El pasado 14 de agosto se hundió en Génova el tramo central del viaducto de Morandi, unos cien metros de estructura y millones de toneladas de peso que cayeron desde una altura de 40 metros sobre una autopista provocando la muerte de 43 personas. No era un puente demasiado antiguo –fue inaugurado hace 51 años- ni estaba en un lugar remoto, sino en una de las principales ciudades de la novena economía mundial, circunstancias que llevan a plantear la pregunta de si son seguras las infraestructuras que utilizamos a diario. Por ejemplo en Navarra.
Para tratar de conocer la respuesta hemos consultado a la Dirección General de Obras Públicas del Gobierno de Navarra, que tiene a su cargo 1.686 puentes y viaductos de más de tres metros de luz, que suman 45,6 kilómetros de longitud. Aunque solo representan el 1,19% de la longitud total de la red de carreteras de la Comunidad son, junto con los túneles, las infraestructuras críticas de la misma. Y afirma que son seguros, gracias a un sistemático programa de revisiones que detecta posibles anomalías o desperfectos cuando aún se está a tiempo de actuar.
También hemos hablado con un ingeniero y un arquitecto especialista en el cálculo de estructuras para conocer su opinión. El ingeniero es Javier Manterola, un pamplonés que está reconocido como el mejor en su profesión. Es el autor de los puentes más importantes que se han hecho en España y sus obras se encuentran en diversos países. Manterola afirma que son seguros porque los ingenieros españoles “son muy buenos” y porque han mejorado las posibilidades de cálculo gracias a los sistemas informáticos. También dice que han evolucionado los materiales y las técnicas constructivas hasta hacer posible lo que “hace unos años ni siquiera podíamos pensar”.
Fernando Sarría, arquitecto, dirige el estudio FS Estructuras, donde se han diseñado las del Navarra Arena, de varios aeropuertos y edificios repartidos por todo el planeta y hasta las de un acuario en Canarias con características que lo hacen único en el mundo. Sarría confirma la seguridad de los puentes y viaductos basándose en tres argumentos: la normativa es correcta, los técnicos que desarrollan los proyectos son solventes y la construcción es de calidad. No obstante, advierte de que los profesionales españoles están mal pagados y eso hace que no puedan dedicar a cada encargo el tiempo que sería deseable, aunque descarta que esa circunstancia tenga consecuencias que puedan traducirse en un peligro para los usuarios de las infraestructuras que diseñan.