Pensar que los países están interconectados implica que existe la posibilidad de desconexión en algún momento. Sin embargo, la realidad de hoy en día es que lo que pasa en un país tiene consecuencias sobre el resto de economías del mundo. Los países están unidos por una red de lazos o cuerdas: cuando estiras de un lado, se mueve toda la red.
Por este motivo, urge la coordinación mundial para luchar con problemas globales como el cambio climático, la extrema desigualdad, y en este caso, el Covid-19.
Estamos ante una situación social y económica sin precedentes. No es una crisis doméstica, sino una crisis económica y financiera. En esta entrada, voy a tratar de describir los principales efectos macroeconómicos de esta crisis.
Antes de empezar, considero interesante resaltar los aspectos únicos que diferencian esta crisis de otras crisis como la Gran Recesión de 2008:
- Contexto de globalización financiera: Los mercados financieros están más entrelazados que nunca. Las posiciones financieras internacionales de muchos países avanzados superan en cinco veces el valor de su PIB.
- Contexto USA-CHINA: Durante los últimos dos años, China y EEUU han estado sumergidos en una disputa o ‘guerra’ tecnológica y comercial. Mientras China tiene ahorros positivos y da créditos al resto del mundo, EEUU es el mayor deudor mundial.
- Política monetaria y el Zero-Lower Bound (tipo de interés cero): Desde la Gran Recesión y las medidas de inyección monetaria tomadas por los bancos centrales, los tipos de interés no se han recuperado. Esto implica un margen muy limitado para políticas monetarias efectivas.
- Política fiscal y medidas de austeridad: Durante los últimos años, la política fiscal de la mayoría de países avanzados se encontraba limitada por el control del déficit tras la Gran Recesión de 2008.
- Sentimiento nacional y desencanto internacional: Otro aspecto clave del contexto actual es el aumento de los movimientos nacionalistas, en contra de la cooperación y la solidaridad entre países y las uniones económicas. (Brexit, Trump, Cataluña…)
Teniendo en cuenta este contexto económico internacional, se puede decir que la crisis del Covid-19 es un shock temporal sistémico, que afecta a la economía de manera muy brusca y que, en un periodo de corto-medio plazo, permitirá la recuperación.
Por un lado, se observa un shock en la oferta en ciertos sectores como el de los servicios, que ven mermada su producción por el cierre obligatorio. Al dejar de tener ingresos y tener que afrontar costes fijos, muchos de ellos entran en quiebra por falta de liquidez. Si no hay flujo de crédito bancario, el problema de liquidez se convierte en un problema de crédito con peores consecuencias. Tengamos en cuenta que muchos de estos negocios ya venían sufriendo bajos márgenes comerciales. Por lo tanto, es probable que muchos de ellos no reabran sus puertas cuando todo vuelva a la normalidad.
“¿Bajarán los salarios cuando se vuelva a contratar a los trabajadores? Es muy probable que la respuesta sea sí”.
El efecto del shock de oferta sobre el mercado de trabajo es obvio: aumento considerable del número de personas en desempleo. La pregunta clave es ¿bajarán los salarios cuando se vuelva a contratar a los trabajadores? Es muy probable que la respuesta sea sí.
Hay otro efecto del corte en la producción: la guerra del petróleo. En esta entrada, no me voy a extender en el análisis de este problema, pero cabe resaltar que el 30 de diciembre, de 2019, el precio del barril estaba en 63 dólares. Y el 18 de marzo de 2020, en 20. La mayor caída en décadas. ¿Por qué Rusia y Arabia Saudi no han bajado el nivel de producción para ajustarlo a la nueva demanda, aun sabiendo que si mantienes la producción el precio cae?
Por otro lado, observamos un shock en la demanda nacional y en la demanda internacional. Es decir, de las exportaciones y de las importaciones. En la actualidad, el consumo de muchos bienes y servicios se restringe por la situación de parálisis, pero en el corto y medio plazo se verá afectada por el efecto negativo de los ingresos y de la incertidumbre.
