miércoles, 11 diciembre 2024

La revolución de la economía colaborativa

¿Cuáles son la claves de esta nueva corriente que busca la cooperación entre personas conocidas y desconocidas, para el diseño de soluciones innovadoras que resuelvan problemas cotidianos mediante la unión de intereses y medios?


Pamplona - 23 mayo, 2017 - 06:09

Artículo patrocinado por Innovaction Week

Las ayudas buscan incentivar la creación de empresas.

Si hace unos años le comentabas a tu madre que te ibas a ir a París en un coche con un desconocido, aparte de provocarle un infarto, tenías muchas posibilidades de terminar encerrado/a a cal y canto en tu habitación castigado/a de por vida. Ahora, es tu madre la que se va de vacaciones con BlaBlaCar.

Hoy en día compartimos todo: los juguetes usados, el coche, el sofá e incluso el tiempo. Intercambiamos casas, tareas, ropa y hasta la mesa del tren para ahorrar un 60% en el precio del billete. Hacemos posibles proyectos de lo más diversos a través del crowdfunding y logramos cambiar leyes con Change.org.

CIUDADANOS EMPODERADOS

La economía colaborativa está poniendo del revés a todos los sectores tradicionales a los que estábamos habituados. Ya nada es como antes… ni lo será. Los ciudadanos contactan entre sí y se unen para cumplir sus objetivos y deseos. No esperan a que un gobierno o una empresa les facilite el camino e idean soluciones únicas y originales en las que todos ponen de su parte.

Surgen nuevas maneras de relacionarse que, en parte, recuerdan al trueque de antaño y a una sociedad en la que el dinero no es la única moneda de cambio

La generosidad, la confianza y el deseo de colaborar se abren camino con fuerza y creatividad. ¡La crisis ha avivado la imaginación, sin duda! Desaparecen las jerarquías y los intermediarios y se crean relaciones más horizontales: es un nuevo paradigma.

El consumidor ha dejado de ser únicamente consumidor y se convierte en “prosumidor, uniendo la posibilidad de producir y de consumir en una misma figura”, como recogen Adrián Miranda y MA Coto en su libro La empresa Colaborativa, la nueva revolución económica. Ponen como ejemplo a BlaBlaCar o Wallapop, donde una misma persona puede ser pasajero y conductor o comprador y vendedor, según la necesidad. “Ha llegado el momento en el que cualquier ciudadano puede ofrecer sus objetos, su tiempo, sus habilidades a una comunidad, obteniendo o no un beneficio económico por ello”.

¿Un ejemplo más? VizEat puede serlo. Se trata de una red en la que tienes la opción de probar la gastronomía típica de un lugar… en la misma casa de los anfitriones: una oportunidad para conocer a gente autóctona y degustar la comida local de forma directa. Mediante esta fórmula, un madrileño podría ser el anfitrión en su ciudad y disfrutar de una fantástica comida en casa de un veneciano en su viaje a Italia. Interesante, ¿verdad?

La esencia es compartir para crecer, avanzar, aprender, ahorrar, cuidar el medioambiente…Pero atención, porque en esta corriente colaborativa, también hay lugar para el beneficio económico. Según PwC, la economía colaborativa genera anualmente en Europa transacciones por valor de 28.000 millones de euros, cifra que va en aumento.

LA CLAVE, LA CONFIANZA

A la hora de establecer cualquier intercambio es básica la confianza. ¿Cómo confío en realizar un pago y que esa otra persona me envíe el objeto de segunda mano que he comprado? Es ahí donde surge con fuerza la importancia de la reputación y donde las opiniones de otros usuarios cobran un protagonismo brutal.

Antes, a la hora de comprar un coche, preguntabas a tu vecino qué tal le iba ese modelo a él. Ahora, Internet despliega mil posibilidades para conocer la satisfacción o insatisfacción de miles de usuarios que ofrecen una información valiosísima a la hora de tomar la decisión. Revisar las opiniones sobre un producto o servicio es un hábito que hemos adquirido con naturalidad porque, de un modo mucho más limitado, ya lo teníamos incorporado.

En las iniciativas de economía colaborativa, la reputación adquiere una fuerza aún mayor:gracias a las opiniones de la comunidad de usuarios, puedes saber si alguien es de confianza o no lo es. Todo ello provoca un efecto potentísimo en la atención al cliente.

Antiguamente, daba igual que un taxista, un camarero o dependiente, te tratara a patadas. Apenas tenías medios para transmitirlo a los demás y tu única venganza consistía en no regresar jamás a ese establecimiento. Actualmente, una crítica devastadora puede influir en la decisión de compra de miles, millones, de personas. El vendedor (cuidado, que vendedores lo somos todos en algún momento de nuestra vida) se esfuerza al máximo en ofrecer un servicio de calidad, porque en ello le va, más que nunca, el futuro de su negocio.

