Es lunes y el reloj marca las 10:00 de la mañana. En las oficinas de Ostiz Audiovisuales, situadas justo encima del almacén de la empresa, en el polígono industrial Noáin-Esquíroz, reposa una bandeja con embutidos, quesos, empanada de atún y bombones. El aperitivo bien podría ser una especie de consuelo para los nostálgicos que, como nosotras, todavía se aferran al fin de semana que han dejado atrás. Con una bienvenida así, seguro que esa amargura matutina se desvanece. A nuestro alrededor no hay más que sonrisas y es entonces cuando nos enteramos de que el equipo celebra el cumpleaños número 41 de Lucía Ostiz. Enseguida nos sentimos doblemente culpables: no solo le hemos insistido en que la entrevista debe ser hoy, sino que además nuestro saludo no ha venido acompañado de la felicitación que corresponde. Entonamos el mea culpa.
“Llegó un momento en el que resultaba difícil competir con grandes cadenas de distribución. En ese contexto, mi padre vio la oportunidad de reorientarse hacia el mundo profesional”
Con una exquisita amabilidad que ya habíamos comprobado por teléfono, Lucía acepta nuestra enhorabuena tardía y nos invita a pasar a un rinconcito en el que nos acomodamos. El objetivo, en principio, es saber más sobre ella: conocer sus gustos, sus aficiones, su recorrido dentro de la empresa, sus expectativas de futuro. Mentiríamos, sin embargo, si dijéramos que no nos interesa abordar también los orígenes de la compañía. Y nada de esto sería posible sin hablar de Jesús Ostiz, el hombre que lo empezó todo. Como dueño de una tienda en la que comercializaba productos de imagen y sonido, llevaba a sus espaldas una “larga y bonita” trayectoria cuando decidió dar un giro y fundar este proyecto.
“Durante muchos años -rememora su hija- regentó un comercio al por menor, orientado al usuario particular. No obstante, llegó un momento en el que resultaba difícil competir con grandes cadenas de distribución, que tenían unas condiciones de venta estupendas. En ese contexto, vio la oportunidad de reorientarse hacia el mundo profesional”.
El cambio coincidió en el tiempo con la entrada de Lucía Ostiz en el mundo laboral. Recién licenciada en Economía por la Universidad Pública de Navarra (UPNA), pronto comenzó a aplicar todo lo aprendido en la empresa familiar. “Siempre viene bien esa formación. Una parte importante de cualquier negocio es sacar la calculadora y ser la pesada de los números”, bromea. Tenía entonces 23 años, nula experiencia, mucha ilusión y un respaldo paternal absoluto, con el que contó desde el primer momento.
“Desde chiquita, lo he aprendido todo de mi padre. Él mantuvo esa ilusión de enseñarme. Siempre he pensado que hay mucha generosidad en eso, en una generación que quiere pasar el testigo a la siguiente. Por más que le hubiese visto trabajar y tuviese una carrera, yo al principio no sabía nada, tenía todo por aprender. A mí me ha criado mi padre en todos los aspectos: en el humano y en el profesional”, resalta.
Ese testimonio de amor, entrega y horas de trabajo codo a codo nos conmueve. Tanto es así que, aunque una parte esencial de nuestra profesión resida en saber resumir las conversaciones que mantenemos con entrevistados -en ir al grano, básicamente-, sentimos la necesidad de rascar un poquito más antes de pasar al siguiente asunto.
