La recuperación económica de la economía española tiene dos grandes debilidades que se retroalimentan. La primera, su evidente carencia de modelo de crecimiento a medio y largo plazo. La segunda, el aumento de la desigualad. En Navarra las previsiones para 2015 sitúan nuestro crecimiento levemente por encima de la media del país, si bien a pesar de nuestras particularidades estructurales –mayor industrialización, menor tasa de desempleo, dotaciones de capital físico y humano-, la economía navarra no es ajena a los problemas de fondo del conjunto de nuestra economía.
El ajuste fiscal no sólo ha generado un injusto reparto de los costes de la crisis por la dureza de los recortes sociales sino que ha cercenado la capacidad de crecimiento futuro. La caída de la inversión, el colapso de la I+D+i, el castigo a la educación y a la formación de capital humano, el recorte de las política activas de empleo en un país con nuestras tasas de desempleo… todo ello no hace sino debilitar el crecimiento potencial. La salida de la crisis apostando por la precarización laboral y social, por la reducción de costes salariales como principal vía de mejora de la productividad, olvidando que nuestros principales competidores afrontan la productividad total de los factores de otro modo, alimenta el crecimiento de la desigualdad.
La creciente desigualdad tiene varios orígenes: el elevadísimo volumen de desempleo, la salida de la crisis elegida por el Gobierno en sintonía con el núcleo duro de la eurozona liderada por la Alemania de Angela Merkel –la llamada “austeridad” y sus recortes sociales-, y nuestro imperfecto sistema fiscal que por el lado de los ingresos no grava a todas las fuentes de renta y riqueza con equidad, y que apenas redistribuye por la vía del gasto. También, la apuesta por un modelo productivo descapitalizado que, si no se cambia como defendemos desde la izquierda, minimizará a medio y largo plazo la creación de puestos de trabajo estables y bien remunerados, con gravísimas consecuencias sociales. Un modelo en el que el empleo se destruye con facilidad debido a su escasa calidad así como a la debilidad de la estructura económica sobre la que se sustenta y que lo genera.
El tipo de empleo que se está generando -duración, salario, protección, voluntariedad del tipo de jornada, contribución a la seguridad social- es incompatible con el modelo de sociedad que algunos soñadores todavía creemos posible. Cada vez duran menos los contratos, cada vez son necesarias menos jornadas para aparecer como ocupado en las estadísticas -3 días al mes-, cada vez incluso son necesarios más contratos indefinidos para generar un sólo empleo fijo.
Con todo, resulta absurdo negar la mejoría de muchos indicadores, por las razones que sean. El cambio de actitud del BCE del presidente Draghi bajando los tipos de interés y contribuyendo a la depreciación del euro, y la caída del precio del petróleo deben ser aprovechados. Sin embargo el gobierno no ha levantado su voz nunca en Europa para exigir otra política monetaria, otra política fiscal –el Plan Juncker es claramente insuficiente-, ni políticas de demanda que compensen una austeridad que solo se justifica desde la moral alemana y no desde la teoría y ciencia económica.
Entre la austeridad y el populismo de izquierdas hay un inmenso espacio en que hacer políticas progresistas, socialdemócratas. Políticas que aúnen el aumento a medio plazo de la productividad total de los factores y la mejora de la competitividad con la lucha con éxito contra la pobreza y la reducción de la desigualdad. Una Agenda para la recuperación justa en Navarra y en toda España, que centre su trabajo en la modernización de nuestra economía, que aborde una radical reforma de nuestro sistema político y conserve nuestro Estado del Bienestar, como elemento de cohesión y progreso seguro.
Juan Moscoso del Prado Hernández
Diputado a Cortes (PSN-PSOE)
Portavoz del Grupo Parlamentario Socialista en la Comisión de Economía y Competitividad del Congreso de los Diputados