Es la primera mujer en coronar los 14 ochomiles del planeta, su faceta más conocida. Sin embargo Edurne Pasabán nos habló en la clausura de la asamblea general de ADEFAN, de su experiencia como persona, como empresaria, deportista e hija de la empresa familiar.
Muchos son los paralelismos entre la montaña y la empresa, ya que emprender es acometer una tarea y la empresa se inicia como una travesía emprende un profesional, y va adquiriendo forma por el camino en función de sus objetivos, de su equipo y su manera de servir y adaptarse en el mercado. En el caso de las empresas familiares, ese viaje se perpetúa de generación en generación mezclando en el trayecto sangre nueva con los nuevos tiempos.
Sólo quien lo ha vivido conoce el reto de entrelazar los sueños y visiones de una generación y la siguiente, la dificultad de honrar el delicado equilibrio entre jerarquía y parentesco, la complejidad de hablar de lo profesional cuando convive tan estrechamente con lo personal… Decirle a tu padre, que es tu jefe, que deseas un camino nuevo para el proyecto familiar, o que tu camino es otro, porque eres la primogénita de un gen emprendedor con camino divergente… Ciertamente, no es sencillo de asumir.
Edurne hilvanó desde la cercanía de una experiencia llena de vías y no pocas aristas, entre monte y monte, fecha y fecha, el itinerario de lo que el monte, la vida y la empresa le enseñaron como receta indispensable para cualquier travesía de montaña, pero también personal y empresarial.
Como primer paso, una mochila ligera que empaque la pasión por un sueño, la ambición que espolea a conseguirlo, la confianza en un@ mism@ y las ganas de crecer mirando de frente los propios errores y aciertos, con esa autocrítica sincera que te lleva a reconocer que no tienes todas las respuestas, para afianzar el siguiente paso.
Para atar las botas y asegurar la vía, el cordaje limpio y franco de las capacidades compartidas con el equipo, la vulnerabilidad al reconocer que necesitas de su consejo y capacidades, los valores aprendidos y escogidos, pero también compartidos con quienes te acompañan y la confianza en esas gentes buenas, grandes profesionales, que no te dejarán caer.
Sin olvidar el alimento de la comunicación abierta, transparente, las lecciones que te brindan el entorno y los compañeros, las vitaminas de cariño y aliento que te levantan cada vez que crees no poder levantarte, y la capacidad de reinventarte a cada paso.
Y para iniciar la marcha: centrar el tiro, adaptarse al cambio, no perder de vista el objetivo y compartirlo con el equipo, porque la visión no compartida conforma grupos, pero la visión compartida hace imparable al equipo.
En esta sociedad en la que a veces es difícil destacar y ser distinto, en la que abrir nuevas vías te obliga a reinventar las claves y la medición de tu propio éxito, transformar tu trayectoria profesional y la de tu empresa –o tal vez la de tu familia, unida a tu empresa- en tu camino de vida, en el sueño que te lleva a ser la mejor versión de ti mism@, exige en todo momento confiar en nuestra intuición y capacidades, sin dejarnos llevar por lo que los demás digan “que hay que hacer”, sintiendo el apoyo cercano y certero de esa familia prieta que tan bien te conoce.
Lo que crees, lo creas. El único fracaso es no intentarlo.
Edurne transmitió cómo ella consiguió su sueño y que tu puedes conseguir cualquier cosa que sueñes, si reúnes el equipo, el equipaje y el alimento para perseverar en el viaje. Terminó, como no podía ser de otro modo, con un homenaje a su equipo, invitando a los presentes a probar la receta en nuestra propia vida.
Marta Martínez Arellano
Mentor-coach de desarrollo de personas y organizaciones
Miembro de la red internacional CTT de consultores para la transformación empresarial.