Dentro de las jornadas de Liderazgo Participativo convocadas por ANEL, y con el apoyo de la CEN, el SNE y AMEDNA, el pasado 27 de septiembre tuvimos la ocasión de escuchar la experiencia de cuatro mujeres con procedencias y cargos muy distintos.
Laura Sandúa, gerente en segunda generación de una empresa familiar, Aceites Sandúa, Anabel Zariquiegi, directora regional de Eroski, Elisa Genua, directiva de la planta de Schneider Electric en Puente la Reina y Elisa Uribeetxebarria gerente de Altsasuko Cooperativa.
Cuatro visiones de cuatro mujeres que lideran equipos y talento en nuestra comunidad.
Desde donde yo lo escuché, la experiencia internacional de las dos últimas, sus vivencias en el marco de empresas grandes y multinacionales no fueron las que marcaron la diferencia, sino el enfoque común que las cuatro aportaron al liderazgo que desempeñan en sus organizaciones.
Se ha avanzado mucho -aunque aún queda mucho por hacer-, en la igualdad de género formal en el ámbito empresarial, pero se ha hablado muy poco, y queda todavía más por hacer, con respecto al aporte que podemos hacer las mujeres en el ámbito laboral y de negocios desde una perspectiva más profunda, esencial, de enfoque y orientación.
El otro día no escuchamos hablar de “trabajadores”, ni de ratios, ni de ROIs, ni siquiera de procesos o de sus propias carreras, el foco se puso en los valores que cada una de ellas escogía a la hora de liderar desde su posición en la empresa.
Y desde ahí, al margen del valor del que decidieron hablar, escuchamos relatos llenos de empatía, humildad y compañerismo. La preocupación por no saberse los nombres de sus nuevos compañeros, la necesidad de comprender las diferencias locales a la hora de liderar equipos en este y otros países, el esfuerzo por acompañar a sus compañeros a desarrollar su máximo potencial para contribuir al proyecto, el respeto al equilibrio entre la vida familiar y personal, el sentido de pertenencia… ponían el acento en la vertiente humana de todo proyecto.
Toda empresa es un compendio de recursos humanos, técnicos y financieros, pero debemos ser conscientes de que son los primeros quienes administran los dos segundos.
Reconocer en primer lugar las necesidades y capacidades de las personas que nos acompañan en un proyecto es un tipo de liderazgo no sólo participativo, sino transformador. Un liderazgo que cambia el foco pasando del desempeño al trabajador. Un liderazgo que persigue y acompaña el desarrollo conjunto de un grupo de personas que usando unos recursos técnicos, consigue resultados financieros excepcionales.
¡Enhorabuena y gracias!
Marta Martínez Arellano
Experta en Desarrollo Personal y Ejecutivo
Miembro de la red internacional BVC® de gestión por valores