“Vamos a utilizar dos tipos de imágenes: las procedentes del satélite Sentinel-1A y las que obtendremos con un dron. Queremos hacer una comparativa, analizar cómo van desarrollándose los cultivos y estimar la cantidad de biomasa disponible, para ver si es factible utilizar estos métodos en lugar de técnicas tradicionales como el muestreo de plantas, que es más costoso”. Así explica Jesús Álvarez Mozos, del departamento de Proyectos e Ingeniería Rural, un proyecto de investigación que va permitiría detectar con más rápidez problemas en el desarrollo del cultivo y también conocer el potencial energético de una región.
El satélite Sentinel-1A, puesto en órbita en abril de 2014, es el primero de la constelación Sentinel de la Agencia Espacial Europea que constituye la base del programa Copernicus de observación de la Tierra. Por otro lado, el dron que se va a utilizar es un diseño de Technidrone, empresa navarra de reciente creación dedicada al asesoramiento, mantenimiento y fabricación de estos equipos.
BIOMASA, ENERGÍA RENOVABLE
La biomasa es materia orgánica que puede ser utilizada como fuente energética. En el caso de los cereales, donde lo que interesa es el grano, la biomasa sería la paja, el residuo de materia orgánica, con la que se alimenta al ganado y que también se utiliza como fuente de energía renovable.
En el proyecto colaboran las Cooperativas de Artajona, Miranda de Arga, Falces y Tafalla, con parcelas de trigo y cebada en secano y regadío. “Aunque realmente hacemos un seguimiento de cómo se están desarrollando los cultivos, ponemos el enfoque en la biomasa. Se trata de tener mayor conocimiento, ya que no todas las variedades de cereal crecen igual: unas tienen mayor porte, otras generan mayor cantidad de residuo vegetal, etc. Y queremos saber si con las imágenes podemos hacer una estimación de qué cantidad de kilos de biomasa se obtienen por metro cuadrado, porque permitiría detectar problemas en el desarrollo del cultivo y también conocer el potencial energético de una región, planificar el aprovisionamiento de plantas de biomasa e incluso estudiar emplazamientos idóneos para instalar nuevas plantas”, expone Álvarez Mozos.
El proyecto tiene un presupuesto de 28.000 euros y ha recibido financiación de Fundación Caja Navarra.
MEJORAR GESTIÓN AGRÍCOLA
El proyecto tiene una duración de un año. Se estudiarán las imágenes obtenidas por el satélite durante todo el año agrícola y las fotografías realizadas con el dron. “Esto nos permitirá tener dos tipos de imágenes: por un lado, a escala regional, las del satélite, que no son fotografías al uso sino imágenes radar; es decir, se obtienen por sensores que trabajan en la longitud de onda de las microondas; y, por otro lado, las realizadas por el dron a escala muy local”.
La información sobre biomasa que darán las imágenes del dron estará basada en el color, por lo que “cuando la cubierta de cereal es densa, aunque el cultivo siga creciendo en altura, el valor obtenido será un indicador máximo, una biomasa máxima, y puede generar un problema de saturación”, explica el profesor Álvarez. Este problema, sin embargo, puede ser compensado en la comparativa con las imágenes del satélite, “donde ese efecto de saturación de las imágenes ópticas no se produce”.
Los investigadores esperan que el proyecto permita ampliar conocimientos y facilitar la gestión agrícola. “Imaginemos, por ejemplo, que a mitad de la campaña un agricultor quiere saber cuál es el estado del cultivo en sus parcelas, si tienen que aportar una dosis extra de abonado o regar más. Podría ser factible hacer un vuelo con un dron, hacer un diagnóstico y detectar zonas donde hubiera algún problema. De forma análoga, una cooperativa agrícola podría hacer un análisis similar a una escala más amplia utilizando imágenes de satélite”.