El aceite industrial se consume en numerosos ámbitos empresariales, desde talleres de vehículos e industrias, hasta sectores como el transporte, la construcción, o cualquier actividad en la que haya máquinas, engranajes, turbinas o compresores que requieran el uso de lubricantes para refrigerar, aislar o disminuir la fricción entre piezas. Desde el pequeño generador de energía de un hotel hasta la nevera industrial de un restaurante. Debido a esta diversidad de usos, la generación de aceites usados resultantes se da de forma muy fragmentada y dispersa.
Gracias a las buenas prácticas en Navarra, durante el pasado año Sigaus, el sistema encargado de gestionar este residuo peligroso en España, pudo atender su recogida en 1.287 establecimientos de 154 municipios navarros, de los que el 78% se ubican en zonas rurales donde existen importantes valores naturales a proteger.
Se recogieron en Navarra una cantidad bruta de 5.338 toneladas de aceites usados, cerca de la mitad (el 44%) procedente del sector industrial. El volumen de aceite usado recuperado se trata de una cantidad mayor que la cantidad de residuo que finalmente es tratado, ya que incluye grandes cantidades de impropios, como agua o sedimentos. Sustancias que, durante el pre-tratamiento, han de separarse para facilitar su gestión final y que, de no gestionarse correctamente, podrían tener un elevado impacto ambiental.
IMPACTO AMBIENTAL
El aceite industrial usado es un residuo que, por su toxicidad, su escasa biodegradabilidad y sus efectos sobre la salud y el medio ambiente, es considerado peligroso y muy contaminante. Los vertidos incontrolados provocan efectos nocivos sobre el agua y la tierra, y su combustión incontrolada conlleva la emisión a la atmósfera de gases tóxicos (con cloro, plomo…), con efectos muy negativos, poniendo en riesgo la supervivencia de especies vegetales y animales, que en algunos casos están en peligro de extinción.
La recogida de este aceite cobra su máximo sentido en la recogida en zonas donde habitan especies en peligro de extinción. En Navarra, existen actualmente 11 especies en peligro de extinción que, en algunos casos, habitan a tan sólo un perímetro de 10 km de distancia de establecimientos que generan aceites usados, y a las que hay que proteger del impacto negativo de este residuo peligroso. Se trata, por ejemplo, de mamíferos como el Visón europeo (Mustela lutreola) o aves como el Escribano palustre (Emberiza schoeniclus), entre una amplia variedad de especies de aves, peces e invertebrados.
BENEFICIOS DE UNA CORRECTA GESTIÓN
La cara amable de este residuo contaminante es que bien gestionado ofrece importantes beneficios ambientales, haciendo posible el ahorro de materias primas, energía y reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Las buenas prácticas de los establecimientos que generan aceites usados hace posible que el residuo, una vez limpio de impropios, sea 100% aprovechado, ya sea como nuevas bases lubricantes o como combustible para uso industrial.
Bien gestionado, este residuo contaminante ofrece importantes beneficios ambientales.
La cantidad neta finalmente gestionada y valorizada por parte de Sigaus en Navarra fue de 2.881 toneladas, de las que el 73% (2.105 toneladas), se destinó a regeneración, un tratamiento prioritario en la gestión de los aceites usados que permite extraer aceites base utilizados en la fabricación de nuevos lubricantes. La cantidad destinada a este tratamiento permitió devolver al mercado 1.402 toneladas de lubricantes, una cantidad que podría servir para el llenado del cárter de 346.000 turismos, lo que equivale a más del total del parque móvil de turismos de Navarra. En términos medioambientales, este tratamiento de los aceites usados hizo posible evitar la emisión a la atmósfera de 6.316 toneladas de CO2.
Los aceites usados que no fueron aptos para ser regenerados se trataron para su posterior valorización energética. El producto resultante es un combustible de uso industrial utilizado en centrales térmicas de generación eléctrica, cementeras, papeleras, equipos marinos, etc., evitando con ello la utilización de otros combustibles tradicionales como el fuel óleo. A este tratamiento se destinaron el pasado año 776 toneladas que permitieron la generación de una energía equivalente a 8 GWh, como la consumida por el movimiento de todos los trenes del Metro de Madrid durante una semana.
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