Y en el fondo, hay algo muy positivo en ello. Todos colaboramos en transmitir lo bien que nos han tratado en la última casa rural a la que hemos ido, pero también alertamos de un mal trato o posible estafa de un servicio que no ha terminado de ofrecer lo prometido. Los méritos de cada cual influyen y mucho.

PELIGROS NO RESUELTOS

Sin duda, el paradigma ha cambiado, pero hay gran parte del mundo que observa los cambios con estupor y temor. ¿Cuáles son las nuevas normas? ¿Cómo regulamos el nuevo panorama creado con la irrupción de la economía colaborativa?

El choque entre iniciativas colaborativas y las empresas de siempre es, en muchas ocasiones, brutal y desagradable. El sector del transporte está en guerra contra Uber o BlaBlaCar. El gremio de hosteleros acusa a plataformas como Airbnb de ofrecer alojamiento fuera de la ley y se lamentan de que solo ellos pagan impuestos. Los parkings ven con temor iniciativas como la de Apparcando que ofrece plazas privadas de aparcamiento en los momentos en los que sus propietarios no las están utilizando.

Las leyes se encuentran desfasadas ante una realidad veloz y que plantea problemáticas desconocidas hasta ahora. Es el momento en el que la legislación debe de ser valiente y regular los derechos y obligaciones de ciudadanos, plataformas de economía colaborativa y empresas tradicionales ante el nuevo modo de relacionarnos.


¿EL FUTURO?
En su momento, los comerciantes vivieron con terror la llegada del comercio online. Muchos superaron el miedo a lo desconocido y sumaron la división online a sus negocios. Actualmente esta línea les ofrece más beneficios que la tienda física. Ambos modelos se fusionan… y ceden las resistencias, aunque, por lo pronto, la polémica está servida.

Pasa por crear nuevas normas que permitan la coexistencia de modelos clásicos y colaborativos; pasa por regular, pero sin extralimitarse poniendo en riesgo la libertad personal y la verdadera virtud de la economía colaborativa. ¿Merece la pena limitar que alguien ceda gratuitamente su sofá a un viajero en su casa como hace Couchsurfing? Ahí queda el debate.

EJEMPLOS

Uber y BlaBlaCar: Tú vas a un lugar y tienes coche. Yo voy al mismo lugar y no tengo coche. ¿Quedamos y compartimos gastos? Estas plataformas ponen en contacto a personas que coinciden en el deseo de hacer un mismo trayecto a una misma hora. La experiencia es más personalizada y barata que otras opciones tradicionales y, además, el chófer se esfuerza en ser muy amable, ya que su reputación está en juego y la experiencia de usuario es decisiva.

Airbnb o HomeAway: ¿Y si puedes encontrar en una misma plataforma alojamientos únicos en todo el mundo entablando contacto directo con sus dueños?

Multihelpers: es el marketplace de economía colaborativa en el que podemos encontrar a la persona perfecta para realizar aquellas tareas del hogar o de otro tipo que a nosotros se nos escapan. Miles de helpers cualificados pueden ayudarte.

Por cierto, todas ellas estarán presentes en Pamplona InnovAction Week el 14 y 15 de junio contándonos sus experiencias.

Otros ejemplos de economía colaborativa que encontramos en la actualidad son HelpX, una red de voluntarios que intercambian trabajo por alojamiento y comida, HomeExchange, donde puedes intercambiar casas, Huertos Compartidos o Tutellus, donde encontrarás el curso que buscas entre los más de 50.000 vídeos y recursos educativos que tienen.

¿EL RETO?

Ni más ni menos que sumarse o adaptarse a la convivencia de la economía colaborativa. Es el instante de las preguntas:

· ¿Puede tu negocio enriquecerse con fórmulas de economía colaborativa?
· ¿De qué modo puede beneficiarte generar una comunidad?
· ¿Cómo puedes potenciar la colaboración en tu compañía?

Observa, mira, aprende y despierta todos los sentidos. Quien no sepa sentir el aire del cambio, morirá. Quien sepa ver las oportunidades, disfrutará de la vida.

Elige tu propia aventura…

¿Te sumas a la transformación social y digital?

Si quieres conocer de primera mano las claves de la transformación digital y las nuevas tendencias de innovación de la mano de los mejores ponentes, no te pierdas la segunda edición de Pamplona InnovAction Week. ¡Te esperamos!

AQUÍ artículo original

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