Tanto el shock de oferta como el shock de demanda nacional y el shock externo generan grandes caídas en el PIB de los países. Pero además, hay otro jugador clave en esta crisis: los mercados financieros. En un contexto de libre movimiento de capitales, la fuga de estos de las bolsas ha generado pérdidas de hasta el 20 %. En este juego, no todos los países tienen las mismas cartas. Las ganancias y las pérdidas dependen del tipo de composición de los activos y los pasivos según el tipo de moneda.
¿Qué medidas pueden tomar los gobiernos para estabilizar la economía en el contexto actual?
De forma general, existen dos vías para la estabilización de la economía. La política fiscal que utiliza el gasto público o los impuestos y la política monetaria que juega con la cantidad de dinero en circulación y los tipos de interés. Como ya he explicado antes, los bancos centrales tenían y tienen muy poco margen de actuación en cuanto a la política monetaria.
Cuando quieren reactivar la economía, lo normal es bajar los tipos de interés para fomentar la inversión y el consumo y de esta forma reactivar el PIB. Los tipos de interés nominal se encuentran cercanos a cero tanto en EEUU como en UK y EU. Sin embargo, por primera vez en la historia hemos visto cómo los bancos centrales se han coordinado para bajar los tipos e inyectar dinero en la economía. Esto ocurrió primero en EEUU con la Reserva Federal, luego movió ficha el Banco de Inglaterra y, por último, el Banco Central Europeo. Sin embargo, no lograron mitigar la caída. Por eso, el domingo 15 de marzo ocurrió algo histórico otra vez. Por sorpresa y sin previo aviso, la Fed volvió a bajar los tipos de interés. Esto no es nada convencional en la política monetaria actual, que se guía bajo la premisa de forward guiding, es decir, guiar a los mercados de forma constante para eliminar la incertidumbre en cuanto a los movimientos de los tipos de interés. ¿Querían gastar el último cartucho para crear ese shock que parase la caída de las bolsas?
Sin datos reales no se puede estimar la propagación real.
En cuanto a la política fiscal, una forma general de reactivar la economía es incrementar el gasto público para compensar la caída del gasto privado. O reducir los impuestos para aumentar el ingreso disponible de los hogares y así el consumo y el PIB. Los países han decidido aumentar el gasto y flexibilizar los impuestos para compensar el choque en el PIB. El control del déficit pasa a un segundo plano ya que nos encontramos en estado de emergencia. ¿Será suficiente el esfuerzo fiscal? ¿Quién paga esto? El aumento del gasto público hoy implica aumento de los impuestos futuros, y esto puede provocar caídas del consumo en el futuro que impidan una buena recuperación del PIB.
Una vez descrita la situación, surgen muchas dudas sobre cómo vamos a salir de esta. La recuperación es clara, ya que nos encontramos ante un shock temporal y no permanente. Sin embargo, gran parte no es recuperable. Las comidas y las noches de hotel perdidas no se van a consumir luego. La recuperación puede tener varias formas, las famosas curvas V y U. La diferencia principalmente se encuentra en el valle negativo, que es mucho más prolongado en la curva U que en la V. Esto implica el tiempo que dura la paralización de la economía. Un aspecto fundamental es si vamos a poder recuperar el nivel de crecimiento económico del periodo anterior a la crisis, que ya venía siendo bastante bajo.
Para responder a estas preguntas, no debemos olvidarnos de cómo se está gestionando la crisis sanitaria, el origen. A título personal, me sorprende muchísimo cómo no se están realizando test masivos. Sin datos reales no se puede estimar la propagación real. Es fundamental la medición para poder realizar un control eficaz en un corto periodo de tiempo. Esto se observa claramente en la comparación de la curva de contagios de Corea del Sur con la de Italia o España, por ejemplo.
Por último, me gustaría acabar con una reflexión sobre la Unión Europea. ¿Oportunidad perdida? China, de manera contundente, ordenó la cuarentena a millones de personas que cumplieron sin rechistar. ¿Podía la UE hacer esto? ¿Por qué en un contexto de un problema global ha permitido que cada país haga lo que quiera? Y si hubiese decretado la cuarentena para toda la UE, ¿se hubiera reforzado la frágil Unión?
Alba Del Villar Olano
Doctora en Economía. CEO & Co-founder de Thingeer y profesora asociada de Macroeconomía Internacional y Comercio Internacional en la Universidad de Navarra.