CODO A CODO
Por encima de todo, nos quedamos con las palabras de agradecimiento que nuestra entrevistada dedica al fundador de Ostiz Audiovisuales. Pensamos que, si estuviese sentado con nosotras, seguramente ya se habría sonrojado. “Cuando no hay proyección de futuro en una empresa -plantea-, no te metes en camisa de once varas e inviertes. Lo que quieres es recoger e ir cerrando ciclos. Él fue generoso al invertir tiempo en este proyecto nuestro, y a la vez lo suficientemente confiado y tranquilo de dejarlo en manos de su hija. Como cuando me enseñó a andar en bici: al principio iba así, así, y luego todo fluyó. Me considero muy, muy afortunada de haber vivido todos estos años trabajando mano a mano. Ha sido una gozada. Ahora le toca disfrutar, es lo que hay”. De esta manera nos enteramos de que Jesús Ostiz ya se ha jubilado. “Vinculado sigue estando, porque hablamos un montón cuando necesito una palabra de confianza o de sabiduría. A veces, ese punto de vista viene bien”, apunta la gerente de Ostiz Audiovisuales.
“Me considero muy, muy afortunada de haber trabajado todos estos años mano a mano con mi padre. Ha sido una gozada. Ahora le toca disfrutar”
Pensamos en lo difícil que debe de ser pasarte la vida entera trabajando, construir un proyecto y luego, después de varias décadas, dejarlo en manos de otra persona. “Es curioso porque ese es el sentir de mucha gente. Algunos me dicen: ‘Bueno, lo tendrás aquí echando el café todos los días, lo tendrás allí auditando’. ¡Pues ojalá, porque lo echo en falta y me encantaría! No, se ha quedado tan tranquilo. Es un hombre que ha cultivado sus aficiones y sus amistades y ahora puede dedicarles tiempo”, defiende. La transición fue corta, pero no abrupta. “Personalmente, pensaba que iba a ser un proceso más paulatino. Hace un año, los dos vimos que había llegado el momento y fue tan natural…”.
Tan natural como su propia evolución dentro de la empresa. En retrospectiva, Lucía siente que durante los comienzos de la firma su labor consistió más “en quitar trabajo a otros” que otra cosa. Como era la única que dominaba el inglés, al poco tiempo se le encargó gestionar un proyecto “muy importante” para la empresa: la compra de su primera pantalla LED, importada desde China. “Era una inversión grandísima para el momento y tenía que hablar con gente que me estaba mandando fotos de vete a saber qué. Además, teníamos la presión de que el material llegara a tiempo porque lo necesitábamos para San Fermín”, recuerda.
No pretendemos exponer aquí los complejos que nos mantienen en vilo algunas madrugadas. Pero lo cierto es que, por cuestiones personales, queremos saber cómo fue ganando la seguridad necesaria para terminar tomando las riendas del negocio. Por un momento, los roles se invierten, Ostiz nos pregunta nuestra edad y, tras contestarle, suelta esta perla. “Ah, bueno, eres ofensivamente joven. Con 26 años me costaba abordar ciertas situaciones, ir y hablar con personas que ocupaban cargos importantes, por ejemplo. Eso me impresionaba mucho. Hacía un poco más trabajo en la sombra, pero fui saliendo poco a poco. Era una persona tímida, no sé si ahora lo sigo siendo. Vas trabajando tus inseguridades, que muchas veces son percepciones de una misma más que de los demás. En mi caso, fue un trabajo interior”.
La gerente de Ostiz Audiovisuales es madre de dos niños: Sofía, que en mayo cumplirá 9 años, y Jesús, de 6, que comparte nombre con su abuelo. Confiamos en que, llegados a este punto y por si acaso el lector todavía no lo tenía claro, cualquier duda sobre la absoluta devoción filial que siente esta mujer hacia su progenitor quede despejada.
Con sus hijos, repite lo que vivió de niña. “Los traigo a veces a la oficina si tengo que hacer alguna cosica el fin de semana para que la vean. Es bueno para que aprendan lo que vale un peine, de dónde salen las cosas. Y si algún día manifiestan interés, pues oye, aquí estoy. En este momento lo ven como una aventura, como una excursión”. Eso nos da pie a conversar sobre una de sus aficiones: el monte. No nos sorprende en absoluto -y seguramente a usted tampoco- cuando nos dice que comparte este pasatiempo con su padre. “Hace años, hicimos juntos la primera mitad del Camino de Santiago. ¡Ahora él está más activo en Wikiloc que yo!”, asegura.
