La Formación Profesional ha tenido tradicionalmente una mala imagen. Durante muchos años ha prevalecido la creencia de que este tipo de formación estaba dirigida a los alumnos menos capacitados.
Por otra parte, muchos padres pensaban que lo mejor para sus hijos era darles estudios superiores universitarios. En paralelo, ni las administraciones ni las empresas hicieron esfuerzos suficientes para mejorar la formación profesional, posiblemente al no saber ver las posibilidades que ofrecía ni valorar los numerosos ejemplos de personas formadas en esta rama que llegaban a ser muy buenos empresarios.
Todo ello nos ha llevado a contar con un elevado número de universitarios, sin posibilidad de salida y colocación; con una formación teórica de alto nivel, pero con poca preparación práctica o adaptación a las necesidades reales de las empresas; con muchos jóvenes universitarios, en cuya formación se han invertido importantes cantidades de dinero, que tienen que irse al extranjero. Y nos ha llevado también a un reparto poco o nada equilibrado entre formación universitaria y formación profesional.
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A día de hoy, en este último ámbito se nos presentan numerosos problemas: inexistencia de suficientes centros educativos bien cualificados, insuficiente preparación de los jóvenes al término de sus estudios, difícil inserción en el mundo de las empresas, etc. Nos encontramos ante un alto y grave porcentaje de paro juvenil (hemos pasado del 18% en 2007 al 50-55% actual) y un futuro poco esperanzador por lo que se refiere a la generación de empleos en buenas condiciones. Además, es previsible un avance considerable de la robotización de muchas empresas, no sólo de las grandes, con la consiguiente pérdida de puestos no cualificados, y muchas familias no disponen de medios económicos para dar a sus hijos una formación profesional que les permita encontrar empleo.
SOLUCIONES Y PROPUESTAS DE MEJORA
Se habla de estos problemas, se toman algunas medidas, se dan algunos pasos, pero, en conjunto, no se consiguen encontrar soluciones satisfactorias, ni se adoptan decisiones que signifiquen un verdadero cambio de rumbo. ¿En qué dirección? Voy a dar algunas pautas que considero importantes.
Los responsables de Educación, cuando presentan nuevos módulos de formación, tienen que contar con las asociaciones empresariales, la Confederación de Empresarios y las empresas, especialmente las pymes. No perdamos de vista que son las empresas las que están en el mercado y las que contratan a los alumnos (el 70% en pymes).
Los centros educativos tienen que mejorar en maquinaria, sobre todo de control numérico, y reciclar a los profesores. Adaptarse a las necesidades de las empresas y tener un contacto más estrecho con las organizaciones empresariales.
El apoyo a las PYMEs resulta clave para hacer viable la FP Dual en Navarra.
Hay que tener muy presentes las experiencias de otros países y aprender de ellas. Bélgica, Alemania, Italia, Finlandia, Austria, la República Checa, Croacia, tienen al 60 o 70% de su alumnado en formación profesional. Con una tasa de paro juvenil del 7,9%, en Alemania se aplica el sistema dual, la mejor forma de que los alumnos lleguen a las empresas. El alumno asiste a la empresa entre tres y cuatro días a la semana, y el resto permanece en el centro educativo.
Tenemos que implantar en España y Navarra un verdadero y efectivo sistema dual. Es cierto que hubo intentos en el pasado (Navarra fue una Comunidad pionera en este terreno) y también lo es que ha crecido el número de alumnos en el sistema dual (en el 2013 año teníamos 9.500 alumnos y hoy hay 18.000) pero todo ello sigue siendo insuficiente. El sistema dual puede ayudar a reducir el paro juvenil que hoy por hoy es uno de nuestros principales problemas.
En conjunto, y no solo en el ámbito juvenil, hay que generar puestos de trabajo. Hoy hay más personas trabajando que hace cinco años, pero se trabajan menos horas y en peores condiciones. Un país con tanto paro, con contratos basura, no pude funcionar. Las personas que se encuentran trabajando 14 días al mes nunca llegarán a cotizar los cuarenta años y tendrán que ocuparse hasta los 80 para poder cobrar su pensión. Las condiciones salariales tienen que ser mejores. Una persona que cobre 800 euros al mes no puede consumir. Y si no hay consumo, no hay empresas ni futuro.
En Bélgica, Alemania, Italia o Austria, el 60 ó 70% de su alumnado estudia FP y su tasa de paro juvenil apenas es del 7,9%.
Tenemos que apoyar a las pymes. Un 30 por ciento de estas empresas han cerrado. Las plantillas se han reducido a la mitad. Hoy un empresario autónomo paga 400 euros de seguridad social mientras trabaja y puede que cobre 1.600 euros al mes. ¿Está en condiciones de contratar a un alumno en formación y pagarle un salario y seguridad social?
Resultaría muy positivo que entre todos generásemos nuevas ilusiones emprendedoras, especialmente entre los jóvenes. Y para ello hay que trabajar para terminar con esta imagen negativa que nos rodea. Luchar firmemente contra la corrupción política y contar con unos políticos mejor preparados. Apoyar a los buenos empresarios y premiar las buenas prácticas empresariales.
Para terminar, apostemos por la formación profesional dual, y tomemos con determinación las medidas y decisiones que correspondan.
José María Navarro
Empresario Jubilado y ex representante en diversas organizaciones