Respirar la grandiosidad de sus templos, palpar más de 5.000 años de historia, admirar su riqueza artística y sentir el esplendor faraónico. Si hay una civilización que asombra, apasiona, seduce y atrapa esa es, sin duda, la egipcia. Viajar hasta Egipto quizá no esté al alcance de todos, pero ahora se puede percibir toda esa grandeza en la exposición ‘Dioses y Reyes de Egipto’, en el Deusto Expo Center de Bilbao, que permanecerá abierta hasta finalizar estas navidades.
La exposición muestra, entre otras cosas, una espléndida réplica de la cámara funeraria de Tutankamón, además de copias exactas de todos sus sarcófagos y piezas funerarias, auténticas obras de arte custodias de la momia del difunto. Hasta el momento, es la única tumba real encontrada con un ajuar funerario tan variado, numeroso, bien conservado y prácticamente intacto.
Corría el año 1922. Fue un niño de diez años, contratado como aguador en la expedición de Howard Carter quien descubrió un escalón, el que sería el primero de los dieciséis peldaños que daban lugar a uno de los mayores tesoros de la humanidad. Fue Carter quien pasó a la historia, pero si ese niño no hubiera escarbado en la arena del Valle de los Reyes para acomodar el terreno con el único fin de sentarse, quién sabe si la cámara funeraria protectora del sueño eterno del pequeño faraón seguiría todavía bajo el desierto egipcio. Pero no. Con ese simple gesto, se abría la puerta a uno de los mayores hitos, un espléndido ajuar con joyas, estatuas, objetos de oro y marfil que acompañaban al faraón en su vida en el más allá.
Ocho años ha tardado el artista egipcio Hany Mostafa en crear esta colección única en el mundo. Con una superficie de mil metros cuadrados, podemos sumergirnos en el misterioso mundo de los faraones contemplando importantes monumentos históricos a gran escala como el Templo de Ramsés de Abu Simbel, con su complejo bajo-relieve que relata la batalla de Qadesh y las prodigiosas fachadas de Nefertari y Ramses II.
El Templo de Ramsés de Abu Simbel, ubicado en Nubia, al sur del Egipto, es un majestuoso santuario labrado en la piedra, que alberga una fascinante cualidad. Dos veces al año, los días en que se inician los equinoccios de primavera y otoño, los rayos del sol penetran en el templo iluminando el rostro de Ramsés II y las dos divinidades sentadas a su lado: a su derecha, el dios Amón de la salud, y a su izquierda el dios Ra del sol. La cuarta figura pertenece al dios Ptah del inframundo, quien siempre permanece en la oscuridad. Esa curiosidad, obra maestra de la grandiosidad del arte egipcio, puede verse también en esta exposición.
Mostafa trabajó durante doce meses para reproducir la imponente fachada del Templo de Nefertari, unos de los escasos ejemplos de grandes templos dedicados a una mujer en el Antiguo Egipto y que forma parte, junto con el Templo de Ramsés II, del complejo de Abu Simbel. Una fiel réplica que sobrecoge al visitante.
Estos monumentos se embellecen aún más con esculturas representativas de dioses y reyes, realizadas por Mostafa con masa de madera y fibra de vidrio y una extraordinaria policromía egipcia y grandes paneles, que ha reproducido con extrema fidelidad. Para ello, y ante la imposibilidad de poder realizar fotos en los templos, el artista egipcio tuvo que dibujarlos primero en bocetos antes de recrear estas réplicas. Reflejan extraordinariamente la viveza de los colores, sus rojos encendidos, sus dorados brillantes, sus azules lapislázuli, sus negros azabache, que todavía conservan las pinturas originales tras 5.000 años de historia.
La colección expositiva, única en el mundo y visitada por más de 150.000 personas en Madrid, está abierta a todos los públicos, aunque el deseo inicial del autor era mostrar la grandeza de Egipto a los niños.
Durante una hora, podemos entrar a los templos, sentir su grandiosidad, viajar en el tiempo, sobrecogernos con la sensación de estar realmente en Egipto y pasear por el mundo de los faraones… admirar la plenitud, belleza y esplendor de esta civilización que ninguna otra ha podido superar jamás. Una colección que es el reflejo de un arduo y exquisito trabajo de este artista egipcio, que ha querido acercar el Egipto faraónico hasta nuestros días, mostrando así el amor y pasión que siente por su país y su historia para que todos podamos disfrutar de ella como si estuviéramos allí mismo cinco milenios antes.