RELEVO GENERACIONAL
La mediana de tres hermanas es la única que, de momento, se ha lanzado a seguir con la empresa familiar. Puntualizamos el de momento porque, según conocemos, la menor del clan tiene solo 23 años. “A ver, hay que entenderla. Tiene el mundo por delante y debe buscar su propio camino y decidir. En principio, además, tiene una proyección muy internacional en su cabeza. De todos modos, sabe que la puerta está abierta”, detalla.
“En su día me fui de Erasmus y lo disfruté muchísimo. Es verdad que en aquel momento pude dudar un poco sobre mi futuro, pero me tiraba mucho mi familia. Soy un animal de aquí”
Lucía empatiza con ella porque, durante su época universitaria, tuvo la oportunidad de realizar un intercambio y de ver cómo se le abría todo un abanico de posibilidades. “En su día me fui de Erasmus y lo disfruté muchísimo, fue increíble. Es verdad que en aquel momento pude dudar un poco sobre mi futuro, pero me tiraba mucho mi familia. Yo nunca me he visto viviendo en una ciudad como Madrid, soy un animal de aquí”, asiente.
Hoy piensa que quizá su decisión no se vio condicionada por tantas expectativas como las que, en la actualidad, le quitan el sueño a más de uno. “A mi parecer, es un arma de doble filo, porque ahora parece que tenemos todas las oportunidades del mundo por delante pero, a la vez, estamos obligados a cumplir todas. El otro día leí un artículo en el que una mujer lo exponía con un ejemplo: tienes a tu disposición todos los pódcast del mundo, interesantísimos, y mucha gente se agobia porque no consigue escucharlos, siente que se está perdiendo de algo o que no está cumpliendo”, estima.
Es un cambio de mentalidad que, por supuesto, también ha llegado a Ostiz Audiovisuales. “Creo que antes la vida era más fácil, había menos cosas, hacíamos menos cosas y era suficiente. Y ahora vamos como una moto. Todo se ha digitalizado, cada vez trabajamos más en la nube, han cambiado las instalaciones, la parte técnica ha evolucionado muchísimo. Hubo una época en la que casi que trabajabas con la misma tecnología que usabas décadas antes. Y ahora, de un año a otro, nuestro equipo acude a formaciones porque toca actualizarse”, remarca.
“Los cambios tecnológicos no son fáciles, pero cambian la vida de todo el mundo. Y vamos a vivir cosas divertidísimas. Desconozco qué será lo próximo, pero tengo muchas ganas de conocerlo”
No crea que estamos ante el clásico caso de quien predica que todo tiempo pasado fue mejor. A la gerente de Ostiz Audiovisuales le entusiasman las nuevas tecnologías, si bien es consciente de las críticas que a veces generan. “En sus inicios, es comprensible que la Inteligencia Artificial provocara rechazo, por ejemplo. Estos avances, sin embargo, sirven para evolucionar. ¿A marchas forzadas? Pues sí, no sé si alguna vez la evolución ha sido suave y tranquila. Estos cambios no son fáciles, pero cambian la vida de todo el mundo. Y vamos a vivir cosas divertidísimas. Desconozco qué será lo próximo, pero tengo muchas ganas de conocerlo”.
La protagonista de esta historia confía en ir incorporando estos nuevos desarrollos a su trabajo sin perder la esencia de la firma. Desde su fundación, Ostiz Audiovisuales ha mantenido dos líneas de negocio complementarias: una centrada en instalaciones fijas para videoconferencias, salas de reuniones y auditorios -que ha ganado fuerza tras la irrupción del Covid-19-, y otra especializada en la producción, realización y streaming de eventos. Además, en alguna parte de su ordenado almacén aún guarda un “trocito” de aquella primera pantalla LED que ayudó a traer desde China.