy, además, es la primera presidenta de Kaiku. Con motivo del Día Internacional de la Mujer, resalta el protagonismo creciente del talento femenino en el sector. "Las cosas están cambiando. Cada vez hay más mujeres en este ámbito, y eso es importante. Es un cambio lento, pero imparable", defiende.


Peralta - 7 marzo, 2025 - 13:43

Elsa Castillo lidera, junto a su hermana Idoia, la explotación ganadera que fundó su bisabuelo en Peralta. (Fotos: cedidas)

Las mañanas de Elsa Castillo comenzaban muy temprano, con los primeros mugidos de las vacas de las que cuidaban su abuelo y su padre. Nada más despertar, se asomaba a la ventana. El sonido de los cencerros, el canto de los mirlos y el aroma a heno y tierra mojada anunciaban el inicio de otra jornada en la granja. Y aquello le emocionaba. 

No le hace falta detenerse demasiado para pensar en algún que otro momento que hiciera de la suya una infancia feliz. Todos los recuerdos que atesora en la memoria han dejado en ella una huella «difícil de borrar». Pero si hay algo que le provoca una tierna sonrisa cada vez que retrocede unas décadas el reloj, son los cumpleaños que se celebraban en la explotación ganadera de su familia, ubicada en Peralta: «Era el acontecimiento social del año. Hacíamos encierros con terneras, merendábamos en una cueva cercana y dábamos paseos en burro». Aquellos eventos eran especiales para todos los vecinos del pueblo, que aterrizaban en la granja con la energía desbordante de quien sabe con certeza que le espera una tarde repleta de aventuras. Entre pisotones y cencerros, una felicidad compartida protagonizaba la estampa.

En una ocasión, uno de los amigos de nuestra protagonista se dejó llevar por la adrenalina en uno de aquellos encierros. El hocico del ternero estaba a solo unos centímetros de su espalda. Las piernas del niño se movían veloces, frenéticas, imparables. ¡Estaba siendo capaz de correr más rápido que una vaca! Sus compañeros lo miraban estupefactos. Pero entonces tropezó y, antes de que pudiera recuperar el equilibrio, terminó en el suelo. Aunque de lejos lo parecía, no cayó, precisamente, sobre una montaña de barro. Era estiércol. «Todavía nos reímos cuando lo recordamos. Nos lo pasábamos fenomenal, era muy divertido», apunta Elsa entre carcajadas.

Aquella niña que tanto disfrutaba de los animales tenía otra pasión muy concreta. Adoraba el piano. Le fascinaba la manera en que, con solo presionar las teclas, podía llenar el aire con melodías. A diferencia del campo, donde todo seguía un ritmo inquebrantable, la música le permitía crear su propio tiempo y moldearlo a su antojo. «Me encanta Beethoven. Es un ‘hobby’ que todavía mantengo y que, además, he transmitido a mi hijo», detalla justo antes de recalcar que, a sus diez años, su pequeño es capaz de tocar piezas junto a ella «a cuatro manos».

TRAYECTORIA EN ADMINISTRACIÓN Y CONTABILIDAD

En el colegio, su asignatura favorita era Física. «Siempre fui muy de ciencias, aunque tuve una profesora de filosofía que me marcó mucho», reconoce hoy, a sus 43 años. Antes de saber que más tarde cogería las riendas del negocio familiar, se decantó por estudiar Administración y Finanzas en Tafalla: «Pensé que me vendría bien conocer el plano empresarial, y fui a por ello».

Su primer contacto con el mundo laboral fue en Grupo Azkoyen. Allí permaneció tres años en el Área de Administración Financiera, donde llevó a cabo labores de contabilidad y apoyo al Departamento de Recursos Humanos.

Recientemente, Elsa ha sido nombrada presidenta de Kaiku, convirtiéndose en la primera de la historia de la cooperativa.

Recientemente, Elsa ha sido nombrada presidenta de Kaiku, convirtiéndose en la primera de la historia de la cooperativa.

Más tarde, trabajó en una agencia de viajes y como secretaria de Dirección en la empresa navarra Royal Design, dedicada al diseño y la fabricación de mobiliario de alta gama. «Aprendí muchísimo, pero algo en mi interior me decía que aquel no era mi camino. Así que volví a la granja. Y ya no hubo vuelta atrás. Entendí que no iba a ser feliz en otro sitio», suspira.

Desde entonces, lidera la explotación ganadera fundada por su bisabuelo. «Mi hermanas (Idoia y Olaia) y yo somos la cuarta generación. Idoia se encarga de la maquinaria, pero Olaia ha decidido seguir otro camino diferente. Las tres estamos orgullosas de que la granja continúe en marcha», concreta para acto seguido añadir que, desde hace dieciocho años, ella se encarga de gestionar la recría, el cuidado y el ordeño de las vacas.

UN CAMBIO LENTO, PERO IMPARABLE

En total, la explotación está conformada por 360 vacas, de las cuales se ordeñan 190. «Siendo ganadera, cada día es diferente. Y eso me encanta», apostilla. Su lectura respecto a la visibilización de la figura femenina en el sector es clara: «Las cosas están cambiando. Cada vez hay más mujeres en este ámbito, y eso es importante. Necesitamos más reconocimiento. Es un cambio lento, pero imparable».

«Volví a la granja y ya no hubo vuelta atrás. Entendí que no iba a ser feliz en otro sitio»

Su trayectoria como ganadera le ha llevado a convertirse en la primera presidenta de Kaiku. En concreto, la cooperativa cuenta con más de 300 explotaciones situadas en Navarra y País Vasco, y se especializa en la recogida, transformación, almacenamiento y transporte de la leche que estas producen. En este sentido, ha relevado en el cargo a Valentín Novales, lo que supone «todo un reto»: «Lo admiro mucho, esto supone una gran responsabilidad para mí. Afronto el desafío con muchísima ilusión».

Kaiku nació hace más de dos décadas con el objetivo de mantener el sector primario, generar trabajo y preservar de manera sostenible el entorno natural. Actualmente, la cooperativa aglutina el 70 % de los baserris navarros y su producción anual asciende a un volumen de 227 millones de litros de leche. «El principal reto que tenemos por delante es la falta de relevo generacional. Cada vez desaparecen más y más caseríos, y necesitamos hacer atractivo el sector a ojos de los jóvenes», lamenta.

Para poner en valor el esfuerzo y el sacrificio que requiere dedicarse a la ganadería, la cooperativa creó recientemente Kaiku Baserria, ubicado en Álava. Se trata del primer baserri educativo abierto al público: «La iniciativa muestra el esfuerzo que hay detrás de un litro de leche kilómetro 0 y cómo una familia ganadera trabaja con respeto hacia las vacas y el medio ambiente, utilizando sostenibilidad, tecnología e infraestructuras modernas. Ahí se demuestra esfuerzo, dedicación y pasión», concluye justo antes de expresar que la ganadería, más allá de un trabajo, es un pacto con la tierra. 


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