Un evento especial, con un aforo reducido de 50 personas, al que acudieron escritores del calibre de Ana Merino y Manuel Vilas, medios de comunicación y los seguidores habituales de los vinos made in Ochoa y de la escritora telecinquera Sonsoles Ónega. Sin duda, la estrella de la jornada. Así celebraba el pasado sábado, 5 de mayo, Bodegas Ochoa su deseado 175º aniversario, detenido el pasado 2020 tras el estallido de la pandemia del Covid-19.
Bien lo afirma la sabiduría popular: el vino es indispensable a la hora de comer o disfrutar del ocio. Tradición centenaria que bien asume desde hace lustros la familia Ochoa. La misma que afirma sumar “cinco integrantes”, pues el vino, sin duda, “es uno más”. De generación en generación han sabido trasmitir ese amor por la enología y el buen hacer por los caldos. Es el caso de Javier Ochoa y Mariví Alemán, apasionados y amantes del mundo de los viñedos que han dejado en herencia a sus hijas, hoy al mando de la bodega, una de las firmas con mayor solera y reconocimiento internacional. Ahora en manos de las hermanas Adriana y Beatriz, que conforman la sexta generación de una familia viticultora ancestral.
En la terraza, llena de encanto, arrancó la jornada el pasado sábado, acompañada de vinos, quesos (gentileza del Ayuntamiento de Olite) y un exquisito aceite también producido en la propia bodega. Posteriormente se realizó un pequeño tour, que terminó en la sala de barricas, la más aromática de todas las instalaciones. Precisamente ahí tuvo lugar la excepcional degustación libros más vinos, con Sonsoles Ónega. Una fusión de sensaciones, acompañadas de cuatro episodios: el recién estrenado rosado 8 A Maitena, el original reserva 8 A Mirapies, el tinto de Finca dedicado a su madre, Alma de Finca Secadero; y el afamado Ochoa Moscatel.
Durante el evento, hubo reflexiones sobre la actualidad, el periodismo y, cómo no, la literatura. Sonsoles Ónega departió sobre su padre, el histórico periodista Fernando Ónega, y como en la familia Ochoa, de su influencia en el legado a sus hijas. Su reivindicación jocosa e informal respecto a la lectura: “Hay que leer, ¡coño!”, marcó, sin duda, el momento álgido de la charla.
En relación a sus obras Nosotras que lo quisimos todo y Después del amor, se desató un debate muy interesante de apoyo a la mujer trabajadora. Exposición que se transformó en gran emoción tras el homenaje de las hermanas Ochoa a sus padres. Con espíritu innovador, pero fieles al legado de sus antepasados, las hermanas están embarcadas en la aventura de capitanear el negocio familiar, bajo el lema Vivimos el vino. Cabe resaltar que la firma acaba de ser premiada con la máxima distinción, el Gran Bacchus de Oro, por su Ochoa Reserva 2013.
La jornada, Mi Pueblo Lee, finalizó con una fusión dulce: el vino Ochoa Moscatel y el último libro de Sonsoles: Mil Besos prohibidos; donde afirmó ya ver más reflejada su personalidad y estilo. Todo ello en una original cata con la que Bodegas Ochoa celebró, como hemos señalado, su 175º aniversario y afianzó su indiscutible apoyo a la cultura. Y también a todo aquello que maride con el disfrute de un buen vino. ¡Que ya toca!