Acudí el pasado 23 de junio a la conferencia de Edurne Pasaban organizada por ADEFAN, la asociación de empresas familiares de Navarra. Disfruté mucho, y no sólo por mi vena montañera. Sentí que las conclusiones y reflexiones que Edurne nos aportaba a partir de su experiencia personal encajaban perfectamente también con el momento que me está tocando vivir.
Hablaba en primer lugar Edurne de la importancia de la pasión por lo que haces. “En caso de duda, haz lo que te diga el corazón”, nos decía. Y en ese camino, nos aconsejaba combinar varias cosas: la ambición, la capacidad de ponerse objetivos alcanzables, la decisión para no dejar pasar las oportunidades que se presentan, y la sabiduría para saber encontrar la energía y la motivación en pequeños detalles. Nos contó cómo descubrió que su pasión era la alta montaña, y cómo peleó por empezar a ir al Himalaya. Nos relató cómo no dejó pasar el tren de ir al K2 con Al filo de lo imposible, cómo el objetivo de ser la primera mujer en subir los 14 ochomiles sólo se lo planteó tras hacer el noveno o cómo encontraba la motivación necesaria llamando por teléfono para hablar con sus sobrinos.
En mi caso, desde siempre había sido votante de PNV, porque me parecía la opción que mejor recogía mi visión del mundo, tanto en lo cercano, como en lo global, pero no fue hasta pasados los 30 años que empecé a sentir que me gustaría aportar algo más que mi voto. La vocación de servicio público y el deseo también de cambiar una sociedad, la navarra, en la que un porcentaje de la población, la nacionalista vasca, no tenía la misma consideración que el resto, fue abriéndose paso en mi corazón. A los 36 años me afilié a PNV. En el año 2011 se me planteó una oportunidad similar a la del K2 de Edurne. La de ser parlamentario foral. Decidí dar un paso adelante, con todo lo que ello suponía en el ámbito personal y profesional. Luego se precipitaron las cosas. Surgió Geroa Bai. De 2012 a 2015 han sido tres años superintensos en los cuales, día a día, había que encontrar la motivación en los pequeños detalles (la familia, los amigos, o las palabras de reconocimiento de personas conocidas y no conocidas por el trabajo realizado ). Y ahora, tras las elecciones del 24 de mayo, me siento como Edurne tras el noveno ochomil. El objetivo ahora es el más ambicioso: el de impulsar, apoyar y colaborar, desde el rol que me toque desempeñar, en el éxito de un gobierno sólido integrador, que considere su diversidad de verdad como una riqueza y no como un problema, y que, por supuesto esté orientado a las prioridades de la ciudadanía. Estos son mis 14 ochomiles.
Dedicó también Edurne una parte importante de su exposición a hablarnos del cómo llevar adelante su sueño. Aquí desgranó cuestiones clave como la relevancia del equipo humano que te acompaña en el proyecto. Destacó la trascendencia de una visión compartida, la capacidad de adaptarse al cambio, la confianza entre sus integrantes, y para ello, insistió en la comunicación permanente, en la definición clara del rol de cada uno, en la capacidad autocrítica y en el saber pedir ayuda – nadie puede ser el mejor en todo -. Y por encima de todo, los valores, contar con buenas personas, además de competentes.
En nuestro caso, el equipo está integrado por cuatro formaciones políticas diferentes. Los retos son enormes: definir la visión compartida ( el acuerdo programático ), alcanzar también un acuerdo de modelo de gobierno (el gobierno tiene que ser un equipo compacto en os términos expresados por Edurne ), establecer el rol de los grupos parlamentarios y de la propias formaciones políticas y como la mejor argamasa para el éxito del proyecto, generar confianza y complicidades, desde la diferencia, entre las personas que representamos a cada una de las formaciones (comunicación permanente, capacidad autocrítica, tono constructivo en las conversaciones directas y desde luego en las declaraciones públicas de cada uno hacia los demás ) y trabajar también por tender puentes hacia otras formaciones políticas en aquellas partes de nuestra visión que podrían ser compartidas. Todo ello sin olvidar la importancia de estar cerca de la ciudadanía, de los agentes económicos y sociales, generando confianza e ilusión en nuestro proyecto.
Como decía Edurne, ante una oportunidad excepcional para avanzar en aquello que nos apasiona, podemos adoptar dos actitudes: la de la víctima, pensando que no vamos a ser capaces y salir corriendo, o la de la ambición positiva, pensando que vamos a ser capaces de hacer las cosas bien y tener éxito. A Edurne fue Sebastián Alvaro, el director de Al Filo de lo imposible, quien le dio la oportunidad. A nosotros nos la ha dado la ciudadanía navarra. Como Edurne, desde luego nosotros, y yo mismo en lo que toque, hemos cogido el segundo camino y no nos vamos a volver atrás.
Manu Aierdi
Parlamentario foral por Geroa Bai