El coaching esta de moda. Hay mucha confusión entorno a lo que es y no es, sobre lo que esperar cuando decidimos contratar a un coach y sobre como es una sesión de coaching.
Quien espere milagros o cambios espectaculares solo por contratar a un coach esta muy equivocado. Son muchas las veces en las que el cliente nos llega con una idea errónea, pensando que el coach le va a proporcionar la fórmula perfecta que solucione el problema o que haga realidad el cambio que desea realizar. El cambio y el trabajo lo tiene que hacer el cliente. El coach se limita a acompañarle y guiarle en el proceso. El coach trabaja con la persona. El coach orienta, despierta y hace reflexionar al cliente para que éste encuentre por si mismo el camino a seguir.
Un proceso de coaching tiene que cumplir tres expectativas:
• La primera es que el cliente tome consciencia de donde se encuentra ahora y a donde quiere llegar. Cual es su situación actual y cual es el objetivo a lograr. Le ayudará a situarse y a definir su objetivo con el fin de que este sea alcanzable pero que a su vez sea retador y motivador.
• La segunda expectativa es hacer que el cliente asuma su responsabilidad ante el cambio que desea alcanzar. Él es protagonista y el que tiene que andar el camino. El coach, podrá acompañarle pero no puede hacer el trabajo por él.
• La tercera es que tiene que mover a la acción. Todo cambio supone movimiento. El proceso de coaching y en concreto cada sesión del mismo, tienen que ser una llamada a la acción. Tiene que lograr que el cliente de los pasos necesarios, se mueva, actúe, piense, ejecute, realice, decida. En definitiva, ande el camino para lograr el objetivo.
Entonces, ¿cómo debería desarrollarse una sesión de coaching?
• Una sesión de coaching tiene que mover a la reflexión. Tiene que servir para que el cliente se pare y reflexione. El coach debe guiar al cliente y a través de sus preguntas trabajar sobre las tres fases que antes hemos comentado: Consciencia, responsabilidad y acción.
• Toda sesión debe tener un objetivo concreto. Aquello que se pretende alcanzar en esa sesión. Pequeños objetivos individuales que nos permitan, al final, alcanzar la meta deseada.
• También debe contener un reto. Algo que al cliente lo mueva fuera de su zona de confort.
• La sesión de coaching tiene que mover al cambio ya sea en la forma de pensar o en la forma de hacer las cosas. Hacer ver al cliente todo lo que puede aprender con ese cambio, lo que puede crecer con el aprendizaje y como incorporar el cambio en su vida.
• Por último, toda sesión de coaching debe implicar un compromiso. El compromiso del cliente frente al objetivo a lograr y el compromiso de trabajo junto con el coach.
Si en algún momento considera contratar los servicios de un coach tenga presente todos estos aspectos. Tendemos a buscar soluciones fuera de nosotros. Esperamos que las cosas cambien mientras nos mantenemos a la espera. El cambio deseado suele residir en nuestro interior, pero no siempre sabemos, queremos o podemos verlo. Un coach nos puede ser de gran ayuda, pero tengamos claro que nunca hará el trabajo por nosotros. Si lo que se busca es una respuesta concreta e inmediata, el coaching no es el camino. Si esta dispuesto a trabajar consigo mismo, a descubrir, a aprender, a dudar, a pensar, a cuestionar y a cambiar de verdad, entonces, bienvenido al coaching. Una puerta que cuando abra ya no querrá cerrar.